Por Raúl Pizarro Rivera
Cuando en las elecciones parlamentarias de noviembre de 2017, inesperada y atropelladoramente el recién naciente Frente Amplio llegó al Congreso Nacional con 20 diputados y un senador, el mundo político lo percibió como “aire fresco y renovador”, y parte de la ciudadanía hasta se imaginó, e incluso creyó, que se trataba del comienzo del “cambio social” prometido pero incumplido por la (ex) Concertación.
Sin embargo, y ya antes de una década de existencia, la misma ciudadanía que se esperanzó por su surgimiento, fue la primera en juzgarlo como una farsa de ineptos carentes de honestidad, sin una elemental formación académica y hasta con una moralidad ausente para desempeñar cargos de trascendencia nacional.
El Frente Amplio no responde al modelo de plebeyos en el poder que describió Maquiavelo en El Príncipe: “mayor de edad, honorable y útil a los demás”. Más temprano de lo que cualquiera imaginó, esta montonera perdió el vuelito que le dio la campaña de la ex MIR Beatriz Sánchez (“éstos son mis cabros”), en la primaria presidencial de la izquierda, en noviembre de 2017. Obtuvo un inesperado 68% de los votos y a tres puntos de haber pasado a segunda vuelta. El Frente se ganó una increíble admiración popular por su radical protagonismo en el Golpe de Estado de octubre de 2019, pero hoy un 54% de la ciudadanía define a esta violenta y destructiva intentona como “perjudicial para el país”, y un 67% asegura que “Chile está peor que antes” de dicho violento episodio.
Debe recordarse que sólo diputados frentistas y comunistas estuvieron en la cumbre marxista con Nicolás Maduro, donde se acordó “barrer con el neoliberalismo en Chile” y, además, “imponer de inmediato una Asamblea Constituyente”.
La familia frentista llegó a La Moneda mucho antes de que sus más soñadores cálculos lo previeran. Gabriel Boric y Giorgio Jackson fueron los líderes de estos expertos en ‘tomas’ de universidades y colegios y voces cantantes en cuanta protesta callejera con barricadas organizaban casi a diario. Entre ellos hay militantes con grados académicos, pero muchos de esos obtenidos gracias a la solidaridad ideológica de sus profesores. Boric llegó, así, a quinto año de Derecho en la Universidad de Chile, desde donde salía a las manifestaciones junto a un docente que gracias a las exigencias de estos revolucionarios llegó a ser decano: Davor Harasic. Éste salía con sus alumnos a protestar en las calles. Enfrentado al examen de titulación, Boric lo reprobó en las tres oportunidades en que lo rindió.
Con Giorgio Jackson se juramentaron que los frenteamplistas iniciarían en el país un ciclo de dominio político de, al menos, 25 años, y que el calvo viñamarino heredaría el sillón de La Moneda para el segundo Gobierno refundacional: en marzo próximo, todos se van para sus casas. Así y todo, igual Jackson viajó privadamente desde Estados Unidos a Chile, en marzo de 2025, para olfatear la factibilidad de que se cumpliese aquel compromiso mutuo con su amigo. Pero el nivel de desprestigio de su partido lo convenció de que lo mejor era volver a su residencia en el exterior.
¿Qué es hoy el Frente Amplio?: un conglomerado reducido a dos partidos que, para no desaparecer, debieron fusionarse: Revolución Democrática y Convergencia Social. Fueron 12 los grupos y movimientos -algunos anárquicos- que dieron origen al llamado ‘progresismo´’, y casi todos con una pasantía en las JJ.CC.
De los 12 ministerios entregados a la hermandad del Frente Amplio, han debido irse 8: Claudio Huepe, Marcela Ríos, Julieta Brodsky, Giorgio Jackson, Marco Antonio Ávila, Aysén Etcheverry, Marcela Sandoval y Diego Pardow, el último caído en acción. En mayo le informó a su jefe del millonario error en las cuentas de electricidad con cargo a la población, pero éste escondió la mala noticia, hasta que, hace pocos días, un canal de TV lo hiciera público.
