21 DE MARZO DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


En mi existencia he convivido con varios estados de locura mayoritaria como el actual. También he leído acerca de otros anteriores a mi vida. Pues en Chile han sobrevenido de tiempo en tiempo. Por ejemplo, en 1932 se instaló una "República Socialista", encabezada por el aviador Marmaduke Grove. La masa, feliz, se tomaba el centro al grito rítmico de "¿Quién manda el buque? ¡Marmaduke!", que se había hecho inmensamente popular regalando cosas que no eran suyas, como las empeñadas en la Caja de Crédito Prendario, que los deudores, por orden suya, podían retirar sin pagar. Pero la locura duró sólo tres semanas.

Hoy es igual: una masa enorme aclama a Boric cuando dice: "¡Vamos a redistribuir toda la riqueza de los chilenos de una manera más justa!" Los que están en la calle se imaginan recibiendo, ya, su parte de los billetes, los bienes y las empresas de los Luksic, los Paulmann, los Matte, los Angelini, los Hurtado, los Fernández León, los Yarur, los Hites, los Calderón y para qué seguir. 

Boric, a lo mejor, cree que puede, pero no puede, aunque todavía no lo sabe porque, en general, sabe poco.

Allende también lo creia. Cuando asumió en 1970 se produjo una efervescencia popular similar a la de hoy. En estos días leemos, en "Hace 50 Años" de "El Mercurio", cuando salió su ministro de Economía, Pedro Vuskovic, a la cabeza de una poblada, y se fue "tomando" sucesivamente 91 empresas ajenas, declarando que iban a pasar al Area Social. No tenía derecho, pero se las tomaba. Los jueces entonces fallaban que debían devolverse a sus dueños, pero el Gobierno no prestaba la fuerza pública para restituirlas. Y así se fue haciendo la revolución "socialista, marxista, integral" (como le anticipó  Allende a Regis Debray), de facto, hasta que... ustedes saben.

Lo que anuncia Boric es igual. ¿Cómo va a repartir la riqueza ajena? Yo no sé, porque nada de eso se puede. En mi opinión, la parte del país que le cree (en general, la más joven) está en estado de enajenación. Si el presidente tiene un TOC, el país completo tiene algo peor, un trastorno general. Anoche en TV vi en "Estado Nacional" un debate serio pero inverosímil, donde una convencional muy letrada, con vestido sin hombros, y un convencional socialista muy compuesto, discutían si iba a haber Presidencialismo atenuado, Semipresidencialismo o Parlamentarismo, partiendo de la base, por supuesto, de que además el Senado iba a ser suprimido. Discutían cómo iba a ser la "Cámara Regional" que lo iba a reemplazar. ¿Existe algo de todo eso? Nada. Dicen que lo van a redactar y aprobar, pero en este momento es sólo "humo". Y había una periodista moderadora que se lo tomaba todo en serio. La gente con sentido común sabe que a la Convención se le termina el plazo el 4 de abril y que a más tardar el 29 de marzo debería haber 55 convencionales que le pidieran a la Mesa la única prórroga a que tienen derecho, hasta el 4 de julio, y no han hecho nada de eso. Por ahora, el "humo" se acabará solo en menos de dos semanas más.  

Es que siempre ha habido gente cuerda que se ha tomado en serio estas locuras. En 1931, ante el "humo" que vendía Marmaduke, un personaje tan aterrizado y formal como Agustín Edwards McClure le pidió audiencia y, con toda seriedad, le preguntó si "El Mercurio" iba a contar con alguna garantía bajo la República Socialista. Don Marma lo tranqulizó al respecto. Así refiere, por lo menos, la Historia de Gonzalo Vial. Un mes después la República Socialista ya no existía y sus jefes estaban presos o desterrados. 

Ahora varias personas alarmadas me preguntan si Boric puede distribuir las riquezas ajenas de la manera que promete y por lo cual la multitud lo ha ovacionado, y les respondo que no puede, que si hubiera una nueva Constitución que lo permitiera (y no la hay) habría que preparar y redactar nuevos códigos civil, de comercio, de minería, de aguas y demás, hoy basados en el respeto a la propiedad, las inscripciones y las solemnidades de una sociedad que se ha ido estructurando jurídicamente durante más de 200 años. 

Están locos. Dicen que actúan en nombre "de la democracia", pero es al revés. Hoy un lector ha recordado, en cartas a "El Mercurio", que según el estándar democrático mundial de The Economist, Chile era, bajo la Constitución de 1980, una "democracia plena". A partir, del régimen de facto instaurado bajo el "Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución" del 15 de noviembre de 2019, ha descendido a "democracia defectuosa", dictamina. Es la que estamos viviendo, donde manda la turba y ya ni siquiera se sostiene el precepto fundamental: una persona, un voto.

Calma, volveremos en razón. ¿Cómo? No sé.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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