4 septiembre, 2020
Valentina Verbal
Daniel Mansuy —junto con Hugo Herrera— ha sido uno de los intelectuales de derecha que más esfuerzos ha desplegado por deslegitimar moralmente el liberalismo económico y, con ello, el mercado. Ambos, puede decirse, son “hijos intelectuales” de Mario Góngora, un historiador y pensador político que, hasta el final de sus días, se mantuvo firme en dos elementos fundamentales de sus pensamiento: antiliberalismo y fascismo católico.
En un interesante debate sobre las derechas en Chile, organizado por el Centro de Estudios Públicos (ver aquí), Felipe Schwember lanzó duras críticas contras las ideas comunitaristas, representadas —en esa misma instancia— por Daniel Mansuy. Llama la atención que Mansuy haya cuestionado el uso de la categoría comunitarismo de parte de Schwember. Si Mansuy, al igual que otros intelectuales de derecha, no es comunitarista, entonces ¿qué es en términos ideológicos?
Intentaré, a través de esta columna, argumentar que: 1) Mansuy sí es un comunitarista, 2) que el comunitarismo es una doctrina política soft, 3) que Mansuy sí comparte puntos de vista con la izquierda (por ejemplo, con Atria y “El otro modelo”), y 4) que él, junto con otros intelectuales del sector (como, de manera especial, Hugo Herrera) han sido protagonistas principales de la deslegitimación del liberalismo económico en Chile.
En primer lugar, y al igual que el fascismo, vale la pena aquí indicar que el comunitarismo ha sido una de las principales doctrinas políticas de corte antiliberal en el contexto de las derechas en Occidente. Esto es así porque los comunitaristas ven en el liberalismo una doctrina “antipolítica”, que supuestamente negaría el carácter social de los seres humanos y que, por lo mismo, tendería al atomismo social. El liberalismo, dicen los comunitaristas, al poner el acento en el individualismo —en la idea de que los individuos tienen derecho a perseguir fines propios— afectaría la existencia de un horizonte común de sentido. Por lo mismo, para los comunitaristas, la libertad individual debería ser “enderezada” de modo de orientarla hacia un fin comunitario de carácter sustantivo. Por otra parte, y además de la crítica al liberalismo en general, los comunitaristas se caracterizan por efectuar una crítica moralizante al mercado. Este, más que ser un sistema de cooperación y de oportunidades —como sostienen los liberales—, fomentaría la alienación, el egoísmo y, como ya se dijo, la fragmentación social. A todo ello se suma, la crítica constante a la noción de derechos individuales, que son vistos como la consagración política y moral del egoísmo.
Pues bien, si se leen los escritos que, sobre Chile y la derecha, desde hace varios años viene escribiendo Mansuy, no resulta difícil constatar en ellos todos los elementos anteriormente referidos. Pero, además —y aquí paso al segundo punto— es posible palpar que el comunitarismo de Mansuy constituye una doctrina soft, un antiliberalismo carente de un proyecto político alternativo. Y aunque Mansuy y los comunitaristas hablan de “rehabilitar las comunidades”, este planteamiento no alcanza para ser calificado, como sí en el caso de Fernando Atria, de un proyecto alternativo al liberalismo. Por lo demás, y como bien se lo hizo ver Schwember, esa rehabilitación de las comunidades es puramente retórica, puesto que supone la “superioridad” de algunas comunidades en contra de otras. Por ejemplo, Mansuy se opone a todas las formas de familia que no sean la familia tradicional.
Por otra parte, en el debate del CEP Mansuy se sorprendió de que Schwember le dijese que, en su crítica moralizante al mercado, sus ideas no son tan distantes de las de Atria. Pero, es importante subrayarlo, Schwember no le dijo a Mansuy que sus ideas sean enteramente iguales a las de Atria, sino que la deslegitimación moral del mercado, que él efectúa, no resulta tan diferente a la del profesor de derecho. Tanto Mansuy como Atria, en efecto, atacan el mercado por afectar la vida comunitaria, por fomentar el egoísmo, etc. De hecho, en el libro “El otro modelo” se habla de la necesidad de forjar una “comunidad de origen y destino”, algo muy similar a lo que Mansuy viene repitiendo desde hace años de un modo bastante majadero.
Asimismo, y derivado de todo lo anterior, no cabe duda de que Mansuy —junto con Hugo Herrera— ha sido uno de los intelectuales de derecha que más esfuerzos han desplegado por deslegitimar moralmente el liberalismo económico y, con ello, el mercado. Ambos, puede decirse, son “hijos intelectuales” de Mario Góngora, un historiador y pensador político que, hasta el final de sus días, se mantuvo firme en dos elementos fundamentales de sus pensamiento: antiliberalismo y fascismo católico. Góngora, precisamente, criticó con fuerza la apertura económica chilena por afectar el carácter “orgánico” de la vida social. Y Mansuy y Herrera, al igual que Góngora, adhieren a la idea de que el “economicismo” del mercado sería ajeno a la identidad nacional y al pensamiento de la derecha “histórica”. En virtud de esta influencia, no resulta, extraño ni arbitrario que Schwember se refiera a la derecha que impulsa Mansuy como “antimoderna”.
Por último, si Mansuy no es comunitarista, ¿entonces qué es? ¿Por qué no lo aclara? ¿Por qué alguien que tanto insiste en la importancia de “rehabilitar la política” dice no tener etiquetas de carácter político? Probablemente por el hecho, ya indicado, de que su tarea intelectual se reduzca a la mera crítica. A la deslegitimación moral —del liberalismo y del mercado—, pero sin ofrecer ninguna alternativa a cambio. Este, por lo demás, ha sido el sino comunitarismo en Occidente. Una doctrina política soft, muy funcional a la izquierda, precisamente por ser antiliberal.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/valentina-verbal-si-no-es-comunitarismo-que-es/
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