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 24 de junio de 2020 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


 

Así está el gobierno de Sebastián Piñera, como en un cumpleaños mexicano dando tumbos y palos de ciego mientras cunde el caos en el país, nosotros rezamos para que se termine luego y que por fin se manden a cambiar para la casa.

Años atrás, creo que el 2015, tomé el curso online Making Government Work in Hard Palces, con la profesora Jennifer Widner, el trabajo final consistía en un ensayo sobre un caso de estudio y se me ocurrió escribir sobre el "Segundo Piso", inventado durante el gobierno de Lagos, que fue el primer intento de dotar al presidente de un equipo ligero y ágil de asesoría estratégica e inteligencia. Mi ensayo se llamaba "A Case Study in Gobierno de Chile".

Era un trabajo corto y -para mi sorpresa- tuvo bastante impacto, la profesora me mandó una nota y lo destacó en el curso como algo que recomendaba leer. En la presentación yo relataba brevemente el nacimiento del "Segundo Piso" durante Ricardo Lagos y como había evolucionado en el tiempo en los gobiernos siguientes de Bachelet y Piñera.

Lagos fue el primer presidente que se preocupó de la inteligencia desde 1990: reforzó la inteligencia policial mediante cooperación con países extranjeros y creó la ley de la Agencia Nacional de Inteligencia, pensada como un organismo civil para asesorar estratégicamente al presidente. Por otra parte implementó el "Segundo Piso" con un equipo de asesores íntimos para la contingencia, a cargo de Ernesto Ottone.

Aunque la idea era muy buena, nada funcionó muy bien y desde el principio hubo problemas. La ANI, que debía ser el reservorio intelectual del gobierno, la llenaron con periodistas, profesores de estado, sociólogos y abogados todos con algún padrino político bien colocado. Así agarraron su puesto de planta y muchos siguen hasta el día de hoy, vegetando y dándose la buena vida a puro copy-paste. Como al parecer sus productos fueron malos desde el comienzo, dejaron de ser leídos en el gobierno y hoy nadie sabe bien para qué sirven.

Lo que pasa es que muy pocos se han detenido un momento a pensar el problema de la inteligencia en Chile, cosa que no se va a resolver con una nueva ley, como creen los tontos que nos gobiernan. Es algo que necesita un cambio de los partidos políticos, tanto del gobierno como de oposición.

También está el problema de ls personas ¿Qué clase de inteligencia vamos a tener con parlamentarios del Frente Amplio como Florcita Motuda o la Jiles, para nombrar solo los ejemplos más escandalosos? ¿O con comunistas como Tellier y los demás, dedicados a llenarse los bolsillos ellos y sus amigos?. Nada se puede hacer con la gente que hay ahora, ninguna ley puede arreglar eso.

Pero igual es indispensable pensar en el problema, porque es algo fundamental para el país. Llevamos al menos 10 años sin inteligencia, sin estrategia ni seguridad alguna, es indispensable irse preocupando desde ya, aunque sepamos que con la gente que hay no se va a conseguir nada, tenemos que pensar en el futuro, porque no hay mal que dure cien años, ni huemul que lo aguante.

La inteligencia de un país es una actividad principalmente de apoyo y tiene tres campos dedicados a distintos problemas: el primero es la seguridad externa, el segundo la seguridad interior del estado y el tercero la conducción estratégica de la política.

La seguridad externa siempre ha estado a cargo de las Fuerzas Armadas, esto comprende acciones de espionaje y contra espionaje, recolección, análisis, construcción de posibles escenarios y cosas así. Lo que pocos saben es que la inteligencia militar en Chile ha sido históricamente muy exitosa. Nos salvó de dos guerras nada menos: en los setentas contra el Perú y en los ochenta contra Argentina. Igual que los arqueros de fútbol, la inteligencia solo se conoce cuando comete errores, pero su objetivo es mantener al país alejado de la guerra y h tenido grandes éxito con eso.

Cuando dicen que las FFAA en Chile hace más de 100 años que no pelean en una guerra, debería ser motivo de gran orgullo para nosotros. Los países entran en guerra porque son incapaces de detener las agresiones o agresores ellos mismos. Eso muestra que la inteligencia militar ha hecho muy bien su trabajo en Chile, especialmente porque a pesar de constantes agresiones retóricas, nunca otro país se ha decidido a atacarnos desde la Guerra del Pacífico. Claro que han habido unos pocos errores bochornosos y chascarros, pero nada grave que ponga en peligro la paz en el plano internacional.

