16 julio 2021 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Palabras de Salvador Allende: “Una vez más debo recordarles que el cobre es el sueldo de Chile, así como la tierra es su pan”,
así justificó la nacionalización del cobre.


Allende y su gobierno de la Unidad Popular cometieron muchas estupideces, pero la peor de todas fue la llamada "nacionalización" de la gran minería del cobre, una de las medidas más torpes y deshonestas tomadas en nuestra historia, que significó el estrangulamiento financiero del país y nos llevó a una crisis tal, que en tres años de los seis que correspondía a su mandato, el gobierno había perdido totalmente el control del país, siendo derrocado por el golpe de estado de 1973, que ocurrió como respuesta a los acuerdos de dos poderes del estado (legislativo y judicial) que denunciaron que el gobierno estaba actuando de manera sistemática al margen de la Constitución.

Esta medida extremadamente estúpida, con funestas consecuencias y enormes costos para todo el país, muestra como todos los políticos desde la derecha a la izquierda se rindieron a la demagogia y avalaron un robo, votando por unanimidad la reforma constitucional que autorizaba la expropiación.

Para entender bien este proceso, hay que tener claro que no fue "el cobre" lo que se expropió, sino que se expropiaron instalaciones, maquinarias y equipos, que equivalían a miles de millones de dólares actuales, plata que había sido traída por empresas mineras norteamericanas como Kennecot y Anaconda, entre otras. El "cobre chileno" eran las piedras con sulfuro u óxido de cobre que cualquiera podía ir con una carretilla, picota y pala a recogerla a Chuquicamata, sin ningún problema, incluso hoy cualquiera puede hacerlo.

Pero lo que los políticos demagogos entendían y entienden por "cobre chileno" son las barras o cátodos con una pureza superior al 90%, resulta que para obtener eso no basta con una carretilla y una pala, sino que hay que invertir toneladas de recursos, financieros, humanos, materiales y de toda clase para explorar, explotar y comercializar. Como el gobierno chileno nunca tuvo los enormes recursos necesarios para explorar, eso se dejó históricamente a privados, principalmente norteamericanos que tenían los recursos y el espíritu de empresa necesarios para arriesgarse, así lo hicieron y de esa manera comenzó la explotación de cobre en gran escala en Chile.

A fines de los años sesenta, el gobierno de Eduardo Frei Montalva, respondiendo a la presión demagógica que hacía la izquierda para expropiar las minas que estaban en operación, creó la ley para "chilenizar" la gran minería, por medio de la compra del 51% de las acciones a las empresas privadas. Para comprar estas acciones tomo prestado de organismos internacionales así como de las propias mineras chilenizadas, leo que "los préstamos de las empresas fueron asegurados por la Overseas Private Investment Corporation (OPIC), organismo estatal estadounidense que garantiza y asegura las inversiones privadas estadounidenses en países en desarrollo"

Llega Allende al poder y en 1971 se aprueba por la unanimidad del Congreso la "nacionalización", es decir expropiación de las instalaciones y activos de las industrias cupríferas, asegurando una "adecuada indemnización" a las empresas expropiadas. Pero el gobierno de Allende en base a una tinterillada de Eduardo Novoa Monreal, calculó que desde 1955 a la fecha de expropiación, las empresas habían obtenido "utilidades excesivas"  ni que decir que la figura de utilidades excesivas no tenía existencia legal en Chile o en otras partes del mundo, por lo que la expropiación se convirtió en un simple robo.

Las consecuencias fueron inmediatas. El gobierno de Nixon exigió una indemnización "adecuada, pronta y efectiva" a las empresas expropiadas, las que -por su parte iniciaron acciones legales en tribunales de diversos países del mundo, partiendo por el propio Estados Unidos. Braden Cooper por su parte, inició acciones legales en cinco países europeos para que las exportaciones de cobre chileno fuesen embargadas.

El despojo del gobierno de Allende a las empresas fue doble, porque también se negaron a cancelar los pagarés con la plata que las empresas habían prestado al gobierno para la "chilenización", en base a eso entablaron nuevas acciones legales. Leo que:

Kennecott logró que un tribunal en Nueva York decretara el embargo de bienes de las oficinas de Codelco, Corfo, Lan Chile, Compañía de Acero del Pacífico (CAP), Chile Trading Company6 y el Banco Central de Chile ubicadas en ese estado, además de cinco millones de dólares en cuentas chilenas en bancos neoyorquinos. Además, inició acciones legales contra el Estado de Chile en un tribunal de París, solicitando que un comprador francés de cobre de la mina El Teniente no pagara esa partida de cobre al Estado chileno sino a la empresa, que se consideraba propietaria de ese cobre. El tribunal francés acogió la solicitud.

