03 agosto 2021 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Por fin estamos empezando a conocer algunas de las ideas de José Antonio Kast en caso de llegar a la presidencia. Creo que casi todos los chilenos compartimos sus quejas y críticas sobre lo que anda mal en la política, en la justicia, en el trabajo de formular nuevas leyes y en la economía, sus críticas en eso son más o menos obvias y compartidas por muchos, sean moros o cristianos. También sabemos que es muy buen polemista, rápido y bueno para anular al contrario ya sea un rival político o un periodista hostil, los deja callados y marcando ocupado con una facilidad que sorprende.

Sin embargo para gobernar se necesita más que eso. Ya conocemos sus principios y valores, algunos que yo no comparto pero no me importa, porque hay muchas otras cosas que considero fundamentales y si las comparto. Por ejemplo yo no soy religioso en absoluto, creo que las drogas deberían estar disponibles para cualquiera que quiera comprarlas y su distribución debería ser legal y segura, no manejada por criminales como ocurre hoy. En eso y otras cuantas cosas estoy en total desacuerdo con sus ideas y valores.

Sin embargo pienso que las ideas religiosas son cosa de cada cual, lo mismo que los principios morales. Yo tengo los míos y no me interesa imponérselos a nadie, creo que las creencias y valores no pueden imponerse a otros y los que tratan de hacerlo pierden su tiempo, que cada cual crea lo que quiera, eso yo lo respeto y no tengo problemas con ser amigo o votar por alguien que tenga creencias y valores muy distintos a los míos, siempre y cuando compartamos una base común de lo que consideramos más importante.

Esta base común que si comparto con las ideas de Kast, es la creencia en la libertad, en la no hegemonía, en renunciar a esa idea de imponer por la fuerza nuestra moral pretendiendo que es "mejor" que la moral de otros. Esa es la estupidez y el fanatismo que encontramos en toda la gente de izquierda y no pocos de derecha. La izquierda en particular siempre tiene pretensiones hegemónicas, como los fanáticos religiosos están convencidos, al menos en la retórica y sus acciones, de estar situados en un pedestal moral que les permite juzgar y obligar a los demás para que se sometan a sus ideas. En pocas palabras se creen los buenos, creo que no hay mejor manera de definir la miseria del izquierdismo que esa.

También comparto muchas ideas que estimo buenas, como el valor de las tradiciones, la importancia social de una familia bien constituida, el respeto a instituciones fundamentales como la policía y las FFAA, que trascienden cualquier gobierno, la preferencia por la sobriedad y el orden, el premio al esfuerzo. Además tengo una visión y un juicio similar sobre lo que significó el Gobierno Militar en Chile, esas son algunas de las cosas en que concuerdo y creo que son lo suficientemente importantes como para obviar las diferencias, que estimo son más cuestiones de gusto y detalles.

Pero todas esas son cosas generales, aunque importantes, no tocan las cosas específicas que haría en caso de llegar a la presidencia. Recién estoy empezando a leer algunas de sus propuestas prácticas, lo que podría decirse un esbozo de su programa de gobierno. 

En Chile los programas de gobierno han sido siempre piezas retóricas llenas de demagogia y lugares comunes, donde el candidato ofrece a la chusma lo que cree que desean escuchar y lo ofrece de manera más o menos poética, explotando los resentimientos y cosas así. Una vez que llegan al poder se dan cuenta que no tenían mayor idea de lo que iban a hacer y las consignas como "gobernar es educar", "la patria joven", "avanzar sin transar", "crecimiento con igualdad" y estupideces por el estilo eran solo floreo, entonces empiezan a gobernar improvisando y apagando incendios a medida que aparecen, sin ninguna dirección ni estrategia.

He leído dos ideas importantes a José Antonio Kast en estos días: una es la urgencia de reformar el Ministerio Público, una institución que se viene arrastrando por el barro del desprestigio desde el momento en que fue creada. La otra idea sumamente interesante es cambiar el sistema electoral a un uninominal mayoritario, con un solo representante por circunscripción (lo que bajaría a 100 los escaños parlamentarios) donde simplemente gana el que obtiene más votos.

Es increíble cómo se ha ido torciendo la voluntad popular en estos años, siendo reemplazada por una dictadura de las oligarquías políticas -para colmo minoritarias- mediante los cambios más descarados y tramposos que puedan imaginarse: sistema "proporcional" donde se vota por listas y no por candidatos y un sistema turbio de negociar a quienes se incluyen en cada lista han permitido las situaciones ridículas que hoy aceptamos resignados. Para que hablamos de los escaños reservados y los requisitos de paridad. Estos chanchullos y cambullones han sido la causa que lleguen al parlamento toda clase de subnormales, payasitos, mafiosos y palurdos, lo que es peor con votaciones insignificantes que son una bofetada a la idea de soberanía popular.  

Todo este problema se borraría de un plumazo en un sistema uninominal mayoritario: se elige un solo representante, se cuentan los votos y es elegido el que saca más preferencias, así, si sale un ladrón o un imbécil no hay a quien reclamarle, porque fue efectivamente elegido por "el pueblo", en este caso por otros ladrones y/o imbéciles. Si la gente entendiera lo que es un sistema donde gana el que saca más votos estoy seguro que votarían en masa, y no veríamos esas tristes parodias que son nuestras actuales elecciones.

Dos propuestas fundamentales: pasarle la aplanadora al corruptísimo Ministerio Público y cambiar el sistema electoral a un uninominal mayoritario, donde "gana el más mejor" y además nos ahorra más de 50 inútiles que hoy están parasitando y se llenan de privilegios a costillas nuestras. Creo que apostar por José Antonio Kast fue una de mis mejores decisiones, es el único que podría hacer estos dos cambios que son tan necesarios.

Claro que yo soy un pésimo militante, no tengo paciencia para ir a reuniones ni menos carácter para salir a la calle a repartir volantes y cosas por el estilo, solo trato de cooperar desde mis pequeños espacios de Internet porque no es mucho más lo que puedo hacer. Estimo mucho a mis correligionarios republicanos, se que son muy valiosos -mucho más que yo de partida- pero francamente no soporto juntarme a hablar con ellos, mi gen antisocial se gatilló desde la primera reunión con Kast acá en Arica.y me he ido alejando de las actividades locales del partido. Sufro del dilema del militante, así es que creo que lo mejor es mantenerme alejado de todo eso.

Además que no quisiera que me pique el bichito de la ambición y se me ocurra hacer el ridículo de candidatearme para algo, yo no soy para eso y como he dicho muchas veces, si alguna vez me eligen para algo me robaría hasta el gato. Mejor déjenme muerto de hambre no más, no quiero tentaciones…

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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