Hermógenes Pérez de Arce


Por suerte los adversarios de la verdad no son muy listos. Por supuesto, si lo fueran serían sus partidarios. Uno, el excomandante en jefe del Ejército Ricardo Martínez, ha escrito un libro lleno de errores, sosteniendo que en 1973 el general Arellano, delegado de Pinochet, cumplía órdenes de éste de matar gente de izquierda y culpar a los comandantes de regimientos locales. 

Es lo que El Mercurio denomina "tesis de cadena de mando expuesta por el general (r) Martínez", 13.09.23, p. C3. En una entrevista a quien, en 1973, era el subteniente Waldo Ojeda Torrent, de tres cuartos de página, dicho oficial (r) condenado por 13 muertes acaecidas en Copiapó en la madrugada del 16 de octubre de 1973, y a quien el titular del diario asocia a la tesis de Martínez, afirma: "El mando militar... nos obligó a obedecer sin más alternativa que el costo de nuestra propia vida". Antes había declarado: "Luego de una secreta y hermética reunión que tuvo solo el Comandante del Regimiento con quien sorpresivamente llegó esa tarde en calidad de general delegado del Comandante en Jefe y Presidente de la Junta de Gobierno, la primera orden dada a estos subtenientes fue ser centinelas para el traslado de detenidos de una cárcel a otra". Pero eso no fue así, para mala suerte de la tesis de la "cadena de mando", el general delegado del Comandante en Jefe y Presidente de la Junta de Gobierno, Sergio Arellano, no estaba en Copiapó cuando ocurrieron el traslado de detenidos y las ejecuciones, que tuvieron lugar en la noche del 15 al 16 de octubre, cuando la comitiva de Arellano no había salido de Santiago.

Resumen de la verdad de los hechos: un viejo marxista, preso en Copiapó junto con otros más jóvenes, que se habían rendido tras un combate en Las Diucas, le había expresado su temor a su abogado, Daniel Rojas Hidalgo, porque los otros reos tenían un plan de fuga. Rojas se lo comunicó al comandante del regimiento, Óscar Haag, y éste dispuso el traslado de los trece a La Serena, que tenía una cárcel mas segura. Fueron embarcados en un viejo camión del Ejército, que quedó en panne eléctrica en la cuesta Cardones, a la una de la madrugada del 16. El capitán a cargo del traslado, Patricio Díaz Araneda, refiere el desenlace así, en el oficio que presentó después de los hechos: 

"(d) En atención a la panne producida, el chofer, dos guardias y el suscrito procedimos a buscar el origen, dejando a cargo de los detenidos un guardia ubicado en la carrocería. (e) En un momento de descuido del guardia los detenidos procedieron a empujarlo fuera del camión, produciéndose con ello la fuga masiva de todos ellos. (f) En atención a ello y viendo que el alto dispuesto no produjo la reacción de los prófugos, hice un tiro de advertencia al aire y como ello tampoco diera resultado, ordené hacer fuego en contra de sus personas, produciéndose la muerte de los trece por efecto de los tiros".

Uno de los guardias del camión era el subteniente Waldo Ojeda Torrent, hoy preso político militar, entrevistado por El Mercurio. Era después de la una de la madrugada del 16 de octubre. Sólo en la tarde de ese día llegó a Copiapó la comitiva de Arellano. La autora de "Los Zarpazos del Puma", Patricia Verdugo, quiso inculpar a Arellano y Pinochet y por eso falsificó en su libro la fecha del oficio del capitán Patricio Díaz Araneda, cambiando "16" por "17". Pero tuvo mala suerte, porque en su mismo libro, páginas antes, reprodujo el oficio del comandante del regimiento al jefe del Cementerio local, con fecha 16 y pidiéndole sepulturas para los 13 muertos de la noche anterior. Es que "para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado".

Norma que han olvidado el preso político Waldo Ojeda, el general (r) Ricardo Martínez y el diario que da tanto espacio para promover la tesis de la "cadena de mando" y denigrar a Pinochet.

 Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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