Cristián Labbé Galilea


¡Lo que pasó, pasó!... ¿Qué duda cabe que el plebiscito constitucional ha sido un acontecimiento importante? Por lo mismo, sorprenden las reacciones políticas y comunicacionales de los días siguientes. Si bien los resultados eran esperables y se sospechaba que, como ocurre siempre después de una elección, todos se declararían ganadores, llama la atención que, bajo una aparente normalidad, se piense que nada importante ha pasado o va a pasar.

Concluyamos en un breve diagnostico que: “la razón no pudo con la emoción”. Ningún dato ni ninguna cifra fue capaz de hacer razonar a una mayoría que se encantó con un “seductor relato populista” que proponía alcanzar esa esquiva felicidad si se cambiaba el rumbo (entiéndase el Modelo) que ha seguido nuestro país en los últimos años.

Principalmente fueron los jóvenes, que han nacido y vivido en una sociedad de libertad, progreso, bienestar y abundancia, los embaucados con “cantos de sirenas” para ser arrastrados a la mediocridad y a la privación. Nada fue capaz de evitar “el embrujo”… nada los convenció que “el modelo” que quieren destruir fue el “el gigante” que derrotó a la pobreza, generó una movilidad social nunca vista, logró que surgieran las primeras generaciones que llegaban a la educación técnica o superior, y muchos otros etcéteras… Nada pudo con las ideologías “reduccionistas” y “progresistas”, ni con el mutismo culposo de quienes vivieron esa “revolución silenciosa”.

Argumentos sobran para demostrar que, así como crecimos de la mediocridad al desarrollo, hoy los riesgos que se corren son exactamente lo contrario, volver a la mediocridad.

Lo que importa ahora es no quedarse en los lamentos o en las conjeturas de ¿por qué sucedió lo que sucedió?

Es cierto que hay que analizar las causas de cómo y porqué llegamos a esta encrucijada, pero también es cierto que, después de “lamerse las heridas”, hay que hacerse cargo del refrán que reza: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

Edith Piaf, el gorrión de París se preguntaba: “Et Maintenant… que vais-je faire” (¿Y ahora… qué voy a hacer?), en una de las canciones francesas más famosas de los ´60. Esa pregunta es la esencia de lo que nos debe preocupar ahora, y de la cual surgen las más grandes inquietudes…

¿Se mantendrá el espíritu republicano de estos días?... ¿Se logrará controlar la violencia?... ¿Podrá el gobierno gobernar en estas circunstancias (incluso si le “botan” al Ministro Perez)?... ¿Tendrán paciencia los que quieren que todo cambie?... ¿Cómo se comportará la economía?... ¿Crecerá el odio y la lucha de clases?... ¿Quiénes serán los líderes en este “salpicón” de candidatos?... Suma y sigue…

Son muchas las inquietudes que hacen suponer que esta aparente calma durará poco, que algo pasará y que, si no reaccionamos, seremos testigos de cómo cercenarán el Modelo Político, Económico y Social que puso a nuestro país en la modernidad, y de cómo mentes afiebradas “le cortarán las piernas al gigante… para hacer crecer al enano”.

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