Era solo el comienzo. Todos los créditos extranjeros se fueron, desaparecieron las reservas internacionales y no se pudo amortizar la deuda externa. EL gobierno de Allende comenzó a negociar con el Club de París sobre la deuda e inició una ronda de negociaciones secretas con el gobierno de Richard Nixon en Estados Unidos, pidiendo un alivio a las acciones legales y los embargos. Las negociaciones no llevaron a ninguna parte porque USA se mantuvo firme en la posición que no se trataba de un tema que se pudiese negociar de gobierno a gobierno, sino un asunto legal, que el Gobierno Chileno debía arreglar en tribunales con las empresas a las que había despojado.

Finalmente por un capricho y por la ambición de estúpidos como Novoa Monreal y Radomiro Tomic, entre muchos otros, el costo de la "nacionalización del cobre" fue inmensamente mayor al que habrían tenido si hubiesen pagado las instalaciones indemnizándolas a precio de oro. Al final fue un costo gigantesco, una farsa y un robo cuyas consecuencias pagamos todos los chilenos hasta que el Gobierno Militar regularizó esa situación con las empresas.

Ya sé que ustedes me dirán que ya escribí antes acerca de lo mismo, que estoy gagá y me estoy repitiendo. Calma, porque aquí viene lo novedoso. Resulta que eso de arrebatar las empresas sin pagar un centavo, usando pretextos infantiles de "justicia social" para encubrir el simple robo de industrias y propiedades, ya se le había ocurrido antes a Fidel Castro y aún antes a Lenin y Mao Zedong.

Lenin y Mao pudieron hacerlo prácticamente sin consecuencias, porque Rusia y China estaban devastadas y la inversión extranjera casi no existía en esos países, o sea, expoliaron a sus propios ciudadanos. Muy distinto fue el caso de Cuba y Chile. En ambos casos los países para atraer a los inversionistas tuvieron que ofrecer garantías, que quedaron cubiertas por seguros. Al llegar al poder un gobierno "revolucionario", que desconoció las garantías dadas -amparados en la soberanía del estado - que permite a un gobierno hacer lo que se le antoje dentro de su territorio- simplemente se robó los bienes, pero esto no quedó impune, porque tuvo graves consecuencias legales.

Igual que Chile, Cuba quedó sometida a una serie de castigos y embargos en buena parte de los países con que tenía comercio exterior. Los primeros años, amparados por la protección y el patrocinio de la Unión Soviética, Cuba fue capaz de sostener el embargo, al precio de tener que convertirse en una dictadura comunista, con los pocos beneficios y muchas desgracias que han hecho desaparecer de la historia a esos regímenes.

Claro que el reducido grupo de la oligarquía revolucionaria -todas las revoluciones crean su correspondiente oligarquía-pudo vivir a cuerpo de rey, e incluso vanagloriarse de sus yates, mansiones y autos de alta gama, como hace Fidelito Castro Jr. o la hija de Chávez.

Al final fue el pueblo cubano, la gente común y corriente los que han pagado los enormes costos del embargo con 62 años de tiranía, hambre y pobreza. Hoy la gente está más harta que nunca de las décadas de la espantosa Revolución Cubana y toda su poesía -porque no hay revolución que no se base en la poesía y los sentimientos más cursis y miserables- todo eso perdió su encanto hace rato

Los cubanos están enfermos de revolución, son dos o tres generaciones que han tenido que soportar y mantener a la corrupta familia Castro y su corte de sirvientes. Las lacrimosas canciones de Silvio Rodríguez alabando la Revolución ya no las traga nadie, las consignas están agotadas y las horas y horas de discursos de Fidel Castro hoy son solo un pésimo recuerdo, una especie de pesadilla.

Si hay un lugar donde los "estallidos sociales" como llaman los colijuntos a la violencia callejera son justificables, ese es Cuba, donde una dictadura inmunda se ha beneficiado y enriquecido inmensamente a costa de tiranizar a su propio pueblo.

Pero hagamos un poco de historia ficción y supongamos que el mentiroso compulsivo que fue Fidel Castro hubiese honrado a su palabra cuando recién llegó al poder y juró que la revolución en Cuba jamás sería comunista. En ese caso tal vez hubiese sido cierta su segunda gran mentira, que fue asegurar que en pocos años la revolución convertiría a Cuba en uno de los países más desarrollados del mundo.

Algo tan simple como expropiar sin compensar, alegando soberanía y razón de estado, tuvo las consecuencias desastrosas que pudimos ver tanto en Cuba como en Chile de Allende. Que siga existiendo gente que proponga lo mismo y que pretenda que puede volver a hacerlo sin que todo el país sufra las consecuencias, y que haya gente que le siga creyendo a esos tarados y repitiendo sus consignas, muestra como la estupidez humana no tiene límite. Se pueden acabar las piedras, pero jamás los huemules, esos seguirán apareciendo una y otra y otra vez, incapaces de ver lo que tienen frente a sus narices.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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