miércoles, 25 de julio de 2018
Dos ministros de derecha inexplicablemente designados por el centroizquierdista Sebastián Piñera se encuentran hoy bajo el fuego graneado de la prensa y políticos de izquierda, que suelen opinar la misma cosa. Tienen en común ambos ministros haber dicho cosas verdaderas, razonables y convenientes, lo que la sociedad chilena simplemente no puede tolerar.
El de Educación expresó la quintaesencia del sentido común al exponer, en un discurso escrito, que le llegaban múltiples cartas de establecimientos escolares públicos que se llovían; y se preguntó por qué los padres de los alumnos no hacían un bingo para recolectar fondos y reparar las techumbres. Obvio: si lo hicieran, podrían contratar un maestro que por doscientos mil pesos les taparía las goteras. En el bingo no tendrían que aportar más de dos o tres mil pesos cada uno, suma perfectamente al alcance de todo el mundo.
Pero como en la mochila de casi todo chileno siempre van una hoz y un martillo, porque la gran mayoría es de mentalidad socialista, les resultan escandalosas estas soluciones privadas para los problemas públicos. Claro, lo que quieren es un llamado a propuestas públicas de 50 mil millones de pesos para tapar las goteras de todos los liceos, previo un trámite burocrático que va a durar dos años y en que algunos contratistas se van a poner de acuerdo con otros para cobrar un sobreprecio, a cambio de pasar un sobre cerrado a algún funcionario. Y después de gastados los 50 mil millones, van a seguir llegando cartas para que se haga tapar las goteras, porque así funciona el Estado y si no me creen pregunten por el puente Can Cau, cuya primera piedra puso el Presidente Piñera ubicándose al centro de la foto.
La mejor solución es la del bingo y que un maestro arregle el techo por 200 mil pesos. Pero estamos a punto de que periodistas, políticos y opinólogos crucifiquen al actual titular por tener la mejor idea que ha expresado un ministro de Educación en los últimos veintiocho años.
Algo parecido le ha pasado al ministro de Economía por decir la verdad a un entrevistador, reconociendo que tiene inversiones fuera del país y que eso es bueno, porque no conviene poner todos los huevos en una misma canasta. Es tan razonable esto que las AFP, obligadas a velar por los fondos provisionales de los trabajadores chilenos, tienen el 40% de sus inversiones en el exterior. Y el propio Presidente de la República, tras vender LAN en 2010, sacó 1.800 millones de dólares a paraísos fiscales del exterior, es decir, más del 70 % de su fortuna. Claro, hasta que ello fue públicamente comprobado él había sostenido que su patrimonio lo manejaba un fideicomiso ciego y no tenía idea de dónde estaba invertido, pero después y gracias a una querella interpuesta por un diputado comunista, todo el país se enteró de que había traspasado a sus hijos y nietos el grueso de su patrimonio y que éste estaba en paraísos fiscales. Entonces el Presidente no pudo seguir diciendo que no tenía idea.
¿Y qué hizo? Puso “cara de palo” y exhibió certificados de Impuestos Internos de que había cumplido con las leyes.
¿Qué deben hacer los ministros acosados en los “juicios por los diarios”? Lo mismo que su jefe. Sobre todo que ambos han dicho la verdad y tienen razón. El de Educación debe exhibir un presupuesto de cualquier maestro acreditando que puede tapar las goteras de cualquier escuela pública por lo que recolecta un bingo; y el de Economía debe obtener un certificado de Impuestos Internos acreditando que su situación tributaria está estrictamente ceñida a la legalidad. Si se lo dieron al Presidente, no se lo podrán negar a él.
Y el de Economía puede agregar que, además, su principal preocupación es convencer a los inversionistas extranjeros de que hagan lo mismo que él: llevar más recursos al exterior, es decir, en el caso de ellos, traerlos precisamente a Chile.
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