27 mayo, 2025
por Magdalena Merbilháa
- Recibir un sueldo y no producir es un abuso, y faltar a lo pactado desde la mentira también lo es. El tema de las licencias médicas que hoy está en el tapete tiene que ver con eso, con la cultura del engañar y del “vivo”.
Chile vive una crisis moral de envergadura. Muchos no hacen lo correcto y hasta se jactan de ello. Es el país de “los vivos”. Robar es algo de “turnos”, normalizado y celebrado. Por eso, constantemente se cita el “empate” para justificar las acciones, siempre condenables, en un impresentable “ahora nos toca a nosotros”. Acabamos de enterarnos, con pruebas y evidencia, que develó “un secreto a voces”. En Chile hay un gran abuso con las licencias médicas, un robo desde las licencias médicas, ya que muchas de ellas son falsas. Es decir, son emitidas no por enfermedad, sino para lograr y conseguir días libres que no corresponden para no trabajar, cuando debían hacerlo. El abuso con las licencias médicas llevadas a dinero es realmente escandaloso. En 2022, más del 70% del total de cotizaciones a Fonasa se destinó al financiamiento de licencias médicas, desplazando así otros usos del presupuesto de salud. Si a esto le sumamos que muchas de estas licencias son fraudulentas, podríamos concluir que robos al fisco, impiden eliminar las colas en las listas de espera, ya que el dinero no se destina a eso, sino en “licencias”. Por tanto, la “fiestita” de los “chantas” efectivamente terminan siendo causas de muertes en quienes realmente necesitan asistencia médica real. Son ladrones y culpables de “homicidio culposo”, ya que su acción negligente e imprudente, que ciertamente no tiene la intención de causar la muerte, ni es consciente de eso, pero que en la práctica, la causan.
El abuso de licencias es generalizado, pero en el sector público es mayor que en el privado. De hecho, en promedio toman un mes de licencia, lo que es escandaloso y devela una incompatibilidad con los cargos. Chile se escapa en cifras de Licencias médicas a nivel mundial, no porque la gente se enferme más, sino por malas reglas institucionales, incentivos perversos y poco control. A este abuso conocido, hoy tenemos datos concretos. La Contraloría hizo un cruce entre funcionarios con licencias médicas y viajes al extranjero en los días de las licencias dadas y concluyó que más de 25.000 funcionarios públicos salieron de Chile, teniendo que supuestamente estar en reposo. Teniendo los nombres, los Rut y la flagrancia de la falta, todos esos funcionarios debieran devolver el dinero defraudado y ser inmediatamente despedidos. Pero eso no será así. Hay que hacer sumarios administrativos, ya que a los funcionarios públicos no se los puede despedir aunque estén en flagrancia y lo están. No prima en lo público la decencia, sino las prebendas y los privilegios. Tras los sumarios hay que derivar los antecedentes al Consejo de Defensa del Estado y el Ministerio Público, es decir, no les pasará nada. No los despedirán y el dinero lo pagará como siempre “moya”, es decir todos los chilenos. La contralora culpa a la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso), a la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compin) y al Fondo Nacional de Salud (Fonasa) por no fiscalizar. A estas instituciones se les inició un sumario administrativo “para investigar eventuales incumplimientos de sus deberes institucionales en lo relativo al control que correspondía realizar a dichas entidades en esta materia”. “Con un dedo de frente”, es imposible poder fiscalizar a toda esa gente, son 25.000 los fraudulentos que viajaron, súmele a esos, los que no viajaron. Las Licencias médicas realmente son una real “cueca en pelota”. Mientras a estos funcionarios les pagaban, a tantos chilenos que sí las necesitan deben mendigar en el COMPIN para que les paguen, una vergüenza.
Según un informe elaborado por Horizontal, el gasto de Fonasa en licencias médicas de trabajadores del Estado superó los US$1.540 millones en 2023. De ese monto un 52,1% corresponde a gastos de funcionarios del Gobierno Central y 47,9% al resto de los trabajadores del sector público.
La mirada instalada de las relaciones laborales está empapada de “lucha de clases”, por lo que siempre el “empleador” es el malo de la película y el “trabajador”, la víctima abusada. Hay muchos empleadores que no son abusivos, sino buenos. Personas éticas que hacen lo correcto más allá de la ley. Por supuesto que hay casos en que eso es así, por lo que, cuando hay un mal empleador en el que la ética no opera, está la ley. La lógica de la “lucha de clases” nunca se enfoca en el abuso desde el trabajador, y ese abuso existe. Recibir un sueldo y no producir es un abuso, y faltar a lo pactado desde la mentira también lo es. El tema de las licencias médicas que hoy está en el tapete tiene que ver con eso, con la cultura del engañar y del “vivo”, que es la cultura del abuso de los “malos trabajadores”. Y es aquí, en que, no operando la ética, tampoco opera la ley. Se debiera despedir a todos quienes sabemos solicitaron licencias falsas, no solo a los médicos que las otorgan, sino al mercado que las busca. Despidos sin indemnización y restitución del dinero es el mínimo en este caso y varios más. Lamentablemente, la cultura de lo incorrecto está demasiado instalada en nuestro país. Hay hasta figuras políticas emblemáticas involucradas, veremos si el gobierno inicia acciones legales contra ellos, más que mal cometieron un delito y los pillaron.
Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/la-cultura-de-lo-incorrecto/
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