Claudio Moran Ibáñez


  En el bestiario del Reino de Chile -como diría Lukas-, existe el personaje de don Otto y su amigo Fritz. Don Otto le cuenta a su amigo que descubrió que su mujer lo engañaba en el sofá de la sala. Fritz le dice que debe solucionar eso. Al día siguiente don Otto dice a su amigo que ya lo resolvió: vendió el sofá… Lo que hace reír también hace llorar, esa es desgraciadamente, la forma en que en nuestro país se abordan los problemas. Y para esto voy a referirme al tema más en boga en sus detalles y consecuencias, el llamado “caso audios”

El propio Luis Hermosilla, tipo muy hábil, contó en el “audio” aquel, que fue quince años jefe del aparato de inteligencia del PC. Y nunca dijo que había dejado de ser comunista por si acaso, o que sí está claro que llegó a tener sino doble militancia, o una “doble ubicación”, y es la prueba tangible de como la izquierda revolucionaria también ha infiltrado a la llamada “derecha”.

Creo el ser humano tiene el derecho y a la vez el deber de dudar, cuando tiene buenas razones para hacerlo. Y desde que se conoció el llamado “caso audio”, hoy ampliado a miles y miles de mensajes de whatsapp, mantengo severas dudas sobre la autenticidad de lo que se dice ocurrió. No me convence que un tipo tan sagaz e inteligente como mi ex condiscípulo, que fue capaz de infiltrar a la conservadora “derecha” de esa época, y se escabulló de servicios de inteligencia, haya cometido un error tan burdo, él sabía y no podía menos que saber que el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. ¿E iba a entregar voluntariamente su celular saturado de conversaciones comprometedoras más para terceros que para él? Quizás para una adormecida opinión publica controlada por los medios eso pase, pero creo uno tiene la obligación de analizar y ver más allá de lo aparentemente evidente, que no lo creo.

No por nada la vocera de gobierno, miembro del partido comunista, a los pocos días de conocido el “audio” advirtiera que sería una caja de pandora abierta…se supone no conocía el contenido ¿acaso lo esperaba? Lo cierto es que las consecuencias, los daños colaterales, se dirigieron hacia el director de la PDI en lo inmediato, funcionarios públicos y el SII, ahora la ministro Vivanco… siempre en la tónica de encontrar culpables que distraigan, pero nadie se hace cargo del trasfondo, ¿y cuál es este? Es que para muchos inocentes y no tanto, se quiere pensar que con Hermosilla en la cárcel -no condenado-, se castigó al “culpable” de la corrupción “descubierta”, y a algunos otros pocos más -por eso hoy le dan duro a Vivanco-, y de esa manera se barre debajo de alfombra, o don Otto vende el sofá y soluciona el problema. Mentir es siempre malo, pero mentirse a sí mismo, y que el país pretenda engañarse a sí mismo, es muchísimo peor, he ahí la explicación de nuestra decadencia absoluta como nación.

