10 de junio de 2020 

 

 

 

 

Pablo Errázuriz Montes


Uno más uno es igual a dos. No hay duda. Si digo uno más cero es igual a dos, estoy diciendo una falsedad o un error. Una falsedad es una maquinación de la verdad para generar una representación de la realidad mañosamente deformada. Un error en cambio es una equivocación de buena fe; no tiene intencionalidad alguna. ¿Cómo discernir si la respuesta uno más uno es igual a cero, es falsa o es errónea?

El derecho positivo, esto es, las normas jurídicas que la sociedad se ha dado para su ordenamiento y convivencia; son creaciones intelectuales. Existen para ordenar conductas a un deber ser. Si fuésemos hormigas y en nuestra programación genética fuese como las de aquellas, no necesitaríamos del derecho. Nos conduciríamos ineludiblemente de la manera que es conveniente para todo el hormiguero. Pero dada nuestra extraña naturaleza libertaria requerimos del derecho para someternos a una conducta que sea funcional a la comunidad humana. El derecho es una prescripción de conducta. No una descripción de conducta.

Sergio Micco, director del Instituto de Derechos Humanos ha dicho “no hay derechos sin deberes”. En efecto si yo prescribo, en ejercicio de un poder soberano, una norma jurídica; por ejemplo “Se prohíbe matar a un ser humano”, estoy generando dos consecuencias: estoy prescribiendo a cada persona sometida a ese poder soberano que no debe matar, y estoy confiriéndole un derecho a exigir que no le quiten la vida. Así, como uno más uno es igual a dos, un derecho importa de manera ineludible un deber. Es lo que afirmó Micco. Si por el contrario yo digo hay derechos sin deberes, estoy incurriendo en una falsedad o en un error.

Claudio Grossman, ex militante del MAPU y ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, respondiendo a una pregunta de la periodista quién le consulta si “está de acuerdo” con esa afirmación de Micco, responde que “no está de acuerdo”. Pero Micco está diciendo simplemente que uno más uno es igual a dos. Grossman pretende fundamentar su respuesta con argumentos que para un abogado están fuera de lugar, haciéndole creer al lector lego, que Micco habría dicho que el transgresor del derecho carece de derechos, lo que es falso. La respuesta de Grossman, ¿Es un error o una falsedad? La alcurnia intelectual y profesional de Grossman permiten dudar fundadamente que sea un mero error.

Sucede que los derechos humanos, no son meramente, un conjunto de leyes o normas codificadas y defendidas por cuerpos colegiados internacionales de gobernanza global. Es más que eso; es una doctrina. Y más que una doctrina; una doctrina intangible. Una doctrina es un cuerpo de ideas. Que se asuman como verdad intangible, quiere decir que no pueden tocarse, ni ser sometidos a cuestionamiento. Pretenden una condición sacrosanta. Y sucede que Grossmann es uno de sus hierofantes. Cualquier cuestionamiento, aunque fuere una verdad como que uno más uno es igual a dos, debe ser anatemizada. Sérgio Micco es un blasfemo. De nada le vale argumentar. Como es un político y le interesa mantenerse arriba del poder, lo veremos próximamente haciendo un auto de fe, paseándose por las calles flagelándose con el gato de nueve colas y proclamando su arrepentimiento.

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