10 septiembre, 2024 

 

 

 

 

 

por Magdalena Merbilháa


Eso es lo que ha sucedido con el socialismo en la historia. La propuesta es mala, es un sueño imposible, que jamás logra lo que promete. Se propone que todo se soluciona con repartir la torta que, para ellos es fija y constante.


Una mala receta no hace nunca una buena comida. Por más que el cocinero sea bueno, con malas instrucciones, el resultado es siempre malo.

Hay algunos que aún insisten en probar las malas recetas, con la idea que si ellos lo hacen, saldrá bien. Aún no entienden que el problema no son ellos, es la receta y que aunque se trate de los mejores cocineros y con todas las ganas, los resultados serán siempre malos. Eso es lo que ha sucedido con el socialismo en la historia. La propuesta es mala, es un sueño imposible, que jamás logra lo que promete. Se propone que todo se soluciona con repartir la torta que, para ellos es fija y constante. Asumen que quienes producen esa torta no reaccionarán ante las medidas confiscatorias desde los impuestos que ellos impulsan.

Lo cierto es que nadie trabaja por “bolitas de dulce” y si uno no va a ganar dinero, ¿para qué trabajar? Si el gobierno te quita gran parte, mejor trabajar menos y, por tanto, producir menos. La torta no es fija, por lo que, aumentar los impuestos siempre hace decrecer el tamaño de lo que se reparte, ya que quienes producen deciden no producir. Los pedazos son más chicos y no se reparte riqueza sino que a la larga, pobreza.

Irlanda es hoy un país pujante. Su PIB per cápita ha crecido enormemente superando en más del doble al Reino Unido e incluso a Suiza. De ser un país pobre, para el año 2000 logró equipararse al Reino Unido y hoy, ya lo supera con creces  ¿Qué han hecho? Básicamente, cambiar la receta.

Irlanda tiene una historia muy convulsa. De hecho, desde fines del siglo XVI tendrán guerras constantes. Primero las guerras en el marco de la Reforma,  entre las que se encuentran la rebelión de los señores del norte y la guerra civil inglesa, que golpeará fuertemente a Irlanda. Tras eso, la Guerra Williamite después de la Revolución Gloriosa que dejará de corolario dos Irlandas, la católica pobre y sin opciones y la ascendencia protestante pujante. Desde fines del siglo XIX el nacionalismo intentará levantar movimientos gaélicos independentistas que no funcionarán y que terminarán con la absorción del Parlamento irlandés en 1804. La hambruna de la década de 1840 que reducirá a la mitad la población a lo que sumarán los intentos de la joven Irlanda en 1848, los movimientos fenianos que por la vía violenta buscarán la Home Rule que nunca se logrará.

El siglo XX será tremendamente convulso. Primero la Rebelión de Semana Santa en 1916 a lo que sigue la Guerra por la Independencia, a la que se sigue la Guerra Civil, para terminar con la división del país en la República de Irlanda y el Ulster, Irlanda del Norte que quedará con el Reino Unido. La República iniciará con su segundo Presidente Eamon de Valera quien optará por la vía socialista. Irlanda no levantará cabeza. Seguirá siendo endémicamente pobre. El país estaba devastado con la convulsa historia y las propuestas solo lograban hundirlo. Pero esto cambió desde los 90.

La baja de impuestos atrajo inversiones, lo que convirtió a la isla Esmeralda en un lugar atractivo para instalar compañías. Esto a su vez trajo inversiones y personas que buscaban mejor pasar. El ser parte de la Unión Europea ayudó a canalizar la mano de obra y las fuerzas creadoras. La desregularización y la libertad dio frutos que hoy se ven  de un modo impresionante. Hace unos años uno iba a Irlanda y sentía que era un país más pobre, los precios lo reflejaban. Hoy es un país pujante en el que las grúas de construcción dejan evidencia que esta receta sí da frutos. Es la receta de la libertad y de los bajos impuestos, esa que los cocineros socialistas no son capaces de ver.

Las malas recetas no dan resultados y las buenas, dejan claro cómo cambian las vidas para bien. Es difícil entender frente a tanta evidencia histórica por qué hay algunos que quieren seguir copiando esas malas recetas. Probablemente es porque ellos, los que las promueven se benefician de ellas. Pero la gran mayoría queda marginada del bienestar. Definitivamente más allá de lo que prometen, el socialismo reparte pobreza y no riqueza, pregunte a los irlandeses que hoy, están felices.

Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/malas-recetas/

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