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3 noviembre, 2021 

 

 

 

 

Orlando Sáenz Rojas
Empresario y escritor


El único que es capaz de contestar con un sí o un no a las inquietudes más apremiantes de los chilenos es el Sr. Kast.


Tuve en mi vida un largo periodo hípico, en que la fortuna me premió, además, con grandes campeones como “Pinganilla”, “Chalotin”, “Prince Albert”, “Carpinello”, “Golden Travel” y otros. En ese periodo, me empapé de algunos axiomas hípicos que nadie discutía, siendo tal vez el principal aquel que afirma que “caballo que alcanza, gana”. Ese terminante slogan se me ha venido reiteradamente a la memoria al observar la candidatura presidencial de José Antonio Kast, a la que inicialmente vi como nada más que un potente “saludo a la bandera”, como fue su candidatura en la elección de 2014.

¿Qué es lo que lo está impulsando al punto de que probablemente solo le falte tiempo para convertirla en mayoría? La respuesta es sencilla: porque es el único candidato capaz de afirmar certezas en un país enfermo de incertidumbres. Las mayores preocupaciones del pueblo chileno hoy día dejaron de ser las entelequias indefinidas para concentrarse en temas sumamente concretos, como son la seguridad, la guerrilla en la Araucanía, la reactivación económica, la inmigración ilegal, el empleo seguro. Y el único candidato que, ante esos temas, responde con certezas y no con malabarismos verbales es el Sr. Kast. Si a eso le añadimos su obvia superioridad formativa e intelectual, estamos en presencia de una candidatura que crece con cada debate, con cada nueva incertidumbre, con cada nuevo despropósito a nivel legislativo o convencional.

¿Cuáles son los caudales que están incrementando el torrente de la candidatura de José Antonio Kast? El primero de ellos es el discurso de cada uno de sus adversarios, en que solo pueden balbucear vaguedades ante preguntas muy concretas, como son las ya aludidas. El único que es capaz de contestar con un sí o un no a las inquietudes más apremiantes de los chilenos es el Sr. Kast y esas respuestas contrastan rudamente con los “quizás”, “tal vez”, “depende de” de todos sus contrincantes. Y esas otras respuestas no son solo porque esos candidatos no tengan personalmente una posición clara frente al problema planteado, sino porque sus bases políticas están completamente divididas en torno a la cuestión. Es por eso que proponen la enésima mesa de diálogo para resolver el problema de la Araucanía, proponen dividir la violencia en justificada o injustificada, lo que inexplicablemente significa que es tolerable y no es delictual si se trata de saquear un comercio en Plaza Italia o incendiar una casa en Cañete, y proponen seguir retirando fondos de jubilaciones para ganar votos en la próxima elección.

El otro caudal que incrementa la votación del Sr. Kast es la noticia diaria de lo que discute la convención constitucional. Los despropósitos de esta instancia son tan extremos como previsibles. Todos sabemos que lanzar el proceso constitucional a la calle fue solo una supremamente irresponsable cocinería política para intentar despotenciar una asonada populachera. Lanzar a la calle, de esa manera, el más delicado de los procesos que puede intentar una democracia representativa, fue equivalente a arrojar un piano por la ventana para acallar a un perro que ladra frente a ella, y sin siquiera acertársele. Chile va a pagar por largo tiempo las consecuencias de entregar ese delicado proceso a un circo irresponsable, que todos los días genera un nuevo escándalo y que, para sumar el insulto al agravio, está presidido por alguien que se declara públicamente extranjera.

El tercer caudal que alimenta la candidatura Kast es su total independencia de los desastres que a Chile le ha producido el gobierno actual del Presidente Piñera, sin duda el peor en la historia de Chile. El Sr. Sichel fue ministro de este régimen y su base política es la misma que teóricamente gestó dicho gobierno, de modo que no puede evitar que los desaciertos y escándalos que protagoniza el actual presidente repercutan directamente en su campaña, ya de por si endeble por su notoria falta de liderazgo.

De esa manera, el Sr. Kast podría sentarse a esperar la elección sin hacer mayormente nada, porque de promoverlo se encargan sus contendores cada vez que abren la boca, los medios de comunicación que diariamente informan del circo convencional en marcha y cada vez que los voceros de La Moneda salen a interpretar los conflictos de interés que han jalonado el periodo de la actual administración.

Yo no sé si el tiempo alcance para permitir que la candidatura del Sr. Kast llegue a ser mayoritaria. Pero sí sé que cada día gana más fuerza y me consta que, en los últimos, ha ganado a lo menos un voto: el mío.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/orlando-saenz-la-avalancha-que-crece/

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