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Osvaldo Rivera Riffo

 

La violencia en el arte no es un fenómeno nuevo, pero ¿Qué explicamos con expresiones de violencia en el arte?

Ya Goya en su cuadro “Bandido asesinando a una mujer” o Caravaggio “Martirio de San Pedro “por nombrar algunos de tantos, demuestran claramente su intención de llevar a la tela caracteres de las pasiones más bajas del ser humano. Sin embargo dichas expresiones plásticas llenas de dolor y dramatismo, son tratadas con la fuerza del dibujo y con una paleta cromática que trasforma al lienzo o madera en una obra de arte, llena de Belleza artística. Con el conocimiento que da la historia, hay que reflexionar y comprender que expresiones de violencia no comenzaron ayer en esta línea del arte, pero que hoy son obras del genio humano.

Traigo a colación lo anterior producto de lo ocurrido en el festival de música popular Lollapalooza.

Por cierto que ahí estamos hablando de un fenómeno de entretención masiva (tan de gusto de las autoridades locales) carente de todo contenido estético y formal, donde la constante son grupos o personas que producen sus “performances” recibiendo la ayuda comercial y de marketing de quienes quieren proyectarlos como fenómenos, representantes de una tendencia juvenil actual y mediática. En rigor Moda y como tal es carente de trascendencia. Eso son todos los grupos de música popular. Carecen de una característica primordial: creación, tan necesaria como básica en el arte.

En este contexto la mala memoria del chileno ha olvidado todo el odio sembrado en la década del 60 y comienzos de los 70, cuando grupos políticamente organizados copaban los escenarios insultando a través de sus mamarrachos ¿artísticos?, a toda persona o grupo social que no estuviera alineado con el nuevo orden que quisieron imponer .Violencia verbal cantada y recitada, violencia pintada en todo muro o paredes de Chile. Odio escrito con mayúsculas, disfrazado de arte popular.

Si leemos con detención las estrategias de la izquierda marxista, no es extraño suponer que los mensajes vistos en las pantallas de la actuación de Fiskales ad hok, con una embozada incitación al asesinato de líderes políticos chilenos, corresponde a una acción concreta de lo que quisieran hacer, tal como el llamado a la reivindicación del terrorismo en la Araucanía.

Un gobierno sujeto a las normas que impone el estado derecho, no sólo debería rechazar estas acciones como lo hizo el ministro Blumel, sino que dejar caer todo el imperio de la ley sobre los responsables de estos llamados a la violencia criminal, al desorden público y al terrorismo. Llamo a no olvidar la historia, al senador Jaime Guzmán lo marcaron de la misma forma y finalmente lo asesinaron.

 

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