19 DE ABRIL DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Entre las reformas que echaron a perder la Constitución de 1980, dos disputan el podio de la peor: la que derogó el sistema electoral binominal y la que modificó el artículo 8°, que permitía poner fuera de la ley al Partido Comunista, que es donde debería estar. 

Me detendré en la primera, porque fue la que dio lugar, como era esperable, al peor Congreso Nacional de la historia. Éste completó su período el 11 de marzo pasado. A partir de esa fecha la situación mejoró, porque en la elección de 2021 hubo un viraje a la derecha que permitió reemplazar a algunos de los malos elementos elegidos con míseras cantidades de votos, debido a la exagerada proporcionalidad que reemplazó al binominalismo.

Esta mejoría del Congreso se ha reflejado en la votación de ayer, en que fueron rechazados dos proyectos gravemente lesivos para el interés del país, pues permitían retirar fondos destinados a las jubilaciones, dejando a éstas más desfinanciadas y sustrayendo del mercado de capitales recursos para inversión y crecimiento, desviándolos hacia el consumo y agravando la inflación.

Muchos miraban esos retiros como una manera de impedir que fondos de los trabajadores pasen al Estado. Pero la manera de asegurar la propiedad particular de ellos no es provocando un grave daño a la economía, sino votando en el plebiscito de salida por la opción Rechazo, que los mantendrá en manos de sus dueños, gozando de la protección que brinda la Constitución vigente.

Pero el ex vicepresidente de la Convención, Jaime Bassa, ha advertido: "Si gana el Rechazo vamos a tener una crisis política y social importante". Quiere asustar a la gente y llevarla a que, por temor a la violencia que conocemos, vote Apruebo. Pero yo, por lo menos, me voy a sobreponer al miedo de que pueda caer Boric y pienso que mucha gente también.

Sobre todo si hay base para temer que la nueva Carta no ofrezca seguridad al derecho de propiedad. El ex diputado Francisco Bartolucci ha publicado un artículo denunciando que se pone en tela de juicio el derecho de los dueños de bienes raíces, al estipular la Comisión de Derechos Fundamentales: “Toda persona tiene derecho a una vivienda digna y adecuada”, para luego señalar: “El Estado deberá tomar todas las medidas necesarias para asegurar el goce universal y oportuno de este derecho” ¿Qué significa esto? Que el Estado puede resolver que una casa tiene piezas sobrantes y asignarlas a una familia de un campamento. Los que vieron "Doctor Zhivago" saben cómo se materializó eso en la Revolución Rusa. En la Revolución Chilena actual, que sigue el mismo patrón (según nos informó la convencional María Rivera) no tiene por qué ser diferente.

Yo, por lo menos, me voy a sobreponer al miedo de que los violentos derroquen a Boric y, como también prefiriría que el Estado no distribuyera entre gente ajena las piezas de mi casa que un burócrata estime "sobrantes", votaré Rechazo. Y parece que los de esta opinión somos mayoría, a juzgar por las encuestas más recientes, de Pulso Ciudadano y Cadem.

Si no lo hacemos, quedaremos expuestos a que se haga realidad la frase más aplaudida (y más amenazante) del discurso de Boric el día que asumió: la de que iba a redistribuir la riqueza del país de manera más igualitaria. Basado, supongo, en normas como la aprobada en la Comisión de Derechos Fundamentales.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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