Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh


En un análisis inicial realizado por la Fundación Trabajo y Progreso, del incisivo y acertado ex Convencional Martín Arrau, determinaron al menos 7 puntos sensibles en los cuales la ciudadanía debiera prestar especial atención. Ello porque son, justamente, temas profundos y arraigados en el alma nacional los cuales, a pesar de haber provocado el fracaso rotundo del proceso anterior con un fuerte pronunciamiento de los chilenos, la sempiterna ideología del presidente y sus seguidores persisten en instalar en nuestra Carta Magna, desoyendo la fuerte expresión ciudadana al respecto.

A saber, primero, en el texto de los “expertos” han omitido expresamente la protección de la vida del que está por nacer, yendo en un total contrasentido de lo que millones de chilenos ya se manifestaron; segundo, no se consagra expresamente la elección entre los sistemas públicos y privados de salud, abriendo la puerta a la existencia de un monopolio estatal y a la imposibilidad de que los ciudadanos puedan determinar en base a sí mismos; tercero, no se consagra a las FFAA y de Orden en rango constitucional. Ello implica dejar a los cuerpos armados a disposición de las autoridades de turno y, a la luz de lo ocurrido en las últimas elecciones, por Dios que es algo nefasto; cuarto, se coloca a la paridad de género por sobre la igualdad ante la ley. Ello implica norma que pasa por sobre la voluntad ciudadana, tergiversando el sentido del voto popular y sometiendo a las mayorías a minorías; quinto, se conceden derechos especiales a indígenas, pasando nuevamente sobre la igualdad ante la ley. Como en el caso anterior, quienes no somos indígenas quedaremos sometidos a leyes comunes y no se estará ya en igualdad de condiciones ante un conflicto determinado. Así, jueces de turno ejercerán su poder sin mirar, necesariamente, lo procedente, sino la identidad de los ciudadanos en conflicto; sexto, no se garantiza el derecho de propiedad sobre los fondos de pensiones. Así, continúan con cegada visión su tarea de destruir el sistema previsional vigente, además de dejar la puerta abierta para confiscar lo ahorrado como ya lo han hecho en otros países; y séptimo, no está suficientemente fortalecido el derecho a la seguridad. En esa exclusión está el destino de los chilenos respecto a ser meras víctimas sin ningún derecho frente a la delincuencia, a terroristas, a corruptos y a una interminable fila de usurpadores de derechos de los demás, encabezados por los políticos que ya instauraron la partitocracia en nuestro Chile querido.

Cuando se trata de proteger a los ciudadanos, nada puede ser dejado al azar. Los principios y los valores son intransables, así como la libertad en todo orden que no implique restringir legítimos derechos de otros. En ese sentido, el tristemente célebre “Comité de Expertos” ha caído bastante bajo y dejado expuestos a millones de seres humanos al sometimiento estatal, cuyas consecuencias son conocidas por la experiencia de otros países dominados hoy por el miedo, el hambre y la desesperanza.

No es lo mismo decir: “vamos a comer niños” que decir: “vamos a comer, niños”, ni decir: “no nos rendiremos” que decir: “no, nos rendiremos”.

Ante una ideología peligrosamente antidemocrática, no es prudente desestimar ni siquiera la importancia de una coma. Será tarea de los Consejeros Republicanos profundizar en ello y utilizar en su máxima y perfecta expresión la morfosintaxis, evitando con ello la redacción ambigua y “habilitante” que tanto desea Tellier, su oscuro camino para consolidar el poder del marxismo en Chile. Nuestro bello país bien vale una coma y, colocada en el lugar preciso, tendrá casi el efecto de un verdadero puntapié.

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