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28 de abril de 2025 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Leyendo la columna del DC Jorge Correa Sutil, el sábado en El Mercurio, concluí que mientras exista ese partido no habrá reconciliación. 

¡Qué manera de dar vuelta las cosas! Quiere que Evelyn Matthei, que dijo lo que todo el mundo sabe o debería saber, que en 1973 no había más remedio que la intervención militar, ahora se desdiga y, afirma, "la única forma de lograrlo sea una rectificación clara, franca y sencilla de lo dicho". ¡Quiere que sea igual a Aylwin!

En realidad, lo único que debería rectificar Evelyn Matthei sería un añadido que hizo a su declaración, porque, después de reconocer que no había otra alternativa que el golpe, añadió que "en 1978 o 1982" sucedieron cosas inaceptables. Y esto último no es verdad. Según el Informe Rettig, en 1978 cayeron, víctimas de enfrentamientos, sólo 9 personas, y en 1982, 8 personas. 

Es decir, el país ya estaba pacificado. Además, tenía alto crecimiento económico, sólo interrumpido justamente en 1982 por la reducción de la entrada de moneda extranjera a nuestra economía, ese año. Antes habíamos vivido excelentes ejercicios, a partir del "tratamiento de shock" de 1975, similar al aplicado por Milei en Argentina.

Y ya Chile en 1990 era un país tranquilo y pacificado.

Acá Aylwin fue el mayor culpable de que no se hubiera mantenido después la reconciliación total que logró Pinochet. Éste entregó un territorio donde estaban controlados la delincuencia y el terrorismo, por lo cual obviamente mantenía a cerca de mil peligrosos presos, entre malhechores y extremistas. 

Pues bien, Aylwin a partir de 1990 los indultó a todos y luego sentó a los militares en el "banquillo de los acusados".

En el país que él recibió vivíamos sin conflicto en la Araucanía, sin enclaves subversivos a los cuales el gobierno hoy no puede entrar, como Temucuicui, Chile era en 1990 un país tranquilo y próspero. 

Además, una circunstancia agravante de la traición de Aylwin era que él había sido, como presidente de la DC, quien en octubre de 1973 había ordenado a sus diputados votar por el Acuerdo llamando a que los militares se tomaran el poder.

Más aún, después de que lo hicieron había dicho que no los criticaba "desde detrás de un escritorio", porque "ellos estaban recibiendo el fuego" de una guerrilla que quería instalar una "tiranía comunista", tras llevar a cabo una "guerra civil". 

El mismo Aylwin, 18 años después, en 1991, negaba haber dicho lo anterior. Lamentablemente para él, todo había quedado grabado en video e impreso en el diario La Prensa, en octubre de 1973.

Otro DC, Abraham Santibáñez, escribió en Cartas a El Mercurio, hace pocos días, que los muertos de Lonquén de 1973 --hecho sabidamente ajeno a toda orden de autoridad-- habían sido "los primeros detenidos desparecidos" de la Junta. 

De los chilenos depende que desaparezca esa DC post 90, contraria a toda reconciliación. Y que tengamos una efectiva, pero esta vez definitiva, reunificación, bajo la sombra de un presidente que sea digno sucesor de quien nos legara en 1990 un país plenamente reconciliado.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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