Luis Hermosilla sólo se ha dedicado, en su actividad profesional, a vender lo que se compra, simple ley de oferta y demanda. Se le descubre en relación-aparente- a los hermanos Sauer y sus problemas tributarios, pero esta situación ha sido una constante desde sus inicios, con la habilidad que tiene  un comunista para tender redes hacia todo el espectro político y especialmente a la más rancia derecha de un partido creado al alero de personas de confianza de Pinochet. De un difunto ex presidente, de sus ministros, de empresarios, de jueces, de fiscales, y un largo etcétera que además se pierde en los años, Hermosilla tiene más de 40 años de abogado, ya hemos olvidado lo que además prescribió. Pero es la simple ley de oferta y demanda, se ofrece lo que se demanda, es la perfección del mercado. Se vende corrupción a quien pide y paga por corrupción, y esto es lo que nadie quiere decir. Y si creen que con la aparente caída de Hermosilla, la real caída de Vivanco y otros puntuales, se terminará con la corrupción en nuestro país… Casi en la misma época que Deng Xiaoping declaró “enriquecerse es glorioso”, se elaboró otro slogan en Chile “hazte rico honestamente, si puedes; si no puedes, hazte rico”. Por el interés, también la necesidad, la conveniencia, de generar crecimiento económico en Chile, se estructuró un sistema relativamente eficaz para las cifras económicas, no tanto para lograr desarrollo, que fue incapaz de superar el mercantilismo aunque creyeran que era sistema capitalista, y simplemente se olvidaron de los basamentos éticos y morales de la economía y de la libertad. Siempre he sostenido que al chileno medio le gusta la libertad, pero no cree en ella. Derivado de estas falencias insalvables, se produjo el derrumbe cultural que determinó la infiltración deconstructora, que pervirtió instituciones y a muchos, muchos chilenos, acostumbrados a una verdadera cultura de la corrupción, a los favores, al amiguismo, al pituto. No, nunca hemos sido una meritocracia y a esto sumemos que seguimos siendo el reino de la envidia, peor que en el resto de Latinoamérica. Hay corrupción del más alto nivel, esa que parte en el Palacio de Gobierno, pasa por el Congreso y llega al Poder Judicial y al Ministerio Público, y a todo el sector público. Hoy en día, el chileno medio no tiene confianza plena en absolutamente ninguna institución de la República, grupos sociales, empresas de todo orden, y en los propios connacionales. Somos una pseudo sociedad basada en la recíproca desconfianza de todos hacia todos. Nos vamos convirtiendo en una anti-nación.

Es por ello que un ex profesor de mis años de universidad, insistió tanto con su Fundación para las Humanidades, siendo de derecha, preocupado por la apabullante prevalencia del discurso economicista excluyente. Otro amigo contemporáneo, se refiere a la debilidad moral-cultural de nuestra Nación. Porque esta situación compleja y completa en que estamos, no tiene solución jurídica. El Derecho no funciona sin la moral pública, de general aceptación, no hay ley que pueda superar la carencia de hombres y mujeres justos, probos, que tengan muy claro que es correcto y justo, y que no. No volvamos a caer en la teoría de los chivos expiatorios para tapar lo que ya no puede ocultarse, que somos un país corrupto, que solo importa el dinero, los cargos, el poder, y para ello se vende el alma al diablo, y el país a fuerzas foráneas, que ambos se están haciendo. Cada chileno hoy es don Otto. Aparentemente, cayó Luis Hermosilla, ¿y cuantos más Luis Hermosilla cree que hay a nivel nacional y en cada región y ciudad, y lo más importante, cuantos demandantes de servicios de corrupción, influencias, coimas, pitutos, amigos, existen y en aumento? ¿Acaso es posible en Chile hoy, conseguir algo concreto sin esta clase de distorsiones que son de una u otra manera, corrupción? Aquí vamos, buscando algunos culpables que sigan tapando los problemas que jamás se solucionarán.

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Claudio Moran Ibáñez


El viejo dicho respecto del país de los ciegos, nunca había tenido tanta aplicación como en nuestro sufriente Chile. Se dice que mentir es malo, cuando se miente a otros, pero mentirse a uno mismo, es incomprensible; sin embargo, es la actitud del promedio de los chilenos hoy, atados a esquemas inaplicables y a una incomprensión de lo que ocurre realmente en el mundo y el país. Los árboles no dejan ver el bosque, dice otro adagio.

He explicado en varias oportunidades que el promedio de los opinantes y observadores están presos de su esquema mental cuando hacen un juicio de valor del actual gobierno de Gabriel Boric. Como siempre, los sectores que gustan de llamarse “de derecha”,-yo los llamo solo de “no izquierda”-, se solazan en calificativos insultantes como “merluzo”, en refregar la mala gestión indubitada en todas las áreas de la administración pero… ¿Cuándo dijo la pandilla gobernante que iba a hacer un buen gobierno- así entendido en conceptos “derechistas”-, que iba a traer crecimiento y prosperidad a nuestro país? ¡NUNCA!

