Freddy Blanc Sperberg
Ya casi sin asombro vemos a nuestras autoridades electas, y otros sólo autoridades, aparecer en las noticias haciendo anuncios rimbombantes que, en el fondo, no son más que el sonido de un gran bombo, hueco como empanada de queso, liviano y sin otro sentido que acompañar una comparsa distinta en sí misma. En lo físico, sólo queda el movimiento del órgano auditivo ya que, como idea, no logra despertar al cerebro y alertar el sentido común provocando el correspondiente pensamiento crítico.
Una Ministra, en un lenguaje inentendible, trata de justificar un nuevo plan de atención de seguridad ciudadana, sabiendo que resultará en un fracaso. Si, la misma que anunció parlantes mágicos para controlar la inmigración. Sí, la misma que con tantas mesas de trabajo tendría para dotar con el necesario accesorio muchas viviendas. Sí, la misma que se relaciona con narcoterroristas y que nunca encuentra las palabras adecuadas para condenar la delincuencia, la corrupción, el nepotismo, los gobiernos dictatoriales de izquierda ni las faltas de respeto hacia la figura de su propio presidente.
En lo Judicial, un Ministerio Público evidenciado en su actuar antojadizo e ideologizado, cae ante el peso de la verdad que destruye, de cuajo, una mentira montada que nunca debió ser, más en las manos de quienes juraron brindar un servicio que debe procurar al hombre algo que es sagrado, un juicio justo, ni más ni menos. La esfera más alta del Poder Judicial, manchada por unos aterrorizantes mensajes grabados en el celular de un oscuro personaje (pero que brillaba encandilando a diestra y siniestra hasta hace poco), se retuerce ante las miradas acusadoras de millones de ciudadanos. Hoy, como dijo Tomás Mosciatti, una verdadera guerra civil divide a los Supremos. Se acabó el oscurantismo de un poder que siempre debió ser correcto. No obstante, ideologías y pensamientos turbios abocados al poder y la ambición de enriquecimiento llevaron a muchos a actuar al margen de lo que juraron aplicar. Buscando un salvavidas, han intentado crear Comisiones de Ética para investigar a quienes faltaron a la ética, conformadas por los mismos que faltaron a la ética. E incurren en la torpeza de que lo que están creando no es legal, no tiene fundamento jurídico ni poder sancionatorio. ¿Quién entiende que los mismos que cometieron las irregularidades pretendan crear un Manual para controlar ambiciones que a todo el mundo les enseñan desde niños? Increíble, por decir lo menos.
Algo bueno, mis respetos al Fiscal Ángel Valencia. Creo que está bien encaminado y muestra una ruta clara, certera y con resultados. La única cara visible creíble hoy en día, ya que el Ministro de la cartera pareciera estar en otro país, algo así como Narnia. No por nada el tema de la cárcel nueva que no era nueva, que también era de alta seguridad pero no tanto como alta seguridad, que cuesta 90.000 millones cuando todos saben que no es así y que no tiene idea de lo que habla su Presidente al respecto, lo hacen aparecer más bien como una bailarina de resorte, de esas que se pegan sobre la guantera del auto, para que baile al ritmo de la música del gobierno o al inestable movimiento de un auto con un cilindro fallando.
Venezuela llora. Y no es para menos. Pero no sólo Venezuela, también el mundo libre. Ríen y celebran los comunistas del mundo. Otros comunistas, que no desean que los demás sepan que es comunista aunque todo el mundo ya lo sabe, callan y ponen cara de circunspectos, gesticulan, modulan y emiten sonidos que parecieran ser condenatorios, pero, como el bombo, no contienen nada. Nada se logra si las palabras no van acompañadas de acciones. La OEA pretende dictar una orden internacional contra el criminal chavista, ídolo de la Ministra Vallejo, de Karol Cariola, de Marco Enríquez-Ominami, de su esposa Karen y de su hija, ídolo de Navarro, sí, el de los dedos mágicos, de Lautaro Carmona, de Daniel Jadue, de Michelle Bachellet y de muchos más de izquierda y también de derecha, adoradores de cosas materiales, superfluas, intrascendentes y llenos de utopías tóxicas para quienes les rodean, más no para ellos.
