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Osvaldo Rivera Riffo

 

Hace algún tiempo escribí unas líneas sobre la grave enfermedad que afecta a la sociedad chilena, donde por un camino sin límites corre desenfrenadamente el carro del hedonismo, la falta de principios y la carencia absoluta de valores. He leído con detención el crudo diagnóstico que ha hecho el destacado psiquiatra Otto Dörr sobre nuestra realidad y creo importantísimo citarlo en sus partes medulares.

Diagnostica Dörr: “Una sociedad sin límites marcada por una concepción hedonista de la vida, donde lo entretenido y lo que produce placer es bueno y lo que no, es malo o no interesa”

“Estamos en una sociedad que carece de normas y eso es muy grave. En el futuro podríamos estar todavía peor porque somos uno de los países mayores consumidores de marihuana del mundo y el consumo de alcohol alcanza  cifras inverosímiles, muy superiores a Estados Unidos, España, Francia. Esto es particularmente grave en mujeres jóvenes porque su fisiología es distinta a la del hombre... y el efecto de la misma cantidad de alcohol sobre ellas es mucho peor que en los varones”

Otro factor destacable es la precariedad del lenguaje en nuestra juventud, dice Dörr”...la precariedad del lenguaje hablado por los jóvenes representa un peligro aún mayor, porque perder la palabra es perder el espíritu”. Precisa: “con suerte el chileno medio utiliza 400 palabras y el joven mucho  menos, lo que está a años luz de una persona culta alemana que maneja 16.000 palabras...”

“La falta de lectura, el mal uso de internet y la mala calidad de los programas de la televisión han ayudado a esta atrofia del lenguaje que se observa en Chile”

La preocupación no es menor, días pasados Fernando Belzunce escribía en una columna “el español es la lengua oficial en 20 países que conforman, gracias a él, toda una potencia cultural transfronteriza. Compartimos el 98% de las palabras, lo que deja el 2% para exploradores del habla“... ” Es un espacio compartido por 480 millones de personas que tienen el español como lengua materna”, citaba el columnista a Miguel de Unamuno quien defendía que la lengua no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo. “Pensamos con palabras y a medida que aprendemos más podemos pensar mejor” Goethe el gran filósofo alemán presente todos los días en monumentos, conferencias, escuelas y universidades manejaba un lenguaje con más de 80.000 mil palabras

Esta, que debería ser una prioridad del gobierno y en particular del ministerio de la Cultura no parece formar parte de sus preocupaciones y, por lo contrario, con la inmediatez de sus acciones ha contribuido a agravar este daño.

La Sra. Ministro de Cultura, en vez de estar preocupada de dar cumplimiento a la ley de artes escénicas, mecanismo legal, por la cual -no se ha dado cuenta- crearon un ministerio paralelo, otro funesto legado de Bachelet, y que debiera haber llevado el nombre de ley Carmen, para ser consecuentes: ley Emilia, ley Cholito, ley Zamudio, ley Ricarte etc. etc., y que gran daño le hará al arte nacional,  debiera generar una cruzada para salvar nuestro idioma y desarrollar políticas que ayuden a querer y defender nuestro lenguaje, clave de nuestra identidad.

Otro factor al que apunta el doctor Dörr es a la ausencia de referentes “no existe una élite digna que sirva de modelo tanto en el hablar como en el de conducirse... tampoco se enseña a admirar a nuestros héroes, literatos, grandes políticos, artistas o científicos que serían modelos dignos de imitar” Pues bien, gran discusión es otra herencia dejada por el gobierno socialista donde ha imperado como ideología el marxismo cultural, terminando por sacar la historia como ramo obligatorio en los cursos de la enseñanza media.

Una vez más, la grave crisis descrita se centra sin duda en el fenómeno cultural que cruza todas las instancias del desarrollo social ya que sin desarrollo cultural no hay desarrollo económico y espiritual y el exceso de dinero en sí mismo, trae más problemas que soluciones y nuevamente apunto al imperio del mercado, que si bien es indispensable, sin parámetros éticos y morales nos está conduciendo a una sociedad cada vez más enferma, con las consecuencias que vemos a diario: Araucanía, Instituto Nacional, desprestigio de nuestras instituciones, falta de autoridad y respeto al estado de derecho y a una corrupción desenfrenada.

Los tiempos mejores ya sabemos que no serán los económicos pero, al menos, hagan un esfuerzo para lograr un país sano y culto.

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