Por Raúl Pizarro Rivera
Como las encuestas no hablan, hay que interpretarlas, y esto significa “darle un significado a la información analizada, buscando patrones, tendencias y perspectivas para extraer conclusiones”.
Este proceso transforma números y datos brutos en conocimiento útil y práctico, que ayuda a comprender un fenómeno y, en el caso de elecciones políticas, “guía estrategias”. En nuestro país, sólo 1 de cada 10 ciudadanos desconfía de ellas.
En esta “interpretación” de los sondeos por la Presidencial del 16 de noviembre ha permanecido incólume un dato que ya parece admitido: Jeannette Jara y José Antonio Kast tendrían asegurado su acceso a la segunda vuelta. Ello se estaría dando porque la comunista es candidata única del Gobierno y del numeroso bloque de izquierda, en tanto el Republicano comparte y se divide adhesiones con el Libertario Johannes Kaiser, las que se traspasarán en el balotaje. Dicha sumatoria es la responsable de que nadie, absolutamente nadie, apueste a que la militante comunista gane la segunda vuelta. Kast y Kaiser no sólo sumarán sus votos, sino agregarán la totalidad de los de la UDI y gran parte de los de la fraccionada RN, pertenecientes a los militantes y simpatizantes fieles a la doctrina fundacional del partido.
En esta casi exclusiva pugna derecha-izquierda se involucra a Evelyn Matthei como si fuese una candidata también de la derecha, lo que no es así: su comando fue “tomado” por el centrismo, una amalgama de Demócratas y Amarillos, todos DC en el exilio, pero DC al fin y al cabo.
Este centrismo en las elecciones Municipales y Regionales del 2024 obtuvo un irrelevante 2.6% de los votos. Son estos, quienes para la Presidencial se encargan de fomentar el “peligro de los extremos”, omitiendo, adrede, que hoy el extremismo es un fenómeno mundial reactivo a los abusos y excesos totalitarios, e históricamente sanguinarios, del marxismo. Respecto a Chile, ¿no son acaso ejemplos vivos de ello el vandálico ‘estallido’, la Convención Constitucional y cada celebración de aniversarios octubristas ¿destruyéndolo todo? El reciente domingo 12 fue la última muestra de que la violencia izquierdista sigue vigente. Hasta parece existir un tácito acuerdo entre políticos y medios de comunicación para eliminar de su vocabulario la muy viva y activa “extrema izquierda”. Sólo hay referencias, casi diarias, a la extrema derecha, y mientras más demonizada, mejor.
Este fenómeno mundial de estiramiento de los extremos democráticos por agotamiento ha hecho desaparecer conceptos evasivos y engañosos como los de centroizquierda y centroderecha. ¿Qué partido de centro figura en el bloque gobiernista para las próximas elecciones? Todos son devotos del socialismo internacional, cuya fuente fue y sigue siendo el marxismo. Al otro lado ¿puede considerarse de derecha quien propone dialogar y tenderle puentes al adversario que sólo cobija propósitos totalitarios?
Visto así, la candidatura de Evelyn Matthei ni siquiera puede ser aludida como de centroderecha, sino tan sólo es el exclusivo fruto del centrismo encarnado por los herederos de Piñera y por los marginados del PDC, voluntaria o forzadamente.
Un antiguo falangista recordó públicamente que el fallecido Sebastián Piñera, antes de la elección parlamentaria de 1989, visitó a Patricio Aylwin para pedirle un cupo senatorial, el cual, en el acto, le fue negado: se marchó rumbo a Renovación Nacional. “Él fue un gran democratacristiano, al igual que sus padres y varios de sus hermanos” reveló otro antiguo ex militante DC.
El descuelgue de derechistas auténticos desde la candidatura de Matthei y la rebeldía de una mayoría de consejeros regionales de RN, anticipan un sismo al interior de una colectividad que ya fue encantada por la DC en plena Concertación de izquierda y que ahora le cedió el manejo de “su” candidata a los centristas de corazón y alma DC. Estos ahora centristas, desde que nacieron como falangistas han atacado con persistencia a la derecha, y en especial cuando fueron parte de la Concertación y de la Nueva Mayoría, en ésta, aliados del comunismo.
Aunque, en rigor, Matthei es de origen y vida derechista, por la permisividad de RN terminó siendo absorbida y atrapada por el centrismo para, a través de ella, vocear sus propios intereses. Quien solicitó no comprar productos británicos mientras Pinochet estuviese preso en Londres, ahora es la candidata de muchos de quienes fueron ministros de la socialista Michelle Bachelet, como Ximena Rincón, Jorge Burgos, Edmundo Pérez, René Cortázar, Javiera Blanco y Andrés Zaldívar, entre varios otros. Es hora, entonces, que a Matthei se la deje de llamar “candidata de derecha”, porque simplemente no lo es.
Estos anti derechistas que hoy la manejan fueron los mismos que enviaron una carta a la Comisión Nobel de Noruega, postulando a Corina Machado para el Premio de la Paz, siendo que ella es exclusivamente una líder política y miembro importante de la DC venezolana y muy cercana a Carlos Andrés Pérez, a quien el chavismo intentó derrocar en la década de los 90.
No es, entonces, llamativo que Matthei, en la fase final de la campaña, apunte sus dardos contra Kast y no contra el adversario natural, la comunista Jara. Su contradictoria condición de derechista anti derecha es por el apoyo que le dan los DC en el exilio, al punto que dos de sus adherentes, Jorge Burgos y Paola Luksic, vicepresidente y secretaria ejecutiva de Paz Ciudadana, estuvieron detrás de un informe que casi con euforia difundió dicha Fundación en cuanto a que “disminuyó el temor de la población respecto a la delincuencia” (¿?), sabiendo que los respaldos a Kast y Kaiser se han sustentado, precisamente, en el clamor de la comunidad por falta de protección y seguridad. Toda una burla a la indesmentible realidad del día a día.
Paola Luksic es tía del alcalde Demócratas de Huechuraba y hermanastra del propietario de T13 televisión, cuya línea editorial es marcadamente pro Matthei, y no precisamente por ella.
No han sido pocos los Demócratas y Amarillos, hoy alineados con Matthei, que han adelantado públicamente que en segunda vuelta “por ningún motivo” votarán por Kast, y un ex Intendente Metropolitano DC llegó a decir que “estoy meditando acaso en el balotaje le daré mi voto a Jara”. ¿Qué más pruebas de que esta candidatura dejó de ser de derecha?
Los DC en el desierto sueñan, y se desvelan, por recuperar su pasado de grandeza. Como saben que los centristas están lejísimo de volver a vivir ese estatus, sí podrían transformarse en la futura bisagra en el Parlamento: que sean ellos, con su minoría, quienes decidan las votaciones y quienes muevan las agujas en uno u otro sentido.
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