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Gonzalo Rojas Sánchez


Cataldo, el ministro comunista de Educación, ante los hechos gravísimos de violencia en establecimientos educacionales, ha declarado: “Nosotros condenamos absolutamente todos los hechos de violencia que se suscitan en el contexto educativo, particularmente en este caso en el escolar”.

“Contexto educativo y escolar”. Sobre esa dimensión de la violencia recayó la condena del ministro. No fueron las suyas palabras de repudio generalizado a la violencia en todas sus formas, como debieran haberlo sido si estuviera convencido de su intrínseca maldad. No, para Cataldo pareciera que la violencia –porque es ministro del ramo, además– es solo reprobable en el “contexto educativo y escolar”.

Concluir que Cataldo omitió una condena generalizada de la violencia debido a su filiación comunista, no es en absoluto exagerado o gratuito. Lo juvenil (que por supuesto, siempre ha incluido lo escolar y lo universitario), la calle y la violencia, han sido, en la teoría y en la práctica de los comunistas, tres elementos que se han articulado hasta necesitarse absolutamente. No puede haber juventud auténtica sin violencia en la calle; no debe consolidarse la tranquilidad burguesa de las calles, para lo cual existe la violencia juvenil y, finalmente, han de ser imprescindibles los actos de violencia juvenil en las calles para hacer la revolución: ayer, hoy y siempre.

Ahí han estado las JJCC, en la revuelta de plaza Bulnes del 46, en la revolución de la chaucha del 48, en el sangriento 2 de abril del 57, en el enfrentamiento con un mirista muerto en el 70, en el asalto a Ingeniería de la U. de Chile el 71, en la batalla campal de la PUCV el 73, en las revueltas poblacionales de 1983-5 y en la ofensiva del Parque O’Higgins, con Juan Pablo II presente, el 87… y en tantas otras oportunidades, así hasta hoy.

Lo notable es que Cataldo sabe que detrás de las actuales revueltas escolares no están las JJCC, sino grupos del PCR trotskista y de los más variados sectores anarquistas. Competencia directa de las fuerzas juveniles comunistas, Cataldo ha descartado el valor político de esa violencia extrínseca al PC, afirmando “que no se romantice algo que no es romántico”.

Pero para Jara, la candidata de Cataldo, el Che Guevara sí que practicó una violencia romántica, tan admirable, que ella misma coordinó el homenaje en Chile a los 30 años de la muerte del criminal guerrillero argentino.

Así es. Cuando la violencia –partera de la historia decía Marx– está bajo control comunista en tiempo y lugar, entonces sí es romántica y redentora.

Fuente: https://viva-chile.cl/2025/08/cataldo-jara-y-la-violencia/

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