Osvaldo Rivera Riffo
Justin Trudeau, el joven primer ministro de Canadá está envuelto en una crisis política nunca antes vista en la historia de dicho país.
En el año 2015 este político gana las elecciones por mayoría absoluta liderando el partido liberal el cual dirigía desde el 2013 .Cobra relevancia política desde el día del funeral de su padre donde escucharon su discurso absorto por sus condiciones oratorias los amigos de su padre Fidel Castro, Jimmy Carter, Leonard Cohen entre otros.
En Chile es conocida la frase dime con quién andas y te diré quién eres.
Pues bien, desde ese discurso pronunciado en la Catedral de Notre Dame, en Montreal, comienza a caminar por los senderos de la política partidista. Hasta ese entonces era un maestro sin interés por el poder.
Su meteórico ascenso ocurre cuando se presenta como candidato el 2007, a representante por el distrito de Papineau ganando la elección y siendo reelegido el 2011, llevando a su partido, el liberal, a ser la tercera fuerza electoral del país. El 2013 es jefe de ese partido y el 2015 gana las elecciones generales con mayoría absoluta.
Toda esta historia se ha relatado para llegar a explicar que sus convicciones estaban arraigadas desde muy joven y fue en esa última campaña donde desarrollo dos ideas fuerza, que venía incubando desde la época de su padre: el indigenismo y el feminismo. Canadá se ha caracterizado desde hace un tiempo por la liberalización de sus convicciones valóricas y por ende le fue fácil transmitir un planteamiento referido a los ideologismos en boga. Hijo de un ex premier, joven, carismático, alejado de convencionalismos: Un hombre de la nueva época.
Como demostración de sus firmes convicciones ideológicas, llevó al gabinete a dos destacadas mujeres, una para el cargo de ministra del tesoro, Jane Philpott y otra para justicia, Jody Wilson-Reybould, esta última de origen indígena.
Tensionada por presiones de influencia política renuncia la Ministra de Justicia, desatando un escándalo por corrupción al interior del gobierno, lo que lleva también a renunciar a su Ministra del Tesoro; “dolorosa es la decisión que he tomado, pero no puedo renunciar a mis convicciones morales“
Canadá, un hermoso país golpeado por el mismo proceso de corrupción que destruyó a Brasil. Una empresa multinacional protegida por miembros del gobierno es acusada de ser pagadera de sobornos en Libia. Entonces, se desatan las sombras sobre el hombre que tiene encandilado al mundo. Defensor de las mujeres, de la multiculturalidad, acérrimo enemigo del racismo, un azote para quienes no ven el cambio climático, pidió perdón a los indígenas, etc.
¡Pero ay, señor!, su gestión tiene todos los vicios de la izquierda, desde irse a una isla de un influyente millonario, seguir vendiéndole armas a Arabia Saudita, pasando con su aval a la construcción de un oleoducto nada verde. Y ahora, involucrado por su propia Ministra de Justicia y ex Fiscal General de “presionarla constante y sostenidamente” para evitar el procedimiento de una empresa amiga SNC –Lavalin, líder en construcciones y Trudeau niega las acusaciones, pero como siempre lo hace la izquierda matiza su explicación diciendo “lo inapropiado no siempre es ilegal”, justificando su intervención añadiendo que dicha empresa da trabajo a más de 50.000 trabajadores en todo el mundo y que de ellos 3.400 son de Quebec... ¿lógica populista?
Sin duda que la imagen del Primer Ministro ha quedado seriamente dañada y muy en entredicho, pero suele ocurrir con los dirigentes que llevados por la arrogancia y al creerse poseedores de la verdad, no miden las consecuencias de sus actos ni de sus dichos dando lugar a consideraciones que por lo general redundan en un daño político irreparable. En Chile no estamos exentos de tales desaciertos y lo ocurrido en China es una muestra.
La mujer del Cesar no sólo tiene que serlo sino que parecerlo, se oía decir antaño. Bueno, poco conoce la izquierda de estas formas, pero las mujeres de Trudeau si las conocen.....y creo que en Chile la mayoría del pueblo lo tiene claro.
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