Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh
La frase “EL DIABLO VENDIENDO CRUCES” es una antigua e irreverente expresión, que se utiliza en algunos países de Sudamérica para señalar la incongruencia o incompatibilidad de ciertas acciones o actividades con quien, en un momento dado, las ejerciera y causando con ellas estupor e incredulidad en aquellos que contemplaran, oyeran o conocieran dichos hechos”... Está contemplado en el “Diccionario de dichos, usos y costumbres populares en América”- 3ª edición, Editorial Zig-Zag, Santiago de Chile 1933.
La frase también la usó nuestro coterráneo, tío, poeta y músico popular Roberto Parra, hermano de Nicanor, en una simpática entrevista publicada por el periodista David Albala en un Diario el día 05 de diciembre de 1994, titulado “Soy como el diablo vendiendo cruces” refiriéndose, cómicamente, a un proceso posterior a una delicada operación, periodo en el cual se acostaba temprano y predicaba el cuidado luego de reconocer haber sido, “tan rechucheta” (sic).
Otro que también usó la frase fue Antonio Zamorano Herrera, el otrora conocidísimo cura de Catapilco, quien fuera también candidato a presidente en 1958. Luego de su aventura política, lanzó en dos tomos el libro “El diablo vendiendo cruces”. En una entrevista de la primera quincena de abril de 1977, el periodista manifiesta en su presentación lo siguiente: “Ha demostrado con sobradas razones que cristianismo y marxismo son absolutamente incompatibles…”. Dice también que los tomos son “una verdadera Biblia u homenaje que el sentido común le rinde a la razón…”.
En otra publicación, el viernes 14 de diciembre del año 2018, Sebastián Piñera Echeñique, Presidente, empresario y otras características innecesarias de nombrar, manifestaba en su discurso en la cena de aniversario de uno de los Partidos de ChileVamos, en el cuál dirigió sus dardos a los gobiernos de izquierda junto a las pasadas administraciones de la Nueva Mayoría y de la antigua Concertación, frases como las siguientes:
- "La gente de izquierda promete el paraíso, pero nos va a entregar el infierno como ha ocurrido en tantas otras partes del mundo porque no comprenden la naturaleza humana”. A esa frase le suma la desconfianza que dicen tener los gobiernos de izquierda de la gente y que, por lo tanto, es el Estado el que sabe que es bueno o no, tildándolos de anti libertad y anti democráticos;
- “Es más fácil prometer la mano visible del Estado que la mano invisible de la libertad, la igualdad de oportunidades y el esfuerzo personal”, otra genialidad.
En una reciente entrevista en otro importante medio de comunicación el día domingo 14 de enero, el mismo personaje manifiesta las siguientes frases:
- “No haber logrado un acuerdo constitucional que fuera aprobable debilitó a la derecha.”;
- Manifiesta también: “No me arrepiento…”, cuando se le recuerda que fue en su segundo mandato donde se abrió la puerta a los dos onerosos, aberrantes y fracasados procesos constitucionales;
- En otro chispazo jesuítico dice: “Seguimos el camino del diálogo y no de la fuerza. Fue una muy buena decisión…”;
- Pero también reconoce que: “Yo creo que eso va a volver a ocurrir en el futuro…”, refiriéndose a la posibilidad de que la izquierda insista en un nuevo proceso;
- Remata su inspiración con una frase que, se supone, aterraría a un octubrista: “… La soberanía reside en la gente, no en la calle, y menos en los violentistas…”, refiriéndose a la carta que firmaron desde la Democracia Cristiana al Partido comunista el 12 de noviembre del año 2019, en que manifestaban que el proceso constitucional estaba lanzado y que lo proclamó la calle.
Vamos con el análisis.
La palabra “hipócrita” se refiere a alguien haciéndose el inocente, alguien que se refiere a algo pretendiendo buena voluntad o buena conducta, alguien de dudosa reputación intentando reclutar a otros en un proyecto aparentemente loable.
