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Juan Antonio Montes Varas
Credo;  pasado, presente y futuro de Chile


 

La semana pasada el Gobierno decepcionó al País.

Sí, el acuerdo alcanzado con el terrorista asesino Celestino Córdova se hizo en base a presupuestos falsos y concesiones inmerecidas.

En primer lugar, el Ministro de Justicia, Hernán Larraín tras el acuerdo con Celestino Córdova, declaró que: “El diálogo siempre es el mejor camino”.

El presupuesto es falso. Para que el diálogo sea “siempre el mejor camino” se necesita que ambas partes estén de buena fe. De lo contrario el diálogo no es sino una estrategia del culpable y una falsa ilusión del inocente. Por ello, Nuestro Señor Jesucristo no “dialogó” con los vendedores del Templo, sino que los expulsó a latigazos. Tampoco dialogó con los fariseos, sino que polemizó con ellos, calificándolos como “raza de víboras” y “sepulcros blanqueados”.

¿Considera el Ministro que el asesino Córdova está de buena fe o que su delito es menor al de los cambistas del Templo?

En segundo lugar el Ministro faltó a la verdad al firmar el acuerdo que otorga al referido asesino “ser trasladado a un Centro de Educación y Trabajo (CET) por cumplirse los requisitos exigidos para ello”.

Esto no es efectivo.

De acuerdo con las normas de Gendarmería los presos condenados por la justicia para alcanzar ese privilegio necesitan dos condiciones:

  1. a) “tener cumplido dos tercios del tiempo mínimo de su condena para optar a beneficios intrapenitenciarios” y,
  2. b) “mostrar disposición al trabajo, motivación al cambio, muy buena o buena conducta, evidenciando previamente una evolución positiva en su proceso de Reinserción Social.”

El asesino Córdova no cumple estas condiciones. Él lleva menos de un tercio de su condena. Tampoco ha tenido buena conducta ni ha evidenciado una evolución positiva para su reinserción social.

Al contrario, lejos de dar señales de buena conducta, inició una huelga de hambre como medida de extorsión y lo único que lo anima es la reincidencia en sus delitos.

Tampoco le corresponde al ministro de Justicia de un Estado laico preocuparse por la salud “espiritual” del ”machi” ni acceder a que suspenda la  pena para celebrar  un rito pagano.

El único modo para que el preso Córdova alcance su “sanación espiritual” es que se arrepienta de su crimen, pida perdón a los hijos del matrimonio asesinado por él y se disponga a cumplir -en espíritu de merecida penitencia- la condena íntegra de los años dictaminados por el Poder Judicial del Estado.

En definitiva, el acuerdo alcanzado tendrá dos consecuencias fatales.

En primer lugar incentivará a todos aquellos que se encuentran preparando nuevos delitos contra el Estado de Derecho, viendo la debilidad de la autoridad pública. En segundo lugar, provocará el desaliento de todas las personas honradas de la zona que esperaban que esta condenación pudiera reponer la tranquilidad social.

Habíamos terminado de escribir estas líneas cuando vimos la noticia de que en el mismo momento que las escribíamos una familia era objeto de un atentado con resultado de herida grave para una niña de 9 años.

Sobran razones para que nos manifestemos ahora en repudio al referido acuerdo, que más debería ser llamado de capitulación.

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