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26 julio, 2021 

 

 

 

 

Pilar Molina
Periodista


Son los tiempos del feminismo, la paridad, la plurinacionalidad, los pueblos originarios, la descentralización y un largo etcétera. No hay espacio para el diálogo ni la razón, sólo para acusar de “discurso del odio” a quienes se atraviesan a su hegemonía totalitaria, amenazándolos de racistas, machistas, sexistas, privilegiados, centralistas, elitistas y fascistas.


Cada día parece más evidente que se redacta una nueva Constitución de la revancha.

Revancha contra los símbolos patrios como el Himno Nacional, que se niegan a cantar varios convencionales, o el castellano, como idioma oficial, que lleva a otra machi electa a hablar en mapudungun y con traductora en una asamblea que habla el idioma oficial de la República.

Revancha contra la dominación de los pueblos que estaban originalmente en estas tierras, disputa en que ninguno de los vivos tenemos nada que ver, porque todos nacimos y habitamos acá más allá de nuestra voluntad.

Revancha de todas las minorías supuestamente excluidas, víctimas del machismo, el sexismo, la sociedad patriarcal, la heterosexualidad, el colonialismo, el centralismo que los lleva a legitimar otorgar la palabra siguiendo los “principios de paridad, plurinacionalidad, pluralismo, plurilingüismo y acción afirmativa”. Es decir, la completa arbitrariedad que prescinde de la dignidad individual de cada persona para considerar sólo la de las minorías victimizadas.

La revancha que los lleva a considerar que las violaciones a los derechos humanos son solo las que cometen agentes del Estado y sostener que es una violación de estos que se diga que en la Araucanía hay terrorismo, como amenazó una convencional.

La revancha contra el orden público y sus mandatados por ley a mantenerlo, las policías, exigiendo amnistiar a los delincuentes “de la revuelta” (aunque tengan prontuarios) y crear una comisión de Derechos Humanos, Verdad Histórica y Bases, para la Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición que buscará establecer “una” verdad,  documentar a las víctimas de los agentes del Estado y propondrá medidas de repación para ellos.

Revancha que lleva a la presidenta de la CC, de una minoría originaria sobrerepresentada en la asamblea, a felicitar sólo a los candidatos de ultra izquierda que compitieron en las primarias presidenciales. Aunque preside la instancia que redactará una Carta Fundamental para todos los chilenos, omite a los que fueron más votados que ella considerándolo el “sector del privilegio”, un grupo al que mira con desdén porque rechazó la necesidad de escribir una nueva Constitución a partir de una hoja en blanco.

Revancha que moviliza las fuerzas del Partido Comunista y la Lista del Pueblo a exigir que las 7 nuevas vicepresidencias se elijan por votaciones sucesivas por mayoría de manera de excluir de la testera a los 37 representantes de la centro derecha.

Revancha del feminismo de la Vocería de los Pueblos y el Partido Comunista, que exigieron que la comisión más importante, que va a crear el reglamento de funcionamiento de la CC, tenga dos mujeres de coordinadoras y no paridad, “porque la paridad es un piso, no un techo”. Revancha contra el pluralismo, porque aunque defienden la diversidad presente en la CC como la verdadera expresión de Chile, quieren un pluralismo con exclusión. Por eso, mañosean para controlar la prensa con argumentos conocidos en los totalitarismos, como que si los medios transmiten fragmentos de lo que ocurre en el pleno, “puede llevar a la distorsión de lo que se comunica”, como señaló una convencional comunista. O según esgrimió otra activista de la Lista el Pueblo, partidaria de amordazar la prensa, “esto no es un show televisivo”.

Son los tiempos del feminismo, la paridad, la plurinacionalidad, los pueblos originarios, la descentralización y un largo etcétera. No hay espacio para el diálogo ni la razón, sólo para acusar de “discurso del odio” a quienes se atraviesan a su hegemonía totalitaria, amenazándolos de racistas, machistas, sexistas, privilegiados, centralistas, elitistas y fascistas.

Si no cambian la mirada y buscar ver a todos los ciudadanos -y dejan de dividir entre victimarios e identidades víctimas- tendremos una Constitución que será más bien  un testimonio de la revancha y el resentimiento.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/la-constitucion-de-la-revancha/

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