15 junio, 2025
por Alejandro San Francisco
A las encuestas, atención y buena cara, pero con una convicción profunda: hoy ellas no predicen nada y ciertamente no se juega en ellas el destino de Chile.
Una de las novedades más notorias de la política chilena en las últimas décadas es el desarrollo e importancia que han adquirido las encuestas. Se trata de un instrumento interesante, que estudia la opinión pública sobre un determinado tema, y que adquiere especial relevancia en la evaluación de los gobiernos, los procesos electorales y la percepción sobre las figuras públicas y candidatos. Este 2025 no será la excepción y, por el contrario, estaremos inundados de encuestas que procurarán explicar y eventualmente predecir las tendencias e incluso los resultados de los comicios presidenciales y parlamentarios que corresponden en esta oportunidad.
En la práctica, hoy tenemos más encuestas que en el pasado; adicionalmente, aparecen con mayor frecuencia. El resultado es que los estudios se convierten en un insumo tan habitual como esperado, generan análisis en medios de prensa, así como temores y celebraciones en los comandos. De alguna manera se produce una curiosa contradicción: cada persona tiene sus críticas contra las encuestas, pero a la vez las siguen con determinación, pues se entiende que algo comunican, mostrando tendencias, el clima de la opinión pública o la fotografía del momento, como suele decirse.
Me parece que es preciso relativizar las encuestas, lo que no significa minimizarlas. Por trabajo, las consulto y las reviso con interés, si bien prefiero más la película que la fotografía, creo que hay que poner atención a las preguntas y también es necesario ver cómo se han comportado en el pasado, es decir, si han estado cerca o lejos en sus pronósticos. Creo que son un buen instrumento y pueden ser utilizadas con provecho. Pero me parece que existen al menos dos vicios importantes relacionados con estos estudios.
El primero es que en realidad tienen efecto relativo y no son la clave de la vida política. Eso se traduce en la importancia de analizar el tema con inteligencia y prudencia, evaluar cuándo los resultados son favorables y cuándo se presentan más adversos, así como ser capaces de medir los tiempos adecuadamente: no es lo mismo una encuesta que se realiza dos, tres o cinco meses antes de la elección, que aquella que se efectúa la semana previa a los comicios (aunque haya prohibición teórica de difundirlas).
Mostremos tres ejemplos. En las primarias presidenciales de 2021, Plaza Pública Cadem señalaba en la tercera semana de junio de ese año que dichos comicios serían ganados por Daniel Jadue en la izquierda y por Joaquín Lavín en la derecha, con generosos 54% y 46% respectivamente. Dicho sea de paso, por esas mismas fechas los tres candidatos mejor aspectados para la elección presidencial de noviembre eran precisamente Jadue y Lavín -quienes finalmente perdieron sus primarias-, en un mismo nivel de apoyo con Yasna Provoste (al final solo esta última compitió en la presidencial, logrando solo el 5° lugar, con el 11,6% de los sufragios).
A comienzos de agosto de ese año, tras las primarias, los dos candidatos triunfadores aparecían como los mejor posicionados: Sebastián Sichel con el 24% y Gabriel Boric con el 21% de las preferencias. Finalmente Kast superó a Sichel y disputó la segunda vuelta con Boric, quien fue finalmente elegido Presidente de la República.
El tercer ejemplo es el de la Convención constituyente, cuyo proyecto de nueva Carta Fundamental, en fase de redacción, tenía una mayoría de apoyo ciudadano al comenzar el gobierno de Gabriel Boric en marzo de 2022, situación que comenzó a revertirse en abril, hasta llegar a una derrota contundente el 4 de septiembre.
El segundo vicio es seguir las encuestas con una especie de devoción, enamorarse de ellas, suponer que tienen un valor conceptual o casi doctrinal, que ahí está el camino. No es casualidad que el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución se haya firmado a mediados del mismo mes en que una nueva Carta Fundamental había pasado a ser uno de los temas de mayor interés para los chilenos (no sabemos si fue causa, efecto o mera coincidencia). Muchos candidatos despreciaron durante mucho tiempo temas como la seguridad y hoy lo tienen como asuntos centrales, en buena medida por la modificación de la opinión pública. Algo similar ocurre en otras materias.
El tema aquí es el siguiente: una figura política, un candidato o un partido pueden usar las encuestas, pero no deben seguirlas, tomando las decisiones a partir de ellas o modificando sus ideas como una veleta que va y viene. El liderazgo, como es obvio, no se mide por su capacidad de mutación en función de las veleidades electorales o de la encuestolatría, sino en otras cosas, como las convicciones, el carácter y, ciertamente, también la posibilidad de llegar a acuerdos con quienes piensan distinto en algunos temas. En otras palabras, también es necesario ser capaz de enfrentarse a las mutaciones de los estudios de opinión y tratar de convencer a la población en el valor de una idea, un proyecto de ley o una decisión política que podría ser impopular en un momento dado.
Este viernes apareció una encuesta Panel Ciudadano-UDD, que se refiere a las elecciones primarias de la izquierda. Tiene resultados interesantes, siendo el más importante de todos el que señala que Jeannette Jara, la candidata del Partido Comunista, sería la triunfadora, contra sus adversarios Carolina Tohá y Gonzalo Winter (Jaime Mulet aparece mucho más abajo). Jara logra 40%, consolidando un importante alza desde el 1 de mayo, en tanto Tohá muestra una disminución en el apoyo que recibiría en esta crucial votación. En la derecha, distintas encuestan han mostrado una tendencia clara: Kast se acerca e incluso sobrepasa a Evelyn Matthei (en Plaza Pública Cadem), mientras en Criteria también se acerca, siendo superado por la candidata de Chile Vamos por 6 puntos.
¿Qué nos dice todo eso desde el punto de vista de las elecciones presidenciales de este 2025? Simplemente que hoy por hoy esa es la situación. Sin embargo, los estudios no logran ser predictivos y solo miden el momento actual, aunque las cosas pueden cambiar sustancialmente tanto en las primarias como en los comicios de noviembre.
Por mientras, resulta valioso que los comandos evalúen las razones de las alzas o bajas de sus candidatos, las motivaciones de los electores y las tendencias que comienzan a advertirse. Con ello contarán con un insumo adicional para pensar en las campañas y en el programa, en las franjas, el perfeccionamiento del discurso y tantas otras cosas que tienen valor. Sin embargo, una buena encuesta no reemplaza otros atributos tan importantes como la consistencia personal, la calidad de las propuestas, un programa realista y bien pensado, el carácter que tenga el candidato para enfrentar los graves problemas sociales de Chile y los que tendría en su eventual gobierno. En todo ello queda mucho camino por recorrer, con resultados inciertos y una constante tensión.
A las encuestas, atención y buena cara, pero con una convicción profunda: hoy ellas no predicen nada y ciertamente no se juega en ellas el destino de Chile.
Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/encuestas-primarias-y-elecciones/
.