7 diciembre, 2023 

 

 

 

 

 

Por Claudio Hohmann


Además de la reforma al sistema político -que de otra forma será extremadamente difícil de llevar adelante-, el aggiornamento constitucional es una de las mejores razones para votar A Favor.


Un verso del cantautor Pablo Milanés -“no es perfecta, más se acerca a lo que siempre soñé”- interpretó el sentimiento de la izquierda de cara al plebiscito de salida, sin sospechar siquiera el amplio repudio que iba a recibir la propuesta de la Convención Constitucional. Adoptarlo fue un error por dos razones significativas. Primero porque las constituciones no son perfectas ni mucho menos, sino que un conjunto de reglas y arreglos institucionales que admite variadas combinaciones -muchas suelen ser lo que se dice “hijas de su tiempo”. No existe un modelo de Carta Fundamental cercano a la perfección ni mucho menos, a la manera que lo sería una pieza que calza en su lugar o posición para su correcto funcionamiento. Lo cierto es que la noción misma de perfección no aplica al caso de una Constitución.

Segundo, y quizá por eso mismo, las constituciones no se sueñan, sino que se elaboran trabajosamente -mucho más a menudo se reforman- en procesos institucionales de alta complejidad, como se ha podido comprobar en nuestro casoEn cierto modo, soñar una Constitución sugiere un encubierto anhelo refundacional, el sueño revolucionario de resolver las inequidades y la desigualdad por la vía de un texto constitucional que conduciría como por arte de magia al logro de esos objetivos. Pero no, las constituciones definitivamente no se sueñan, sino que se elaboran a través de intrincados acuerdos políticos, cediendo en no pocos casos a la “imperfección” en la búsqueda de un denominador común bajo una diversidad de puntos de vista. Cuando se las concibe como el arreglo institucional que “siempre soñé”, los acuerdos que les son intrínsecos -por algo se dice de ellas que son un pacto social- se vuelven inasibles.

Pero, sobre todo, las constituciones son hijas de su tiempo. El reemplazo de una por otra, o las reformas a las que son sometidas en el tiempo, dan cuenta de la evolución de la sociedad y de nuevos objetivos de desarrollo humano y progreso que ésta se plantea, y también de la evolución del conocimiento y las mejores prácticas en los ámbitos más diversos del quehacer social y económico. De cara al plebiscito que busca reemplazar la carta que nos rige, este aspecto es trascendental a la hora de emitir el voto.

En definitiva, las constituciones no son perfectas ni suelen acercarse siquiera a lo que sueñan muchos de los que viven a su amparo. Pero deben cumplir un requisito básico: estar en sintonía con los tiempos que van configurando la vida sociedad y que ahora cambian a la velocidad que les imprime sobre todo la tecnología. Los derechos sociales, el reconocimiento de los pueblos originarios, la paridad de género, el cuidado del medio ambiente, entre otros, son aspectos que están ausentes en la Constitución que nos rige, y que han sido incorporados en la que se propone a la consideración del electorado, insertados en un marco de continuidad institucional sin incurrir en los riesgos y excesos de la refundación.

Además de la reforma al sistema político -que de otra forma será extremadamente difícil de llevar adelante-, el aggiornamento constitucional es una de las mejores razones para votar A Favor.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/una-constitucion-hija-de-su-tiempo/

.