Vamos con un análisis.
Mientras nuestra casta política se saca los ojos por un sillón para calentar durante 4 años, el planeta continúa con su interminable rodar, impertérrito ante las atrocidades que generan sus habitantes.
Creo que ni Dios imaginó tanto. Es cierto que nos dio el libre albedrío para que tomáramos nuestras propias decisiones, pero dudo que siquiera haya imaginado el verdadero monstruo que con tanto amor estaba creando. No obstante, desde temprano se percató de que no éramos su mejor creación, al menos en sentimiento, y ya nos imponía normas reflejadas en las Tablas de la Ley y los 10 mandamientos.
Han pasado milenios y la Torre de Babel se vuelve cada día más presente. Ya nadie se entiende con nadie y una gran cantidad de seres humanos, de una u otra forma, quieren llegar a la altura de Dios creador. La humildad, el dolor, la filosofía, la prudencia, las desgracias, la piedad y un sinfín de otros conceptos no han sido suficientes para mantener al hombre como un ser más que habita la Tierra, destinado a reinar sobre las demás especies.
La ambición ha llevado a muchos a desear y tener lo que no se merecen, a tomar lo que es de otro, a obligar a otros a aceptar sus abusos, a someter con ideología, hambre, miseria y muerte a naciones enteras, sin un ápice de remordimiento, sólo porque así lo ambicionan.
Olvidarnos de Dios es olvidarnos de nuestra esencia, de nuestra razón de ser, de nuestro fin último que es, ni más ni menos, la trascendencia.
Muchos seres humanos aceptan todo porque no tienen opciones. Es esto o esto, nada más. En ese caso el libre albedrío lo somete a una disyuntiva, vivir o morir. Si elige morir, para quien los tiene surge una nueva disyuntiva, ¿y mis hijos? ¿Qué será de ellos?
Las decisiones de ese tipo nunca han sido fáciles, pero nadie nos dijo que donde hoy habitamos es el Paraíso. Según lo que nos enseñaron, llegamos al mundo en una especie de castigo porque alguien cometió un pecado. Así, nuestro paso por la Tierra no debe verse como un interminable sufrimiento, sino como un esforzado paso para una etapa siguiente. Ese sí es el Paraíso.
En esas circunstancias, no queda más que vivir la vida tomando decisiones. O aceptamos ser sometidos esperando una situación mejor o, sencillamente, nos oponemos a la esclavitud y nos arriesgamos a las consecuencias.
Mientras Augusto Pinochet entregaba el mando de un país en crecimiento, en un magno acto republicano luego de haber perdido las elecciones, 34 años después otro mandatario, narco socialista, no entrega el mando y prefiere retener el poder a sangre y fuego, manteniendo a su pueblo en la miseria como lo son Cuba, Nicaragua y Korea del Norte. Queda claro que sólo las armas quitan el poder a los verdaderos dictadores.
Decía Hipócrates: “Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron”. Por su parte, Confucio enseñaba que: “No hagas el bien si no tienes la fuerza para soportar la ingratitud”. Comprendiendo que ofendo a los nombrados, no puedo dejar de incluir también intervenciones de nuestro presidente quien, en un twit del 05 de marzo del año 2013, manifestaba: “Mucha fuerza a todo el pueblo venezolano. ¡Somos muchos los chilenos que estamos con ustedes! A seguir profundizando la revolución bolivariana”.
El periodista ideologizado de Televisión Nacional, Iván Núñez, fue detenido por las fuerzas policiales venezolanas y deportado cuando, supuestamente, se encontraba haciendo su trabajo. Resulta curioso que algo así le haya ocurrido a él en Venezuela, bajo un régimen que le encanta y en el que, además, se supone que las fuerzas policiales son del pueblo y defienden el pueblo, la libertad y un sistema en que todo el mundo sería feliz, algo así como un paraíso socialista donde la alegría ya llegó, y que eso nunca le haya ocurrido en Chile bajo la tiranía de Sebastián Piñera, donde la policía, según él y otros como él, es opresora y violadora de los Derechos Humanos.
Como dirían los viejos, las vueltas de la vida.
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