Juan Pablo Zúñiga Hertz


Cuando era niño, recuerdo que la sexualidad no era un tema sino hasta la adolescencia. Más aún, pensar en ello simplemente no estaba en el registro mental ni mío ni de mis contemporáneos. Hoy todo es diferente a la luz de tanto demente suelto que busca validar sus perversiones adoctrinándolas a la fuerza desde la primera infancia.

No podemos negar que desde siempre han existido toda clase de distorsiones en el ámbito de la sexualidad. Tal vez uno de los cambios más importantes surgió con el advenimiento del cristianismo que cambió dichas dinámicas en el contexto del Imperio Romano, donde la promiscuidad, la poligamia, la homosexualidad, los matrimonios con menores de edad y el aborto, eran algo cotidiano. Rodney Stark, en su obra “The rise of Christianity” nos muestra justamente el efecto que trajo la estructura moral cristiana. Es ese término, estructura, lo que hizo de la cristiandad un modelo civilizatorio exitoso a lo largo de ya tres milenios.

Usted y yo sabemos que, para las izquierdas en general y especialmente para sus vertientes más radicales, el desprecio por la cristiandad –la civilización occidental– es evidente en todos los ámbitos. Por ello es que atacan a EE.UU, a Israel, al Cristianismo, a la estructura legal, al hombre blanco, a la cultura del trabajo y del mérito y, en las últimas décadas, la familia. Es por esta última modalidad de sus aversiones que han desarrollado una verdadera obsesión por la sexualidad llevándola a distorsiones francamente asquerosas, pues con ello socavan y destruyen el núcleo mismo de la sociedad. El deseo refundacional de la civilización y la dialéctica del hombre nuevo no murió con la caída de la URSS. En sus mentes sigue absolutamente vigente y si para ello es preciso usar mecanismos que hasta para los más fervorosos izquierdistas de hace 100 años les abría parecido abominable, pues que así sea con tal de agudizar las contradicciones.

El reciente instructivo del Ministerio de Educación sobre ejercicios o dinámicas destinadas a ser practicadas en niños de kínder, que incluye contacto físico y todo un lenguaje incomprensible e inapropiado para menores de 4 a 5 años, sobrepasó todo límite. Esto se da justamente porque en el propio gobierno no saben de límites, ni menos de decencia. Si tenemos un presidente que, en palabras de su conviviente, intercambia roles de hombre y de mujer en su relación de pareja, que un día es una cosa y otro otra, ¿qué se puede esperar de una administración de ese tipo?

Con razón el propio Vidal señalaba en una reciente entrevista “si a este hue… [Boric] le va mal, nos hunde a todos. Vidal se refería a la izquierda chilena que ya está hundida, pero lo podemos ver como país, como sociedad, en donde cada día el gobierno de Boric nos hunde más en el desastre. Un desastre económico puede resolverse. Un desastre de infraestructura tiene solución, pero un desastre como el adoctrinamiento en perversiones sexuales en desmedro de la educación, puede generar un daño incalculable en las próximas generaciones con consecuencias desastrosas para la sociedad.

En una oportunidad tuve el desplacer de entablar una conversa con alguien que se llamaba creyente y afiliado al progresismo que me argumentaba que la biblia sugería la fluidez de los géneros y las personalidades. Ese es el nivel de delirio que tenemos hoy en día en el mundo occidental, principalmente en generaciones más jóvenes. Es un nivel de locura francamente repugnante. Ahora, como frente a toda acción hay una reacción, el mundo ya está dando señales de que este terremoto de inmundicias llegará pronto a su fin. Sin embargo, debemos ser pacientes y fuertes pues, como todo terremoto, trae consigo réplicas y daños colaterales que tomará tiempo reparar.

Fuente: https://viva-chile.cl/2023/06/repugnante-delirio-perversa-obsesion/

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