En realidad, el actual gobierno no vino a gobernar, sino a consolidar una revolución en marcha desde hace años, pero que requería una acción directa desde cargos de autoridad para lograrlo. No tenían programa explicito, el programa era la nueva constitución, de quien el propio Boric fue generalísimo, evidenciando que, al igual que Allende, tampoco es ni pretendió serlo, “presidente de todos los chilenos”, solo de su sector, y ha actuado en consecuencia. Derrotada la constitución chavista-globalista-indigenista-migrantista-feminista y otros varios ismos, corrió la “derecha” de Piñera a prestarle ropa y apoyo para salir del pantano en que debió ahogarse, y le inventaron un nuevo “proceso constituyente” que fue un fin en sí mismo, porque distrajo a los chilenos mientras rearmaba la izquierda gobernante sus cuadros y políticas, se reinventaba y daba sentido a la derrota, siendo los comunistas expertos en transformar derrotas en victoria y, en términos indisimulados, hasta el día de hoy han ido consagrando en la vía legislativa, de a poco, los mismos efectos y transformando la matriz jurídica e ideológica del país, que pretendía hacer la cuasi constitución que no fue, de una. Dos pasos adelante, uno atrás, decía el comunista Luis Corvalán. Así y solo como ejemplo, la reciente “ley sobre la violencia contra la mujer” es una grosera cristalización de los conceptos depravados del feminismo extremo, de la “descolonización” cultural, que atenta gravemente contra la familia y la sociedad como entidades de la naturaleza humana, una obra de ingeniería social que si Chile se salva, deberá ser derogada. Y muchos casos más. Y todo, con los votos de la “derecha”…

La revolución chilena está en progreso. Las instituciones del país están dañadas o demolidas en distintas medidas. Pero sobre todo, se ha injertado en nuevas generaciones, una perspectiva y visión del mundo enteramente compatibles con dicha revolución cuyos paradigmas informan la doctrina globalista o nuevo orden mundial, la cultura “woke” acá llamada “progresismo”. Esas generaciones así informadas mental y culturalmente, no evalúan a un “gobierno” sino que ven en marcha sus Ideales y visiones, lo que sumado a indudables beneficios a grupos políticos afines, explican la consolidación de un apoyo irrestricto promedio de un 30% de la población a un pésimo gobierno, pero una excelente “revolución en marcha”. Y eso si es un éxito, lo que creen y esperan los demás, es o son errores y ceguera.

Pero ahora que se entró a la etapa de elecciones del período, la segunda mitad, comienzan a desarrollarse y aparecer hechos que curiosamente, pero no tanto, aumentan ese apoyo fanático a una revolución y su aparente-por ahora-líder Boric, quien cumple muy bien su papel en este cuadro histórico. Repito, él nunca prometió ni siquiera ofreció, un buen gobierno, él venía a cambiar todo, y lo está logrando, eso es indiscutible. Para nosotros, un cambio para mal, para un porcentaje no despreciable, lo mejor.

El tiempo dirá cuanto más puede crecer ese apoyo vía encuestas, pero existe. Y plasmado en resultado de elecciones que vienen, hay dos posibilidades hasta aquí, y ninguna es buena en nuestros conceptos: que la próxima elección presidencial la gane la misma “derecha” que permitió y colaboró y sigue haciéndolo, con esa revolución neomarxista globalista que nos corroe desde antes de 2019; o que gane directamente la izquierda gobernante cuyo capital político de base es ese tercio del electorado potencial convencido de las bondades del nuevo sistema.

Porque la ventaja enorme que posee la izquierda gobernante, es una visión completa del hombre y del mundo-absolutamente errada, no importa-, un camino y una meta muy clara. En cambio, al otro lado, no existe nada, si es que existe algo. Quiero decir con esto que la izquierda posee una ideologia, de raíz marxista, hoy gramsciana y globalista, en cambio ni siquiera existe una “derecha” pensada como alternativa o alguna raíz alternativa, ideológica, pues no existe manera de oponerse a una idea sino con otra idea más fuerte. Pero tampoco existe un proyecto derivado de una visión del hombre y el mundo contrario a los de quienes habitan los cargos de gobierno. Y eso no se improvisa, y no me refiero a un banal programa de gobierno, de esos que jamás se cumplen, ni menos donde no existen equipos, sino solo grupos de personas ambiciosas de cargos y favores públicos, y que además evidencian el fenómeno de toda América Latina y otras partes del mundo: el alejamiento de los más capaces, ilustrados, preparados, de la cosa pública, desilusionados de ella y sumergidos en la actividad privada. Recuérdese solo que Piñera II nunca pudo siquiera proveer todos los cargos de nivel medio y con gente idónea, ahora no será diferente, incluso peor.

