25 agosto 2020
Por Tomas Bradanovic
Lo vengo escuchando y leyendo cada vez más seguido. Amigos y conocidos, muchos de mi edad, pero también otros mucho más jóvenes ven con un tremendo pesimismo y también con miedo las cosas que están pasando en el país. "Aquí lo que falta es un Pinochet" es algo que escuchaba a cada rato conversando con los taxistas cuando estuve en Lima hace un par de años y ahora escucho lo mismo -a cada rato- acá en Chile.
La gente común se acuerda que durante el Gobierno Militar había seguridad en las calles, existía la pena de muerte e incluso la aplicaron a funcionarios de los propios sistemas de seguridad del estado, como ocurrió con el crimen de Calama, eso jamás habría pasado con un gobierno de políticos, aunque fuese por mantener las apariencias se las habrían arreglado para salvarle el pellejo a uno de los suyos sin duda.
La gente recuerda cuando la ley se aplicaba a la letra y el delito común era una fracción muy marginal de lo que es hoy, no es que no existieran los delitos, pero se podía andar con bastante seguridad por la calle y si éramos víctimas de un delincuente teníamos la seguridad que la policía lo iba a perseguir y los tribunales lo iban a castigar con la dureza que correspondía.
La política estaba prohibida, lo que significaba un ahorro enorme de recursos para el fisco. Por un lado no había el enorme gasto que ha significado la explosión de empleos fiscales, muchos de los cuales son pagados muy por encima de los sueldos de mercado a iguales funciones. Cuando asumieron los militares en 1973 hicieron una enorme poda al estado hipertrofiado con empleos inútiles, pero a partir de 1990, cuando vuelven los políticos hemos llegado a más de un millón de empleados públicos. Ni hablemos de las coimas, robos, desfalcos fiscales.
Leo que "En promedio en Chile, siete personas tiene que trabajar para mantener a cada empleado público con los impuestos que pagan". Lo peor es que la mayoría de esos empleados son -además de inútiles- perjudiciales y llegan a la administración como los antiguos barones ladrones, especialmente en los cargos directivos. Durante los militares no existía esa enorme mochila que ha significado que el presupuesto del estado, que ya anda sobre los setenta mil millones de dólares, ya es imposible de financiar con impuestos y muy pronto lo empezarán a financiar con inflación y miseria.
Ese enorme ahorro de recursos, unido a una administración del estado que muchas veces genial y adelantada a su época, por la visión y capacidad de los chicago boys donde se encontraba gente como Sergio de Castro, Álvaro Bardón, Sergio de la Cuadra, Miguel Kast, Juan Andrés Fontaine, entre otros y los dos mayores exponentes que fueron José Piñera y Hernán Buchi, quienes idearon e implementaron las reformas más importantes en nuestra historia económica.
Se dice, con razón, que solo en un gobierno donde la política estuviera prohibida se podían haber implementado esas reformas. Los que lo dicen como una crítica, no se dan cuenta que lo que están criticando es a los políticos y al sistema democrático, porque si en democracia es imposible mejorar al país como el nuestro, entonces al diablo con la democracia.
Y esto es lo que pensamos muchos, no solo gente con interés en la política sino personas normales. El año 2017, la encuesta COES mostraba un 68% de los encuestados manifestaban su insatisfacción con la democracia y un 30% afirmaban además que “a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario”. A estas encuestas casi no se les da cobertura porque resultan muy molestas para los políticos pero -por ejemplo- desde que se empezaron a hacer las encuestas CEP y CADEM siempre los mayores niveles de desprestigio han estado asociados a "los políticos", "el congreso" y "el poder judicial". Si eso no muestra que la gente no valora la democracia, no se que podría mostrarlo mejor.
Esto genera condiciones óptimas para un nuevo golpe de estado -militar- en Chile, porque estamos sumidos en una crisis profunda de prestigio de la democracia y existe un recuerdo favorable a la idea de que la solución es "un nuevo Pinochet", los políticos están en su máximo nivel de desprestigio y casi nadie movería un dedo para salvarles el pellejo después de como actuaron, tal como casi nadie ayudó a los izquierdistas perseguidos en 1973.
Muchos dicen "eso es imposible", "los militares no se atreverían nunca", "esas cosas no pasan en Chile", bueno, yo escuchaba eso mismo y lo creía a pie juntillas hasta el 10 de septiembre de 1973, cuando tenía 18 años, no solo yo sino todos los que conocía pensaban los mismo. Si algo he aprendido en mis 65 añitos es que nada es imposible y que nunca hay que decir "nunca".
Dicho todo esto, cualquiera podría pensar que yo estoy esperando un nuevo golpe militar y ando ansioso que vengan a "salvarnos" de nuevo "de las garras del marxismo". Nada de eso, en ese punto estoy en desacuerdo con la mayoría de mis amigos que piensan que la solución a nuestros problemas sería un nuevo golpe militar y que "aquí hace falta un Pinochet". Mis razones son varias y solo diré las principales para no alargarme tanto.
La principal es la incertidumbre, porque dependemos completamente del tipo de persona que encabece el gobierno que, siendo necesariamente un gobierno autoritario, no será nada fácil deshacerse de él. Los altos mandos son humanos, como todos nosotros y nada impide que llegue al poder un idiota o un corrupto, que los hay. No olvidemos que los políticos en todos estos años se han encargado de incrustar a alguno de los suyos, Fuente-Alba, Villalobos, Rosas, no se olviden. No quiero ni pensar en un nuevo Perón para Chile.
Otra razón importante para estar contra un golpe es que habrá costos inevitables. La izquierda, el centro y buena parte de la derecha han sido -además de ladrones- estúpidos, bocones, insolentes, en un gobierno autoritario eso lo pagarán y probablemente los principales cobradores serán civiles que se vieron avasallados, no los militares, tal como ocurrió en 1973. Tampoco es agradable vivir bajo constante censura, créanme, y ese es un costo de todo gobierno autoritario.
Finalmente yo no veo necesario un golpe militar en la situación actual. Creo que estamos acumulando una indignación popular suficiente para lograr aplastar a la izquierda y a sus insidiosos compañeros de ruta social democratas, con los votos. Me extraña ver a tanta gente de derecha cobarde, asustados y hablando de irse de Chile, al mismo tiempo que son incapaces de mover el culo para firmar por el Partido Republicano que es, sin duda, por donde viene la verdadera solución.
Un gobierno fuerte y autoritario con el completo respaldo de las Fuerzas Armadas es nuestro destino obvio. La política y las armas deben ir de la mano, es imposible que estén confrontados, la izquierda fue tan estúpida que nunca se dio cuenta que en el momento en que se ponen contra las armas están firmando su sentencia, porque ahí es donde está el poder real, en 30 años no han podido atraerlas a su bando y ni en 100 años más podrán, es imposible.
Somos muchos los que queremos volver a ser el país próspero y ordenado que fuimos en los ochentas con un presidente honesto y firme, ese es -a mi modo de ver- José Antonio Kast, con el que no concuerdo en muchas cosas pero no tengo duda que es la única figura pública capaz de sacarnos del hoyo en que hoy estamos metidos.
Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/
.