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Juan Antonio Montes Varas
Credo Chile


 

“La situación de Chile Vamos no da para más”, fue la frase lapidaria del Presidente Piñera después de la aprobación del retiro del 10% de las AFPs en la Cámara de Diputados.

A reglón seguido, y como señal de malestar con su coalición, la Moneda suspendió la reunión de los lunes con los representantes del pacto Chile Vamos, “hasta nuevo aviso”.

¿Tiene razón el Presidente Piñera para proceder así con los Partidos que lo llevaron por segunda vez a la más alta magistratura?

Desde un punto de vista sí, y mucha; pero, desde otro punto de vista, no la tiene.

Veamos cada uno de los aspectos.

En primer lugar, lo más básico que se le exige a un partido político, cualquiera sea su tendencia, es que él sea coherente con las bases programáticas que lo conforman y en función de las cuales los votantes eligen a sus representantes.

Tal coherencia es la condición para la mantención de la confianza de los electores y de todos aquellos que hacen parte del Partido. Por eso mismo, una vez traicionado los puntos más sensibles de esa coherencia, difícilmente el representante conseguirá nuevamente recuperar el mandato.

Desde ese punto de vista, la afirmación presidencial tiene sobradas razones. Lo protagonizado esta semana por la mayoría de los integrantes del pacto Chile Vamos apoyando un proyecto que vulnera uno de los pilares de la previsión de los chilenos, no tienen justificación. Máxime cuando el propio Gobierno presentó otro proyecto para atender las necesidades que, supuestamente, esa iniciativa quería atender.

A lo anterior se debe agregar que esta votación no fue sino “la gota que rebalsó en vaso”. Desde hace ya bastante tiempo el presidente del principal Partido de esa coalición, Sr. Desbordes se ha dedicado a denostar a sus correligionarios y al propio Gobierno, y a sintonizar con los sectores políticos de la izquierda.

“Quien siembra vientos cosecha tempestades”, dice el sabio adagio.

Lo ocurrido esta semana fue una tempestad anunciada. Se aprobó un proyecto malo; se escindió el partido de RN; se enemistó el pacto político de centro derecha con su propio Gobierno y, por último, se le concedió a la izquierda uno de sus más anhelados propósitos: el comienzo de la destrucción de la previsión fuera de las manos del Estado.

Por todas esas razones la sentencia del Presidente no puede ser más justificada.

¿En qué sentido decimos que ella no lo es?

Para echar en cara a alguien -o a un conjunto de personas- algo en lo que ellos procedieron mal, se debe tener limpieza de conciencia en relación a la falta que se les acusa. Fue lo que hizo Nuestro Señor con aquellos que querían lapidar a la pecadora: “El que esté libre de culpa que tire la primera piedra”.

¿Está libre de “culpa” el Presidente Piñera y su Gobierno en materia de incoherencia política?

Pensamos que No.

Sólo para dar una de ellas, citamos la claudicación gubernamental delante de las izquierdas que nos llevó a un plebiscito para redactar una nueva Constitución y que podrá ser una verdadera Caja de Pandora para el futuro de Chile.

Si de incoherencias se trata, mucho peor es la de entregar la actual Constitución para su destrucción, que la de aprobar un 10% del retiro de las previsiones.

No vamos hacer aquí un elenco de las incoherencias de Chile Vamos ni del Gobierno. El País las conoce y a causa de ellas les ha retirado el apoyo.

Para revertir esta situación no hay otra salida sino la de rehacer el camino desandado. Ese camino no es ni tan remoto ni tan escondido. Se trata de llevar adelante -contra viento y marea- las iniciativas propuestas en el programa de Gobierno.

Es lo mínimo que se puede pedir.

De acuerdo a información de prensa, el Presidente habría agregado en su censura a Chile Vamos que, “hay que defender nuestras convicciones”. Pero, una vez más, es precisamente esto lo que los chilenos no han visto reflejado en su mandato.

“Sea tu lenguaje Sí, sí; No, no” advierte Nuestro Señor a sus discípulos. Tal consejo vale para todos, inclusive para los políticos y es lo que esperan los chilenos de la centro derecha.

Fue precisamente por este motivo que la Iglesia Católica instituyó como patrono de los políticos a Santo Tomás Moro. Él fue un hombre público que supo llevar su coherencia con la Fe hasta el derramamiento de su sangre por oponerse al divorcio del rey Enrique VIII de Inglaterra.

***

En conclusión, es hora que la derecha deje sus complejos y vuelva a ser auténtica. Sólo así recuperarán, tanto el Gobierno cuanto los Partidos que lo apoyan, la confianza de quienes tenemos claro cuáles son esos principios.

Credo; pasado, presente y futuro de Chile.

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