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Gonzalo Rojas S.


Esta vez no son cuatro, sino cinco, los jinetes del Apocalipsis que están devastando Chile.

La violencia, la pandemia, la inflación, la sequía… ¡y la Convención!

Al contemplar el modo en que cada uno de ellos cabalga procurando arrasar con parte de nuestro modo de vida, se aprecia la lucha entre ideología y realidad.

En la expansión de la violencia oímos una vez más la explicación ideológica: los condenados del mundo (así se expresaba Fanon) ya no resisten más y arrasan con todo… lo queman todo, nos dijo una presidenta del partido de Jackson. Pero, en realidad, es el odio irrefrenable lo que explica la violencia. Un odio potenciado por los desarraigos de la ruptura familiar y de la carencia de educación. Pero la ideología nos dirá siempre que todo se explica por la explotación.

En la persistencia de la pandemia se asoma también el veneno ideológico: sólo el Estado puede enfrentar un fenómeno de esta magnitud, nos dicen. Pero la realidad ha sido muy distinta: una vez más la subsidiariedad ha impulsado a las fuerzas sociales como el primer motor de la ayuda a los más desvalidos (así lo han hecho las confesiones religiosas, las Ongs, y muchos otros cuerpos intermedios) y la cooperación de los dos subsistemas de salud, público y privado, ha llevado a Chile a constituirse en un ejemplo mundial de vacunación y atención hospitalaria.

La inflación devasta el poder adquisitivo de los más pobres, pero la ideología nos dice que carecen de ayudas (curiosamente, muchos no han vuelto a buscar trabajo, porque están acomodados a partir de sus bonos y retiros). La realidad se impone dramáticamente: los dos dígitos inflacionarios están a la vuelta de la esquina, pero la ideología persiste en su empeño por entregarle dinero a las personas, ganándose así el favor de los mismos a los que la inflación destruye.

Como si todo lo anterior fuera poco, una década de persistente sequía es explicada desde la ideología por el dogma del cambio climático y, peor aún (porque el calentamiento global tiene elementos de realidad) es que se concluya que, entonces, el agua debe ser nacionalizada. Esa conclusión no fluye más que desde la ideología y contradice la realidad de las necesidades agrícolas y mineras que son decisivas para el desarrollo nacional.

El broche de oro, o más bien la guadaña de frío acero, lo pone la Convención. Desde las izquierdas que la controlan, la ideología busca convertirse en sistema de normas, quiere destruir todo sentido común -esa persistencia de la realidad en el corazón humano-  procura que la violencia se normalice, que la pandemia elimine la libertad en la salud, que la inflación no importe (los recursos para tantos desvaríos constitucionales, ¿de dónde saldrán?), que la sequía sirva de pretexto expropiador… 

“Las ideologías ocultan la realidad, pero no la hacen desaparecer; un día u otro la realidad desgarra los velos y reaparece”, nos advirtió lúcidamente Octavio Paz.

Fuente: https://viva-chile.cl/2022/05/los-cinco-jinetes/

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