¿Cuántas frases como “fue un acuerdo por la paz” nos comimos los chilenos? ¿Cuántas veces nos hablaron de “… lo mejor para el país…”? ¿Cuántas veces nos han hablado de igualdad? ¿De nuestros hijos? ¿De la educación? ¿De la salud? ¿De la unión? ¿De la solidaridad? ¿De justicia? ¿Del futuro? Miles de veces y luego de 34 años nuestros ciudadanos siguen esperando que se cumpla al menos una de esas promesas. De Guatemala a Guatepeor, decían los viejos.
Resulta casi irrisorio que hoy venga el mayor destructor de nuestra patria a hablarnos de “acuerdos constitucionales”, de “no sentirse arrepentido…”, de “haber seguido el camino del diálogo y no de la fuerza….”, y además hablar de la seguridad de que volverá a ocurrir en el futuro y de que la soberanía reside en la gente no en la calle, y menos en los violentistas.
Nunca debemos olvidar que este nefasto personaje, siendo un fiel servidor de los principios Demócrata Cristianos, dividió la derecha nacional hace más de una década. Con ello logró hacerse Presidente y, a mi modo de ver, no democráticamente. Los miopes seguidores del mencionado lo designaron como el candidato por el cual debía votar un importante sector, pero no se tuvo alternativa de poder elegir a otro. Eso no es democracia. Luego de haber arreglado el término de su primer período con Michelle Bachelet, con quien tomaba el sol en el lago Caburgua, le entregó nuevamente el mando del país a una terrorista declarada, pegada al Partido Comunista y a sus huestes, además de promover la instalación de un gobierno del tipo totalitario al mejor estilo venezolano o cubano. Y así continuó la dupla demoníaca cumpliendo sus ambiciones, mientras la nuevamente miope elite de derecha lo volvía a instalar en el Palacio de Gobierno.
Promesas más promesas menos, nuevamente teníamos un ambicioso, cobarde y vende humo como primera autoridad, pero en esta oportunidad las papas no se le dieron tan fáciles, ni siquiera con el apoyo solapado de la Comandante Claudia y sus secuaces. El fallido golpe de Estado de la izquierda a través del lumpen y de agentes extranjeros le cayó encima como un balde de agua fría. Cobarde como es, entregó a su pueblo antes que enfrentar al enemigo. Nos vendió como Judas en medio de los incendios, asaltos, impunidad judicial y del ataque feroz de las mismas instituciones del Estado y de la prensa nacional a los únicos que enfrentaron a terroristas y delincuentes, Carabineros de Chile, Policía de Investigaciones y las Fuerzas Armadas, también atacados hasta el día de hoy por el Ministerio Público.
El origen del desastre nacional reside en ambos pares de manos y de quienes los instalaron ahí. Muchos son los responsables de ese origen. No debemos olvidarlo.
Aún están en el Parlamento, en el Ejecutivo, en el Poder Judicial, en la Contraloría General de la República, en el Servicio de Impuestos Internos, en el Consejo de Defensa del Estado y en la totalidad del servicio público, disfrutando del beneficio de la corrupción y de la impunidad.
Se acercan elecciones Regionales y Comunales y, el próximo año, tendremos las Parlamentarias y las Presidenciales.
No tengo ninguna duda de que ya muchos de los mismos están en campaña, utilizando los fondos que el mismo sistema, decidido por ellos, les proporciona. Así, ¿quién no?
Es hora de decir basta a la corruptela que permite el narcotráfico, las bandas organizadas, los homicidios, el nepotismo, la corrupción y la impunidad. La decisión está en manos de los ciudadanos y de nadie más.
La única manera de parar la vertiginosa caída al despeñadero es no cayendo en el juego de siempre. Es hora de abrir los ojos y de entender que ese que anda nuevamente hablando es sólo el diablo, vendiendo cruces.
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