A todo esto debemos agregar el paupérrimo panorama identitario de la “derecha” en sus múltiples expresiones, como oponente supuesto natural a la “izquierda”. Desde su origen, no es sino un grupo de familias que se emparentaron con otras y desde la política defendían y hasta el día de hoy, sus intereses económicos, pero como señalo Francisco Antonio Encina, con una indisimulado desprecio por la cultura y la educación, convencidos sus miembros que con dinero todo se compra, también la integridad. Por ello han sido incapaces, ni siquiera lo han entendido, de crear una “cultura de derecha” sólida, que contrarreste la revolución cultural de la izquierda, aun a sabiendas que esa izquierda es impajaritablemente y por doctrina, totalitaria en el poder buscado. No, la o las “derechas” hace rato cayeron en una indisoluble mezcla entre política y negocios, mezclado con mediocridad intelectual y de actuaciones, mezclado con un estilo “androguino”, con fiestas “woke” en que asisten desde un Kast a una Maite Orsini…En realidad, es fácil entender el fracaso político histórico de esas derechas, cuyo único éxito es, una y otra vez, impedir se levanten alternativas dentro de su sector, así demuestran su carácter oligárquico.

Y así llegamos al título de esta columna, porque las leyes de la lógica y la historia son infranqueables. Ante la falta de una verdadera alternativa, mientras se siga creyendo en candidatos con carácter de Mesías y no el o los líderes que el país reclama, un verdadero plan de salvación y levantamiento nacional, y que así sean percibidos por la ciudadanía que va a votar y que quiere volver a soñar y tener esperanza en sus vidas, no obstante todas las pésimas cifras, sí, las cifras, las que el candidato Boric despreciaba, la izquierda gobernante tiene hoy la mejor opción para continuar en el gobierno después de 2025. Y de todas maneras, si no lo logra electoralmente, una “derecha” débil, colaboracionista, carente de convicciones, ideas y sobre todo, de integridad y de gente idónea, si hará lo que será evaluado rápidamente como un pésimo gobierno, y fortalecerá enormemente a la alternativa de la izquierda para ganarlo todo en la siguiente elección. No nos engañemos, con la parvada de parlamentarios de derecha actuales, y menos si no son mayoría absoluta, no se podrá hacer absolutamente ningún cambio. ¿Y Ud. imagina a una Mathei cerrando las fronteras de una, de verdad, minándolas, denunciando tratados internacionales, derogando los decretos de Bachelet para privilegiar a los “migrantes”, armando a los policías y autorizándolos a disparar, y cerrando el INDH? Buscarían mil excusas para hacer lo de siempre: nada.

Si Boric le entrega el gobierno a la “derecha”, lo hará solo de cargos. El poder lo mantendrán ellos, controlan casi todas las instituciones, las corroyeron e infiltraron, y están estableciendo  en ministerios varios una verdadera “nomenklatura” progre, la que moverá efectivamente los hilos del poder, no importa el presidente, los ministros o quien sea. Es lo que ocurre en Relaciones Exteriores y Vivienda, con ministros obsoletos y de adorno. Con la nomenklatura-palabra rusa, Stalin cimentó la Unión Sovietica, acá será lo mismo.

Entonces quizás al fin se entienda, que el “merluzo” no es un imbécil, sino lo contrario. Es un pésimo gobernante, pero un magnífico y eficaz revolucionario deconstructor, que está sentando las bases de un nuevo orden contrario a nuestra cultura, valores, Historia y convicciones. Nunca más Baquedano, no más Chile, ni chilenos.

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Claudio Moran Ibáñez


Soy anticomunista, racional, no visceral. Me he dedicado por muchos años a observar y estudiar ese “fenómeno” social e histórico que lleva a millones a una visión del hombre y el mundo incompatible con la naturaleza y el orden natural, la lógica y la realidad, observaciones que me han permitido entender los errores comunes que van desde tratar de bajarle el perfil al tema hasta a considerar que se trata -el comunismo-, de una “ideología fracasada”, que viendo como Chile cayó, y no es el único, no veo el “fracaso” sino lo contrario. El error de diagnóstico lleva a la muerte al enfermo.

