19 de agosto de 2023 

 

 

 

 

 

Pablo Errázuriz Montes


Dentro del imaginario histórico republicano, se denominó La Democracia de los Acuerdos aquel período que media entre el fin del gobierno militar y el inicio del período presidencial de Patricio Aylwin. Desplomado el comunismo en el mundo, el gobierno militar creyó conveniente flexibilizar algunas disposiciones que impedían el acceso de los comunistas al juego democrático, a cambio de que los ex promotores de la reforma agraria, de la economía centralmente planificada, del sistema arancelario de aislamiento del comercio internacional y de la transformación de Chile en una sociedad socialista, aceptasen el sistema republicano dotado de barreras a la incontinencia legislativa, y del sistema económico de mercado abierto al mundo, con un respeto irrestricto a la propiedad privada. El pueblo soberano aceptó aquel acuerdo. Se materializó, a través de la primera modificación de la constitución de 1980, aprobada por plebiscito celebrado el 30 de julio de 1989, por el 92% de los votos, habiendo participado el 94% del padrón electoral.

Ambas partes debieron tragarse un jarabe con tachuelas. La Concertación de Partidos por la Democracia liderada por Aylwin renunció al socialismo, y significó la transformación de Chile en la nación económicamente líder en América Latina. El gobierno militar, debió abrir las compuertas a los totalitarios al derogarse el artículo 8 de la primitiva constitución, y significó que los comunistas iniciaron lentamente una tarea de zapa, que les ha venido a redituar desde 2016 en adelante, en que han dispuesto lo necesario para fracturar cultural, económica y jurídicamente a la República.

La derecha carente de liderazgos e ideario, permitió que ascendieran a través de las plataformas de sus partidos Renovación Nacional e Unión Demócrata Independiente, personajes que hoy hacen revolcarse en sus tumbas a sus fundadores. De talante moral conocidamente deficiente, el multimillonario Sebastián Piñera, a punta de codazos y zancadillas a sus camaradas, trepó insistentemente por el palo encebado hasta instalarse como candidato triunfante para el bicentenario de la república. Ni su sórdido pasado como ejecutivo bancario, ni sus últimos actos como senador, que le significaron una multa de la CMF por uso de información privilegiada, que él pagó reconociendo su peculado, no les pareció objetable a las cúpulas partidarias para que siguiese adelante su carrera a la primera magistratura. Su total y completa falta de escrúpulos, incultura, e interés por defender principios morales y jurídicos, que hicieron posible la recuperación de Chile luego de la desastrosa década de los 70 del siglo pasado, hicieron posible que la izquierda revolucionaria hiciera lenta pero eficazmente su tarea de demolición. Los segundos períodos de Bachelet y del mismo Piñera, sellaron la demolición. Las barreras morales para la instalación de la cleptocracia, se habían desplomado.

Surgió la desafortunada generación milenial, que ganó primero el poder parlamentario por walkover de la izquierda democrática, y después la presidencia gracias a la tibieza y falta de claridad de la derecha. El gobierno del egresado de derecho Boric, de la mano experta de los comunistas, puso en marcha el proceso revolucionario iniciado desde 2019. Para peor desgracia de los chilenos, adherido este proceso a un proceso revolucionario oligárquico globalista. No encontraron nada mejor esta patota juvenil, que, copiando a sus camaradas sudamericanos Lula y Kirchner, montar o mecanismo de defraudación del dinero público, sin ponerse colorados. Su desprecio por el derecho de propiedad, no alcanza a tanto, y se permiten hacerse dueños de los recursos de todos los chilenos ad maiora gloriam de la revolución. Señoras y señores académicos tomen nota: se da inicio al primer gobierno cleptocrático[1] chileno de nuestra historia.

Pero la patota juvenil y sus ponderados maestros comunistas, no están solos. La millonaria y también beneficiaria de la cleptocracia de este gobierno, Verónica Michelle Bachelet Jeria, está con ellos. A su jubilación como burócrata de las Naciones Unidas, sus 13 millones de pesos mensuales que el bolsillo de los chilenos pone a su disposición por su calidad de expresidente, se suma los ciento y tantos (uno ya se pierde con tanto latrocinio) millones de pesos transferidos a su fundación contratada por el Gore de Concepción, para enseñar a tejer a palillo, urdir cestos de mimbres o no se que imbecilidad por el estilo, para “beneficiar a los pobres”. Poniendo su carita de mami dolorida, aboga ante los micrófonos para que la derecha desalmada permita que les roben a los chilenos sus ahorros previsionales para subirle cincuenta lucas a los jubilados.

Pero la frutilla de la torta la ha puesto Miguel Juan Sebastián. Pasado el susto de Sebas que lo encarcelaran gracias a nombramientos en las altas esferas, ha restañado viejas heridas verbales que le propinara el egresado de derecho, y, aceptando su generosa invitación a viajar a costa de todos los chilenos, con su sonrisa franca y honesta, se ha manifestado disponible a dialogar con Gabrielito, para sacar adelante su agenda de destrucción de la economía, la familia y la dignidad de los chilenos. Sí el estimado lector había imaginado que la derecha chilena había topado fondo, los hechos develan que su hundimiento es unlimited.

Señoras y señores, se inicia un nuevo período en la historia política de la república: La Cleptocracia de los acuerdos.

Para bien o para mal el 92% aprobó la Democracia de los Acuerdos en 1989. Estimado Lector: en diciembre tenemos la oportunidad de someter a plebiscito si sigue adelante la Cleptocracia de los Acuerdos. Yo por lo menos no quiero, y por eso votaré ENCONTRA de la nueva constitución que es la Casa de Muñecas de los partidos políticos partícipes de la demolición de la república. En Diciembre ENCONTRA


[1] Cleptocracia, es el gobierno de los ladrones

Fuente: http://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2023/08/la-cleptocracia-de-los-acuerdos.html

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