31 marzo, 2021
Andrés Montero
Ingeniero Comercial UCH, Master en Relaciones Internacionales,
The Fletcher School of Law and Diplomacy.
La empresa no debe confundir nunca los roles entre accionistas y trabajadores. Cada uno tiene un rol y la cogestión no muestra buenos resultados en ninguna parte.
Tras la propuesta de Gabriel Boric de incorporar trabajadores a los directorios -quienes, según él, deberían tener “voz determinante en las decisiones estratégicas de las empresas donde trabajan”- han surgido voces a favor y en contra. La señora Jeannette Von Wolffersdorff, economista de nacionalidad alemana, se suma a la cruzada de Boric e intenta convencernos que el modelo alemán de participación de los trabajadores en los directorios de las empresas sería bueno debatirlo para Chile. De la misma forma opina también una periodista de La Tercera y CNN, con agresiva columna que denomina “Las miopías del Club Dorado”, el mismo club que permite que exista prensa libre y que se financie el periodismo por la vía de la publicidad. Sin el miope club que ella critica, no habría empleo, ni crecimiento, ni impuestos, ni desarrollo.
También han surgido potentes voces en contra de la idea de incorporar trabajadores a los directorios de las empresas. Pareciera que los defensores -se incluyen ahí las defensoras- de la incorporación de trabajadores a los directorios no tienen muy claros los riesgos que involucra la actividad empresarial. A fin de mes el empresario debe pagar salarios, independiente de los resultados de la empresa. Los trabajadores son libres de cambiarse de trabajo, y sus opiniones son en la práctica consideradas por los buenos gerentes. Existen sindicatos en donde los trabajadores negocian sus condiciones, existen comités paritarios y también existen beneficios que se distribuyen a los trabajadores. De acuerdo a un reportaje del diario El Mercurio, un estudio de la Universidad de Orebro, de Suecia, concluyó que las empresas que tienen igual representación de empleados y empleadores en el consejo de supervisión se transan en bolsa con un descuento del 31%, comparado con empresas que tienen un tercio de representantes sentados en ese directorio. El economista Raphael Bergoeing está de acuerdo, y yo también, en que las empresas le pueden dar más participación a los trabajadores, pero no tiene porqué ser en un rol directivo.
Bergoeing también indica que a las empresas con participación de trabajadores en la gestión les cuesta más conseguir financiamiento externo y que el modelo defendido por algunos está en retirada en Alemania. Independiente de la opinión de expertos y de opinólogos, no tenemos ninguna razón ni obligación de copiar modelos alemanes. Estamos en Chile y nuestra realidad es completamente distinta a la de países europeos, con siglos de historia empresarial y con niveles de educación y capacitación de trabajadores muy superior a Chile. Algunos indican que hay que debatir el tema. ¿Es obligación debatir todos los temas? Los empresarios no están obligados a poner sobre la mesa materias que les afecten negativamente, menos aún cuando las propuestas provienen de personas como Boric que ha sido por razones ideológicas un ferviente enemigo de los empresarios. La abogada Constanza Balieiro, en columna del Diario Financiero, concluye: “de querer el diputado Boric conceder a los trabajadores la posibilidad de ser representados en las decisiones administrativas y de ejecución de la empresa, sería expropiatorio de los derechos de los accionistas”.
Otro experto, Pablo Ortuzar de IES Chile, objetó una columna de Gerardo Varela en El Mercurio, y dio tres ejemplos de participación de los trabajadores en los directorios. En mi opinión se equivocó en todos. Mencionó el capitalismo popular. Completo error, pues ese mecanismo permitía comprar acciones con beneficios tributarios de algunas empresas y no era necesario ser trabajador de la misma, pues miles de chilenos compraron acciones de bancos que estaban en problemas financieros. Después mencionó el caso de Friosur. Nuevo error, pues esa empresa lo que hizo fue vender a sus trabajadores acciones en determinadas condiciones y eso lo puede hacer cualquier empresa en Chile hoy. Los accionistas controladores de Friosur tendrán razones para hacer lo que hicieron. Finalmente menciona el caso de las cooperativas. Nuevamente un error, pues los cooperados son los dueños y no siempre son trabajadores de las empresas. En el caso de Colún, por ejemplo, los cooperados son los productores lecheros y no los trabajadores. En resumen, en esta materia opina cualquiera, lejano o no del mundo empresarial. La cosa es poner temas polémicos en tribuna para hacerse notar.
Nada aconseja incorporar trabajadores a los directorios de empresas que tienen dueños con derechos claros. Cada empresario es libre de incorporar más o menos la opinión de los trabajadores en las decisiones claves del negocio. ¿Qué experiencia gerencial tiene Boric para meterse en un tema que no domina? ¿Cuántos empleos ha generado? ¿Qué sabe Boric de administración de empresas? Finalmente recordemos la triste historia de la reforma agraria chilena, en la que se le robaron los campos a los agricultores para que lo administraran los trabajadores y se destruyó la agricultura chilena. El lema era: “la tierra para el que la trabaja”. Cuando sucedió eso en Chile, la señora Jeannette aún no había nacido. Otro ejemplo son los canales de televisión, en que el capital lo ponen los empresarios, pero la música los periodistas que editan a su antojo y utilizan la pantalla para transmitir sus propias ideas. La empresa no debe confundir nunca los roles entre accionistas y trabajadores. Cada uno tiene un rol y la cogestión no muestra buenos resultados en ninguna parte.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/andres-montero-cogestion-una-ofensiva-progre/
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