Cristián Labbé Galilea


Se dice que “la sorpresa constante no sorprende”. Así debería ser, pero nuestra realidad política se escapa de esa máxima… persistentemente suceden situaciones que nos sorprenden y a las cuales no siempre reaccionamos adecuadamente… sin embargo, luego nos quejamos.

Hoy por hoy, somos sorprendidos por ciertas circunstancias que nos preocupan, nos escandalizan y también nos horrorizan.

Nos preocupan los efectos de la pandemia, no sólo porque son cada vez más los contaminados y los fallecidos, sino porque todo indica que la situación empeorará, existiendo el riesgo de que el sistema colapse y se vuelva incontrolable. Lo que, además de ser trágico, será un ‘bocatto di cardinale’ para una oposición que sólo le interesa que el gobierno fracase - al costo que sea- en la administración de la emergencia.

Si la crisis del Covid19 nos preocupa, también hay casos que nos escandalizan.

Ni hacer referencia al senador que viajó en avión a su región sabiendo que tenía posibilidad de “dar positivo” en el examen Covid19, porque el tema escandaliza por sí sólo.

Lo que es un escándalo a todas luces es que la periodista Mónica González, que no hace mucho protagonizó un incidente en el Tribunal Constitucional, haya sido llamada, junto con el escritor Jorge Baradit (“otro que bien baila”) a integrar la comisión para reestructurar la Agencia de Inteligencia Nacional (ANI), sabiendo La Moneda el absoluto sometimiento político de ambos personajes.

También es escandaloso que el presidente de un partido de Chile Vamos promueva un “Pacto Social” con la oposición, a espaldas de sus pares y especialmente a hurtadillas del gobierno, lo que sólo se explica por una incontenible ambición de protagonismo.

Pero cuando las sorpresas se ponen terroríficas, es al comprobar la existencia de dirigentes políticos que promueven las protesta, los saqueos y los atentados porque, además de ser un desafío al orden establecido, a la autoridad y especialmente al rol de las Fuerzas Armadas en la emergencia, es la confirmación de la concomitancia entre políticos, narcos, lumpen y delincuencia para mantener la agitación social.

Al saberse quienes son los instigadores y quienes se atribuyen los atentados (ferrocarril, fibra óptica, maquinaria…) se comprueba que “no es el hambre” lo que los mueve, sino el deseo de promover la anarquía y el terror.

Si algún inquieto lector dudara de esa intencionalidad de odio, venganza y terror, le recomiendo escuchar a la diputada comunista Carmen Hertz amenazando a medio mundo, con “las penas del infierno” si se destituye al diputado Tellier (quien mandó matar al Presidente Pinochet) por incitar a la violencia y a “disparar” contra el actual presidente.

En suma, dado lo descrito, sugiero tener presente otra máxima política: “toda sorpresa requiere una reacción hábil, oportuna y decidida”… si queremos evitar la deshonra que vivió Boabdil, último Sultán moro de Granada, (España, 1492) quien, al llorar la pérdida de sus dominios ibéricos, fue reprendido por su madre con la famosa frase… “no llores ahora como niño lo que no supiste defender como hombre…”.

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