Además de dichos ministros, debió marcharse un íntimo amigo de Boric y, como él, fundador de RD: Miguel Crispi, el poderosísimo jefe de asesores. Se negó a declarar en las comisiones investigadoras de la Cámara porque “no puedo revelar lo que hablo con el Presidente”… Fue quien, hasta el último, intentó mantener en secreto las 15 defraudaciones al Fisco por parte de las Fundaciones brujas destinadas a hacer caja para el partido.
El denominador común en todas estas “voluntarias renuncias ministeriales” ha sido el mismo: cubrir algún error, participación, omisión o complicidad del compañero Presidente.
Al interior del Frente hay dos bloques que plantean su disconformidad con los procedimientos del Presidente. Un sector cuestiona a su mandamás Constanza Martínez por no defender a sus compañeros que, habiendo informado al Mandatario, terminan asumiendo solos los costos de la irregularidad gubernamental. Además, está el bloque de los indignados por la impensada conversión doctrinaria presidencial desde la revolución a la socialdemocracia. Generalizadamente, al interior del bloque es motivo de críticas la pública protección de Boric al fundador y defraudador vía ProCultura, Alberto Larraín, quien -según consta en una grabación de la PDI hecha pública- le dio un portazo a militantes que le solicitaron aportes para la campaña electoral de las últimas elecciones regionales y comunales: “primero ganen alguna elección” les respondió con ironía. Descrito como un jefe que exigía estar al tanto de todo en las ‘tomas’ universitarias, como Mandatario ha procedido igual: exige ser el primero en recibir “la información”. Negó tener vínculo alguno con su ex médico personal, el psiquiatra Alberto Larraín y con su defraudadora Procultura, pese a que fue una orden suya la que reajusto de $230 millones a $2.300.000 el aporte estatal anual a dicha Fundación, y fue él quien, a lo Bachelet, le confesó a la PDI que se informó por la prensa sobre el negociado inconstitucional de la residencia de Allende: el decreto de compra lo firmó él.
Ha mantenido, sin tocar, a la titular de uno de los ministerios menos relevante pese a su vital incidencia social, el de Desarrollo, a cargo de una queridísima ex polola suya, la abogada Javiera Toro y compañera en huelgas y ‘tomas’ de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Igual, mantiene en sus cargos a Antonia Orellana, en el de la Mujer, protagonista callejera del 18/O y renuente a solidarizar con la víctima de Monsalve, e idéntico respaldo ha sido para el “amigo personal”, pero incompetente y súper apitutado Nicolás Grau, hoy increíblemente a cargo de Hacienda.
Boric tomó el teléfono para llamar al entonces presidente de la Corte Suprema, Juan Eduardo Fuentes, para pedirle que designase directamente como fiscal nacional -saltándose a la Cámara Alta- a Patricia Muñoz, una ‘progresista’ y funcionaria jerárquica del Ministerio Público y muy cercana a un senador gobiernista que en marzo se va a retiro obligado. Cuando el cargo lo asumió Ángel Valencia, la asociación de funcionarios del Ministerio Público le pidió que despidiera a la recomendada del Mandatario por “abuso de poder”: ella, a regañadientes, debió marcharse.
Un reciente retroceso de un 7% en la adhesión popular al Gobierno y el unánime convencimiento de que su candidata presidencial, Jeanette Jara, sería derrotada incluso por cuatro de los ocho candidatos en segunda vuelta, indujo a los analistas futuristas de la izquierda a modificar sus pronósticos: Boric aún no reúne las habilidades para postularse a la elección el 2029, sino sólo para el 2033. De pura lógica: la ciudadanía no olvidará tan pronto los costos que ha debido pagar, y en gran medida, por las censurables conductas de la familia frenteamplista.
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