La seguridad interior del estado ha sido un dolor de cabeza permanente para los gobiernos. Hasta mediados del Siglo XX estuvo a cargo del Ejército, luego pasó a la Policía de Investigaciones (los "guatones de la PP"), durante los militares se crearon dos organismos sucesivos, ambos militarizados: la DINA y la CNI. A partir de 1990 hubo organismos informales como "la Oficina" y semi informales como la "DISPI" hasta que Lagos creó la ANI.

Casi todos estos organismos sufrieron de corrupción y terminaron en gran desprestigio, especialmente la DINA bajo la dirección del entonces coronel Manuel Contreras, que muy probablemente fue infiltrada y tuvo responsabilidad en el desprestigio del Gobierno Militar en sus últimos años.

En la vida real, la seguridad del estado ha sido siempre manejada por las policías, ellos tienen los medios y conocimientos para hacerlo. Los políticos, que se adjudican la desarticulación de grupos terroristas como el Lautaro por ejemplo, solo se colocaron para las fotos.  fueron las policías quienes hicieron todo. Cuando los políticos han actuado, ha sido para encubrir y proteger a los terroristas, como ocurrió con el asesinato de Jaime Guzmán.

Al menos en los años de Lagos, la Dipolcar de Carabineros y la Jipol de Investigaciones eran las que manejaban los problemas de seguridad interior del estado en sus distintas facetas: étnicos, antisistema, terrorismo, crimen organizado, etc. Cuando los fiscales corruptos empezaron a operar, varios eran ayudistas del terrorismo y se dedicaron a desarticular, en especial a Carabineros. Y al parecer tuvieron bastante éxito, porque estos mandaron al diablo todo después que una pareja de fiscales delincuentes les arruinaron las investigaciones de décadas sobre el terrorismo mapuche.

Hoy la seguridad interna del estado no existe, no la resguarda nadie y eso explica la Araucanía en llamas, la violencia callejera sin control, anarquismo antisistema, crimen organizado y todo lo demás, los fiscales no solo no persiguen sino que son cómplices activos de todo esto. Mientras exista el Ministerio Público esta situación seguirá escalando, no hay nada que hacer al respecto.

Con la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) existe una tremenda confusión, no solo entre la gente común, sino que entre los propios políticos. La ANI no tiene James Bonds ni mucho menos, está principalmente formada por gatos de yeso, gordos, flojos y posiblemente inamovibles por la cantidad de información que deben tener a su disposición para chantajear, en caso de que los toquen.

La ANI no tiene nada que hacer en la parte operativa de la seguridad del estado, porque para eso se necesitan policías, gente armada, sobornar soplones, infiltrar espías, interceptar comunicaciones por medios no muy católicos, confundir, asustar y todas esas cosas que -amparadas en la "razón de estado" se hacen en todos los países del mundo, aunque la ley diga que no pueden hacerse. Es un trabajo -clandestino- de policías, no para los flojos, inútiles y apernados que hay en la ANI.

Eso no quiere decir que la agencia sea un ente inútil, podría ser de un enorme valor si elaborara buenos productos para el consumo de los altos oficiales del gobierno. El problema es que nunca se ganaron el respeto y probablemente en toda su historia nunca han entregado un solo producto decente,

Una nueva ley de inteligencia es inútil porque no ataca los problemas principales de la inteligencia en Chile. La inteligencia militar anda muy bien y no necesita ser tocada, pero la seguridad interior del estado no se arreglará con nada porque el problema es la cobardía del gobierno que permitió desarticular las policías, la corrupción del Ministerio Público y el oportunismo político de la oposición. Lo único que podría mejorar con una nueva ley es la capacidad de análisis estratégico del gobierno, pero como este está formados por idiotas, cobardes y enfermos de la cabeza ni la ley más perfecta tendrá ese efecto.

Ninguna ley puede arreglar eso, tampoco ninguna ley puede arreglar que el presidente y la mayoría de los políticos tengan problemas de personalidad o inmadurez al borde de lo patológico. Esas cosas no se arreglan con leyes.

Con mis atentos saludos, para todos los amigos -gatos de yeso- de Gestión y F. A. 
:D

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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