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Por Fernando Laredo Cárter.


Quien escribe este artículo fue profesor de filosofía en un instituto de técnico profesional de Viña del Mar entre 1991 y 1996. Y pudo escuchar de labios de un joven comunista alumno suyo en cursos vespertinos de 1991 los planes del Partido Comunista (P C) con respecto a la Constitución de 1980. Ese joven de veinte años en esa época ya me decía que la única forma que el Partido veía como posible para deshacer la obra de restauración democrática republicana y burguesa creada por Augusto Pinochet y sus partidarios UDI, RN, y DC, era llamar a una asamblea constituyente en cada comuna y en todo el país. Y desde esa instancia crear una nueva carta magna para Chile, carta que desde luego no tendría normas o artículos que frenaran o impidieran la toma del poder total en Chile.

Este joven años más tarde viajó a estudiar a Moscú, a la Universidad Patricio Lumunba, pero se enfermó y tuvo que regresar a Chile. Y hacia el año 2000 se despidió de mí para irse a trabajar al servicio del Partido Comunista a la Ciudad de Temuco, y a tomar contacto con el mundo mapuche. Hoy, hasta donde sé, continúa a sus 50 años de edad, militando en el mismo partido. Por él yo ya sabía todo el plan de utilizar al pueblo mapuche como instrumento para continuar sus planes revolucionarios por parte del PC a pesar de su derrota en la Unión Soviética.

En el año 2003 y 2004 tomé contacto con un grupo de jóvenes activistas del PC que mantenían un canal de televisión comunitaria en el sector de Playa Ancha de la ciudad de Valparaíso, y allí nuevamente encontré material escrito en que llamaban a los porteños a organizar una Asamblea Constituyente para crear una nueva constitución para Chile. Y en ambos casos no hablaba de demandas sociales, sino específicamente de romper el orden constitucional y tomar el poder para instalar la revolución en el país.

Ese tema nunca le importó a la mayoría de los chilenos, sólo le importaba al 10 o al 12 % de la población que estaba bajo la influencia directa del Partido Comunista, pero con mucha astucia lograron instalar sus ideas en el mundo académico y en sectores adolescentes hasta sugestionar a una buena parte de la población chilena culminando en el proceso insurreccional de Octubre de este año.

Y el señor Presidente de Chile, muy ingenuamente, se le ocurrió en Noviembre de este año, negociar la paz social a costa de destruir el orden constitucional de la República, cosa que les cayó como un regalo del cielo en bandeja de plata a la izquierda chilena. No logró su objetivo de apaciguar a sus detractores, y al contrario, despertó el hambre y los deseos de varias minorías que quieren refundar Chile con los mismos ideales de Maduro y del Foro de Sao Pablo.

Y a no ser que la campaña por el RECHAZO a la nueva Constitución sea bien organizada y planeada con inteligencia, el Partido Comunista logrará su deseo de más de 30 años. Es de esperar que la situación sea bien comprendida y la gente de los partidos democráticos de centro y de derecha se unan y no sean ingenuos ni ignorantes de las trágicas historias de los países que han caído bajo el poder del marxismo internacional. Aún hay dos plebiscitos por delante, y mucho que hacer.

Fuente: http://www.intelige.cl/un-plan-de-30-anos-para-cambiar-constitucion/

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