El comunismo es una gran conspiración histórica permanente, organizada y dirigida. Tiene partidos, que sólo son su faceta pública y electoral, instrumental.  El comunismo tiene una ideología, pero no es una ideología, ella es flexible y adaptable, todo se supedita al logro del fin de la conspiración: lograr el poder, mientras más absoluto mejor, y sobre pueblos completos, ojalá toda la humanidad. En el camino de decadencia marcado por la revolución francesa, surgió al siglo siguiente el cuento del “Manifiesto Comunista” de Karl Marx, y ese cuento se ha adaptado a distintas épocas, lugares y situaciones. Requirió del Leninismo para plasmarse en el gran experimento socialista del siglo XX, pero siguió mutando y adaptándose, “aggiornandose” con Gramsci, la Escuela de Frankfurt y muchos otros. Hoy en día, el comunismo ya no habla de marxismo, sus seguidores son multifacéticos, de escasa profundidad cultural-nada de sesudas discusiones ideológicas-, y convergen en ese “cauce” autodenominado “progresismo” es decir, la aureola de apariencia positiva con que pretenden disimular que, en realidad, sus seguidores están en contra de todo, comenzando por la Historia a la que tratan de borrar en un juego macabro llamado “descolonización”, y hacer retroceder siglos a los pueblos, contrariando en la esencia el mito del progreso. Y ese mito plasmado en una versión mundial se denomina “globalismo”, que no es sino con sus múltiples particularidades, el “comunismo del siglo XXI”, que se expande gracias a la guerra cultural seguidora del maestro Antonio Gramsci, y además con el auspicio de la ONU y el Foro de Davos, de manera “soft”, para que las masas no lo noten. Pero no todos somos masa, ni siquiera en Chile.

Como soy anticomunista, no creo en el mito escatológico de la irreversibilidad de la revolución o como quieran llamarle, el mito comunista que suplantaría  al Estado como forma política. El globalismo ha logrado conceptualizar la concreción del “internacionalismo proletario” (“no tendrás nada pero serás feliz”) a través del Súper Estado mundial, para eso con su maestría para infiltrar-el comunismo- se apoderó hace años de la ONU y todos los organismo internacionales, cuyo “programa de gobierno” es la Agenda 2030, diciéndose que este, Chile, es el país más dócil para ir implementándola. El gobierno mundial, que superara los “estados nacionales” derivados de la “paz de Westfalia”, tiene desde hace años en Chile un fértil campo de experimentación social y política. Y derivado de sus éxitos, que son más que sus tropiezos, tengo la convicción que nuestro país es hoy ya, un país comunista. No, no hay que escandalizarse, esto no es espontáneo, es trabajo de muchos años, y como no creo en las ideas comunistas, tampoco creo sea una situación irreversible aunque, claro, no solo hay que luchar y vencer a las cúpulas que se apoderaron y utilizan al Estado nacional, sino ya hay que hacerlo con el supra-estado mundial en crecimiento. La burguesía de este país ha hecho el ridículo jugando el juego constitucional por dos años, sin siquiera entender que desde hace varios años el tejido social, la cultura y las mentes se infectaron del “neocomunismo”. Baste escuchar “hablar” a los chilenos promedio.

