1 de diciembre de 2020 

 

 

 

 

 

Por Pablo Errázuriz Montes


La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño.
Federico Nietsche


Maradona se encuentra en el olimpo del futbol mundial gracias a su talento. Pero la mancha de su adicción a la cocaína siembra un manto de dudas sobre la integridad de ese talento. ¿Cuánto de su talento es atribuible a esa droga? La devoción que los argentinos le profesan no parece haber sido fracturada por esa sospecha. En Italia el ciclismo de ruta es un deporte muy popular. Marco Pantani; legendario pedalero de montaña, era ídolo. Pero cuando se supo de su adicción a las drogas (que le terminó costando la vida), el ídolo se cayó. Cuestión de idiosincrasia.

El mariscal Erick Von Manstein, fue el gestor de la invasión a Francia por parte del ejército alemán. Su técnica estratégica fue conocida como la blitzkieg -guerra relámpago en castellano-. Sus soldados avanzaron sin descanso durante tres días y dos noches por los territorios de Bélgica y el norte de Francia, generando el estupor del mundo por la celeridad y eficacia de su desplazamiento, que provocó el colapso de las defensas y de la moral de los ejércitos francés y británico. Quienes nos aficionamos a la historia de la guerra, habíamos admirado la valía de esa ofensiva y la valentía y sagacidad de Von Manstein, quien debió enfrentarse al alto mando e incluso a Hitler, para imponer su victorioso criterio. Pero la dura realidad lo ha ensombrecido porque hoy es un hecho comprobado que sus unidades combatieron bajo los efectos de una metanfetamina llamada Pervitín que se le suministraba a todos los soldados y oficiales. Es verdad que fueron victoriosos, pero hicieron trampa. Al menos para mí, Von Manstein pasó de ser un héroe a ser un estafador.

Se anuncia por parte de parlamentarios de izquierda un proyecto de reforma constitucional para crear una nueva garantía constitucional: el neuro derecho. Se define la identidad mental como un derecho que no puede ser manipulado y que cualquier intervención, por motivos de salud, debe estar regulado legalmente. Es común que la izquierda vea siempre los fenómenos sociales desde el punto de vista de derechos, esto es, que alguien ajeno a mi persona me garantice algo. En este caso la respetable identidad neuronal.

Pero obviamente el problema es muchísimo más amplio que la intervención de deberes del Estado o de los prestadores de salud para con las personas. Se otea en el horizonte que las técnicas de “mejoramiento” de las condiciones físicas en general y neuronales en particular serán una mercadería que se podrá comprar como quien compra un celular con intervenciones químicas y de manipulación genética. ¿Cuál es nuestra respuesta como sociedad? La cuestión no es una cuestión de derechos como la izquierda nos quiere vender; es una cuestión de deberes de los individuos. Se trata de discutir límites, no del Estado ni de los prestadores de salud. Se trata de límites a las personas. Ahí la izquierda gusta de estar ausente. Se trata pues de garantizar la igualdad de talentos. Se trata de impedir a los Maradona, Pantani o Von Manstein. Se trata de no hacer (y hacerse) trampa en la vida. Menuda cuestión ¿no? Hoy que todo nos habla de victimismo, derechos y garantías; abrir un debate sobre deberes, no está en la agenda de esta izquierda generosa y dadivosa.

La metáfora del juego de la vida está presente. El ideal de la igualdad que la izquierda vocea mucho y entiende poco, aquí tiene su prueba de fuego ¿Quiénes son partidarios de valorar a los que meten el gol con la mano? ¿Quiénes de impedir que lo hagan?

Fuente: http://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/

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