Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es la conclusión bastante obvia de los resultados de la última encuesta CADEM dada a conocer ayer domingo a última hora. Y es muy lógico que así suceda. Kast es un candidato que dispone de un planteamiento muy claro referente a la dura crisis que vive el país, especialmente en lo relativo a la seguridad pública. Es decir, Kast no desarrolla su campaña en un mundo de fantasía, sino en la realidad chilena tal cual es, angustiante.

Sichel, en cambio, trata de huir de lo que él llama “los extremos” con el resultado que termina no siendo “ni chicha ni limonada”. En el fondo, él está también en un extremo, esto es, en el extremo de la indefinición. Y eso, en el Chile de hoy, es inaceptable. Sichel nos habla mucho de que debemos cerrar los ojos al pasado que nos divide y concentrarnos en la visión de futuro. Pero, como la experiencia lo ha enseñado una y otra vez, sin referencia al pasado no se puede trazar un rumbo hacia el futuro. Por eso, cuando se ha evitado esa referencia, los países inevitablemente repiten su historia. Es el riesgo que amenaza a Chile, el de repetir la experiencia marxista 1970-1973. Riesgo provocado por la decisión de los partidos políticos que emergieron del tronco del gobierno militar, de cortar toda relación con este y hacer, hacia el futuro, como si él no hubiera existido. En este sentido, fue la identificación total con la figura de Sebastián Piñera la que los condujo a ese punto. Gravísimo error. Despojar al gobierno militar de su legitimidad sólo ha significado abrir la puerta al retorno a la situación vigente antes de septiembre 1973. Es el paso que el país está punto de dar.

Es lo que Kast busca evitar. Decir hoy día, como dice Sichel, que él está aterrorizado por la colisión de trenes que puede producirse entre Boric y Kast no es más que un pretexto para desarmar a Kast y dejarle la pasada libre a Boric. La impresión es la de que cada día más, el electorado toma conciencia de la gravedad del momento presente y adopta una posición acorde con ella, sin permitirse ni el romanticismo ni la frivolidad que caracterizan a la posición de Sichel.

Este tuvo su momento de gloria cuando derrotó a Lavín en las elecciones primarias. Apareció como una figura nueva en la política nacional capaz de insuflar al país nuevos ánimos. Algo que para un viejo político como Lavín ya era imposible. Si en ese momento Sichel hubiera advertido la importancia de las definiciones claras y concisas y se hubiera encargado de presentarlas al electorado, quizás su suerte hoy día sería muy distinta. Pero, al modo de Piñera, se mantuvo en la indefinición y eso, al parecer, ya le cuesta la elección.

Quiera Dios entonces afirmar e iluminar a Kast pues parece ser, en este momento, el único capaz de evitar un desenlace marxista para el país.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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