Y mis conclusiones dramáticas de por qué  llegamos a esta situación de “comunismo-soft” (por ahora soft, más adelante y pronto, será “hard” con los soldados de la revolución), se basan en el pensamiento de Gramsci, de la “hegemonía cultural”: si la finalidad del movimiento comunista o como se llame es alcanzar el poder total, pero no en la supraestructura formal de un país sino en la base cultural de su pueblo, concluyo que mayoritariamente lo han logrado. Y nada tiene que ver con la presidencia de la cámara en la comunista Cariola, eso sería banalizar el tema serio que nadie enfrenta. Hoy en día en Chile, el único proyecto social en vigencia es el de la izquierda neomarxista y su visión del mundo. Mucho más allá de la infiltración y control de prácticamente todas las instituciones del país, de toda índole, en cuyos interiores existe una despiadada “razzia” por apoderarse los cargos y posiciones que están estableciendo una “nomenklatura” o nueva clase dirigente que toma y ejerce el poder real, persecuciones políticas descaradas que la prensa acalla -también controlan los medios-,existe algo mucho más grave: el chileno medio aparece resignado a su suerte, ya sin energías, perdida la brújula. Piensan como “progres”, hablan “idioma inclusivo”, identidad de género, cambio climático, legalización de “migrantes”, ya lo asimilaron sin cuestionárselo. Ya no piensan,-prefieren “no saber”-,y son  una masa de gente triste sin sueños ni esperanzas, como zombies. Recorren nuestras calles con miedo. No esperan nada de nada ni de nadie, porque hasta la vida espiritual de nuestro país se ha minimizado con la cooptación de personeros religiosos para el “Nuevo orden”, eso es innegable. No, no existen conceptos e ideas claras y decididas alternativas, en realidad, una verdadera ideología anticomunista. Todos los caminos llevan a Roma dice un viejo adagio, y es verdad, todo apunta en Chile a la consagración de un Estado para el Nuevo Orden. Chile ya no es un país soberano, ¿Quién cree Ud. que obliga a mantener las fronteras abiertas y a legalizar a millones de extranjeros? La ONU, es su política declarada, así como su paradigma falaz de los “derechos humanos” prohíbe cualquier reacción contra el terrorismo, el crimen organizado, y supeditan la actividad económica  al igualitarismo sin crecimiento. Miles de extranjeros de varios orígenes, hasta iraníes, establecidos dentro del territorio nacional, sumados a cubanos, venezolanos, carteles extranjeros, los “soldados de la revolución”. Policías, ambas, absolutamente debilitadas y menoscabadas; el chileno siente que nadie lo protegerá si lo asaltan y atacan, siente la discriminación frente al inmigrante traído a Chile no solo para cambiar el padrón electoral ya en las elecciones que vienen, sino algo más grave: para suplantar a mediano plazo a la nación, al pueblo chileno que para peor, no quiere tener hijos. En pocos años nos extinguiremos y seremos reemplazados por caribeños, y nuestro territorio desgajado hasta por Bolivia.

Entonces, el comunismo se impuso en nuestra patria por simple omisión: inexistencia de una verdadera clase dirigente proba y con virtudes; debilidad y falta de identidad cultural; inexistencia de conceptos, valores e ideas, y por qué no, ideologías alternativas al comunismo-globalismo. Fuerzas políticas defensoras de la soberanía e identidad nacional; proyecto claro de conducción y desarrollo nacional. En el país de los ciegos el tuerto es rey. Este, el actual es lo peor de lo peor como gobierno, pero su aprobación no baja del 30%. Es porque un 30% de los chilenos están convencidos que esta locura globalista neomarxista es lo correcto, y el globalismo se ha encargado desde hace años, que tampoco eso que llaman “derecha” se ponga en contra, han impedido surjan líderes y proyectos políticos serios en pro de la nación chilena. La verdad, la así llamada “derecha” se corrió a centroizquierda, infiltrada por el neocomunismo, carece de ideas, identidad y proyectos, nada que ofrecer. Dividir para reinar. Así, entre ese 30% estadístico que piensa, come, bebe, se droga y sueña comunismo, el otro 70% parece no saber que pensar, esta aterrado, carece de sueños, son zombies que caminan en las calles tratando de comer y que no los maten. Nos están borrando el pasado, la Historia, y a nadie le importa. Pero el futuro, para nosotros no existe. No hay alternativa, comunismo o comunismo, por eso lo lograron, Chile hoy, es comunista. Porque el verdadero poder consiste en controlar el pensamiento colectivo, en sembrar y provocar aceptación de la realidad que se quiere imponer, y eso este gobierno, que es comunista-todo marxista y Boric lo es, es comunista aunque no milite en dicho partido. Ahora viene la fase de institucionalización formal de un sistema totalitario que se apoderó de mentes y conciencias. Con la colaboración generosa de una seudo-“derecha” que carece de lo esencial: ser anticomunista. Son colaboracionistas._

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