Por Raúl Pizarro Rivera


El absoluto fracaso del actual Gobierno es fruto exclusivo del masivo rechazo de la población a su programada y prometida refundación del país. En términos simples, desde una perspectiva política, refundar es -como lo hizo Nicaragua- sustituir al capitalismo por el socialismo.

Tras fracasar en su primer intento de hacerlo mediante un Golpe de Estado, en octubre de 2019, el frenteamplismo y el comunismo, ahora con el resto de la izquierda y la DC, decidieron intentarlo vía institucional, mediante una Convención que elaboraría una nueva Constitución para Chile, una estatista y totalitaria. ¡Ocho millones de compatriotas, con su voto soberano, lo impidieron! Ese mismo día, un histórico 4 de septiembre de 2022, se acabó en forma y fondo el Gobierno transformador de Gabriel Boric.

El 11 de marzo de 2026 será su despedida protocolar, dejando el peor legado que se recuerde de un Mandatario con período completo: un país empobrecido, una población sin trabajo, una comunidad agobiada por la delincuencia y el crimen organizado y con la educación y la salud por los suelos. En dicho día se dará paso a un urgente, duro y desafiante período de reconstrucción nacional, al cual el extremismo lo define, ya, como “dictatorial”, y para el que afina su siempre devastadora violencia callejera.

El concepto de reconstrucción no es exclusividad de lo material, pues se la define como “un proceso que promueve la participación activa de los grupos humanos en la construcción del futuro, utilizando herramientas y perspectivas que aborden las causas de una crisis”.

Por la desastrosa y deshonesta herencia de este Gobierno, la reconstrucción tendrá que ser lo primero de todo y enfocada en la recuperación de la seguridad ciudadana y la paz social para, sólo así, poder reactivar una economía desfalleciente gracias a un 40% de aumento en el desempleo en tan sólo un año. Generosamente, la mayoría de la población dice estar dispuesta a contribuir hasta con las soluciones más drásticas para volver a un Chile pacífico, en orden y sin miedos ni limitaciones para transitar por él. Hoy, con este Gobierno, la delincuencia causa, como promedio, un homicidio y medio cada día, y han aumentado en un 23% los robos con violencia en un año, mismo período en que los secuestros pasaron de 40 a 80 casos.

El comiquísimo ministro de Seguridad, después de 6 meses anunció “el permiso” a Carabineros para que utilice pistolas inmovilizadoras pero sólo en casos de violencia intrafamiliar, y con la condición de que no impacten zonas blandas del cuerpo (¡¡!!) El arma no letal, aguardada recién para diciembre, ya tiene sobrenombres: “1,2,3 momia” y “¡congelado!”.

No sólo habrá ineludibles reconstrucciones en lo referente a la seguridad ciudadana y a la limpieza de la administración pública; también se dará, y esto ya a partir del 17 de noviembre, en el ámbito de las relaciones políticas, tanto en la izquierda como en la centroderecha, y ello dado los fuertes sismos que están remeciendo la vida pre electoral de los colectivos nacionales.

En el caso de la izquierda gobernante, sus potentes sacudones son a causa de las siempre ambiciosas cuotas de poder, en tanto en una fracción que se autodenomina de centroderecha, el desangramiento tiene su causa en la pérdida de identidad de algunos que, erróneamente, creyeron que con guiños hacia el desprestigiado oficialismo incrementarían su respaldo ciudadano: ¡un olfato político ni siquiera digno de un aprendiz!

En una revelación alarmante para su pacto electoral “unitario”, el presidente comunista Lautaro Carmona vaticinó que dada la fragmentación del bloque continuista, “es imposible pensar en que vamos a doblar en el Congreso”, el gran sueño de los totalitarios para impedirle la cancha libre al futuro Gobierno de derecha.

Mucho antes de que una bien aleccionada, pero mediocre, militante ganase la primaria del sector, el comunismo ya era el amo del multicolor colectivo de Gobierno, incluso arrasando con sus socios naturales del mediopelaje frenteamplista. Jeannette Jara es una disciplinada militante desde los 14 años, de tal modo que es un infantilismo presionarla para que congele “mientras tanto” su dependencia política: una oveja, aunque trasquilada, oveja queda.

Todos en la izquierda saben que Jara carece de una mínima posibilidad de ganar la Presidencial, por lo cual el objetivo del mal llamado bloque unitario es que ella contribuya a aportar votos de todas las sensibilidades, pero exclusivamente para la elección parlamentaria. Tan de claro es ello, que la candidata ni siquiera concurre a los debates temáticos con sus rivales presidencialistas.

Mientras el PS y el PPD le piden que vocee sus planteamientos, el mandamás comunista y su secretaria general Bárbara Figueroa, quieren imponer el discurso doctrinario marxista para afianzar a los suyos, destrabar la molestia de los puristas jaduistas y aplacar a los indignados por la incorporación de la DC al pacto: por imposición de ésta, desapareció del programa el aborto libre.

De acuerdo al tono con que se están expresando tan distintas visiones, no resultará simple a futuro reconstruir confianzas en la futura oposición de izquierda. Ya hay heridos en el camino y los seguirá habiendo, más aún con las laceraciones abiertas del otrora socio del PC, Acción Humanista, y del ninguneado Jaime Mulet con su Federación Regionalista.

Aunque se le ha querido presentar como “más grave que el quiebre de la izquierda”, lo que va a acontecer en el hoy centroderechista Chile Vamos no resultará traumático. Ello, porque, a excepción de la UDI, el resto del bloque es decidida y claramente centrista, hoy mundialmente una corriente sin espacio ni relevancia.

El 16 de noviembre marcará la mudanza definitiva de RN hacia el centro, un sueño de un grupete de piñeristas que empezó a incubar dicha idea en 2010 con el nombre de fantasía de “Nueva Derecha”.

Es pronosticable el volumen de militantes, e incluso de adherentes, que se marcharán de la que fuera una de las cunas de la renovada derecha chilena y que contase con llamativos personajes, como Sergio Onofre Jarpa, Carlos Larraín, Sergio Romero, Ricardo Rivadeneira y un luchador callejero contra la UP, Andrés Allamand, entre muchos otros. Hoy, su directiva forma alianza con quienes, como los DC en el ‘exilio’, por años han atacado sin piedad al partido. Para peor, su cúpula reconoce estar dispuesta a dialogar con el marxismo y su todavía presidente, Rodrigo Galilea, anuncia que “no aportará” su gente a un eventual Gobierno encabezado por Republicanos.

Sin duda que Chile Vamos quedará cojo y reducido tras la elección presidencial, y ello porque la UDI ha expresado a través de su presidente que su gente le dará su apoyo incondicional a JA Kast en el balotaje, materializándose, así, un auténtico bloque de derecha de verdad, el mismo que fuera desarmado hace 15 años por la vanidad y el personalismo de alguien que, hoy, a través de sus herederos, continúa imponiendo su ególatra voluntarismo.

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