07 noviembre 2021 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


 No recuerdo otra campaña presidencial como esta, la cantidad de errores y horrores que han cometido cuatro de los siete candidatos -que van de derecha a izquierda- es pasmosa. Son errores de cálculo, ignorancia, inexperiencia, todo mal. Para que quede claro hablo de Sichel, Enriquez Ominami, Provoste y Boric. Veamos:

Error 1: los temas de campaña escogidos
Los cuatro nombrados abrazaron los temas del progresismo: desigualdad económica, discriminación, agenda homosexual, supuestos abusos contra el pueblo mapuche, legitimidad de la violencia callejera, cuotas y privilegios a los homosexuales, fortalecimiento del estado y más impuestos. Si se fijan bien, todos tienen exactamente las mismas banderas progresistas, solo cambia la intensidad pero en el fondo todos dicen y prometen los mismo.

El problema es que son temas que solo interesan a minorías, incluso algunos generan un fuerte rechazo en la mayoría de los electores, partiendo por todo lo que justifique la violencia, cosa que repugna a casi todos los chilenos. En los años de la Concertación, la bandera de los derechos humanos les funcionó muy bien, pero hoy ese tema no tiene ni la sombra de la potencia de los noventas, por la multitud de supuestas víctimas que resultaron ser unos sinvergüenzas ¿Qué prestigio puede tener hoy un falso exonerado? Solo por poner un ejemplo.

Uno de los errores mortales fue partir con un mal diagnóstico. Cuando la mayoría de la gente busca desesperadamente tranquilidad, estos pelotas ofrecen "meter inestabilidad al sistema". Abrazar la causa, los temas y la estética progresista les permitió recolectar lucas y tener al mainstream periodístico respaldándolos. Pero no se dieron cuenta que sus propuestas son sumamente impopulares y que los periodistas, tal como los políticos, hoy chapotean en el desprestigio. Grave error

Error 2: inconsecuencia y prepotencia 
Esto es algo muy característico de la izquierda y lo heredó el progresismo. Se construyeron un pedestal moral donde se ubicaban ellos, los puros, buenos y solidarios, mientras que los otros eran todos perversos y egoístas. Pero resulta que cuando uno se sube a un podio queda expuesto a que los demás vean sus debilidades y miserias. Creo que no es necesario hablar de las inconsecuencias, que son el sello de agua de todo progresista: predican pero no practican, hablan de justicia social mientras estafan a sus trabajadores y etc. etc.

Es cierto que el fariseísmo es transversal en toda la política, pero tal como un cura pervertido indigna mucho más que cualquier degenerado corriente, ya que se supone que el cura debiese ser más "puro", entonces de manera parecida la inconsecuencia progresista provoca un rechazo profundo y visceral. 

Creerse moralmente superior tiene otro inconveniente grave, porque el progresista siente que está por encima de todas las reglas: puede jurar en un acto solemne disfrazado de payaso, puede hacer el ridículo cantando en lugar de argumentar su voto o hacer toda clase de cosas chocantes. ESo, que creen que es gracioso, no es otra cosa que prepotencia. Equivale a decir "me importan un comino las reglas, yo estoy por encima de eso porque soy moralmente superior a la chusma".

Bueno, todas las payasadas, comportamientos estrafalarios, ridículos que hemos visto en el congreso y la comisión constituyente, no son gratis. No pasan colados como ingenuamente creen los progresistas, sino que cada payasada va quedando anotada en el consciente e inconsciente de la gente común, que ve como esas basuras abusan de su posición. Eso va acumulando rabia y sobre todo el desprecio de la gente.

Error 3: nunca lograron entender a Kast
Hasta hace unos cinco años atrás, José Antonio Kast era un oscuro político que no lo conocía nadie fuera de un pequeño círculo, yo mismo no tenía idea quien era y cuando se presentó  de candidato a presidente escribí acá mismo que era un don nadie sin ninguna posibilidad. Sin embargo en muy poco tiempo me convencí que era un fenómeno de la política muy singular, es probable que nuestra generación no vuelva a conocer otro político equivalente.

Claro, están los Chicago Boys que fueron grandes intelectuales, pero Kast es un animal político, y ya que estamos en una analogía animalesca sería como un león o un tigre, mientras todos los demás políticos serían como chacales o monos. La diferencia de Kast con los demás políticos en cuanto a visión táctica, estrategia, talento innato para debatir, integridad personal y otras cosas lo ponen a una distancia astronómica de los demás candidatos.

Si bien al principio pensaron que bastaba con usar masivamente y al unísono los medios de prensa, primero para burlarse y ningunearlo y después para atacarlo con furia, eso muestra que nunca llegaron a entenderlo, porque Kast siempre crecerá ante los ataques. Primero por su calma imperturbable y segundo por su habilidad endiablada para replicar y discutir. Kast ha dejado un reguero enorme de víctimas que han tratado de destruirlo con los argumentos clásicos que usan los políticos.

La guerra sucia no funciona con Kast porque todavía, pasado más de cuatro años, no le han podido encontrar un punto débil para tirarle un misil bajo la línea de flotación. Han probado con todo, principalmente con las mentiras usuales de las operaciones de guerra psicológica.

Trataron de tumbarlo por su firma que aparece en un contrato en Panamá, imperturbable, no se demoró un minuto en sacudírselos. La hija de Parada, el asesinado durante el Gobierno Militar le enrostró en público que su familia había torturado y matado trabajadores, la dejó muda en un par de minutos, de allí nunca más lo molestaron con eso, que ciertamente era mentira.

Finalmente trataron por todos los medios de etiquetarlo como nazi, fascista, populista y de ultra derecha. Nada de eso ha tenido éxito, como muestra su creciente popularidad. Kast nunca ha dicho una sola palabra que pueda calificarlo como nazi o ultraderechista. La realidad es evidente: Kast es ideológicamente un UDI de los años 90, sus coincidencias con Jaime Guzmán son enormes y no tiene un pelo de antidemocrático, menos de intolerante.

Ahora que ha crecido en las encuestas y tiene micrófono, cada día se nota más cuales son sus ideas, fuera del cliché en que el mundo progresista ha tratado de colocarlo. No es el Bolsonaro chileno, en absoluto y como cualquiera que lo escuche un rato puede darse cuenta de eso, cada vez que lo atacan crece más su popularidad.

No se como podrían tumbarlo, tampoco se si Kast sería un buen presidente pero desde hace cuatro años estoy convencido que es un candidato excepcional, y aunque no comparto todas sus ideas si estoy lo suficientemente de acuerdo como para militar por primera vez en mi vida en un partido político: el Partido Republicano.

Creo que de todos los errores y horrores cometidos por el progresismo, este último ha sido el peor. Nunca llegaron a entender realmente a Kast y por eso nunca han podido atacarlo con éxito. Un chacal o un mono rara vez puede comerse a un tigre. En fin, pase lo que pase en la elección que viene, yo estaría muy contento si Kast pasa a segunda vuelta, nada está dicho todavía pero creo que vamos bien y eso me pone muy contento.

P.D. notarán que no he hablado de ninguno de los otros candidatos individualmente. Creo que no vale la pena, porque como grupo han cometido los mismos errores, todos

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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