Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es lo que se puede decir a propósito de la votación en la Cámara de Diputados por la que se aprobó en general el proyecto que autoriza el aborto libre hasta las catorce semanas. No se trata sólo de despenalizar una conducta anteriormente penada, sino de su completa legalización, hasta el punto de que una mujer embarazada podrá solicitar el aborto como una prestación médica más.

Lo sucedido es, sin duda, una consecuencia muy esperada de la anterior aprobación del aborto en tres causales. Ya entonces se dijo que, abriendo la puerta, esta autorización iba prontamente ser seguida por esta otra. Aunque quedan trámites para que se convierta en ley, lo sucedido es una clara demostración acerca de cuál va a ser el resultado final: extender la legalización de un crimen. Tanto más grave cuanto que, para aprobar, se esgrimió como argumento el que así se satisfacían los derechos humanos de la madre.

¿Los derechos humanos? ¿Y los del niño que está por nacer? ¿Es que éste no es un ser humano? ¿Puede ser un derecho humano el de matar a otra persona inocente? Hoy, con esta votación, esos derechos han mostrado, una vez más, cómo son empleados al modo de pretexto para cometer los peores crímenes, para imponer sin contrapeso la voluntad de unos sobre los demás. Definitivamente, no se puede creer la fraseología con la cual suelen ser presentados; al revés, hay que desenmascararlos, como en este caso, como un instrumento para violar los derechos de quienes aparecen como adversarios o que son más débiles. Los derechos humanos, como el recurso para satisfacer la sed de sangre de quienes en un momento detentan el poder. Es el caso de las mayorías parlamentarias de hoy en Chile y de los partidos que están detrás.

La justicia nos impera dar a cada uno lo suyo; en este caso el respeto a la vida de las personas inocentes y además, completamente indefensas. Esas vidas son las que se desarrollan en el vientre de sus madres. Y nos manda asimismo proteger a estas madres. La prohibición del aborto así lo hace, porque evita que sobre ellas se descargue una presión del entorno que las induce a abortar. Hay madres que, sin dudas, tienen problemas. A ellas hay que ayudarlas y tenderles una mano; pero, de ninguna manera esos problemas se arreglan matando al niño.

Esta versión de los derechos humanos no es nueva, sin embargo. Estos derechos aparecieron en la historia al comenzar la denominada Revolución Francesa en 1789, con la famosa declaración que los enunció, pero no pasó mucho tiempo para mostrar cómo para aplicarlos masivamente fue la guillotina el instrumento más eficaz: por decenas de miles se cuentan los que entonces fueron decapitados en nombre de los derechos humanos: los derechos de unos versus los derechos de otros. Hoy, están sirviendo las mismas finalidades, esto es, satisfacer la sed de sangre de quienes tienen poder para esgrimirlos contra otros.

Intolerable propósito. Es definitivamente la condición de Chile como país civilizado la que está directamente en juego.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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