Cristián Labbé Galilea

Son tantos los casos en que la historia da cuenta de cómo, a pesar de toda suerte de infamias, abuso de poder y ardides políticos, al final la verdad y la justicia se impone… que no puedo sino ser optimista cuando pienso en la evolución de la situación que afecta a algunos uniformados en nuestro país. El asunto es muy claro… cuando hay causa y convicción, dignidad y honor, no hay mal que dure cien años… pero para que eso suceda el único camino es perseverar en la lucha por la verdad y la justicia.

Un buen ejemplo es el “Caso Dreyfus”. Capitán francés que a pesar de haber sido injustamente condenado en un ideologizado juicio, con el tiempo y mucha perseverancia, reivindicó su inocencia demostrando qué situaciones aparentemente “timbradas” se pueden revertir y que las estructuras persecutorias por más fuertes que parezcan son desarmables.

Lo rescatable de este caso es que Dreyfus -a pesar de la injusticia que estaba sufriendo-  no se abatió nunca, mantuvo siempre su integridad, desde cuando iba en el carruaje a la cárcel y proclamó su inocencia gritando “¡Viva el ejército!" y "Díganle al pueblo que soy inocente", hasta cuándo años más tarde se le pidió perdón y se le otorgo “la Legión de Honor” al ser ascendido a coronel.

Es cierto… su defensa nunca cedió y poco a poco se fueron sumando personeros e intelectuales que creyeron en su inocencia (entre ellos Emile Zola y su “J´acusse”). Todos ellos entendieron que para la verdad y la justicia…  “no hay mal que dure cien años”. Siempre hay un momento en que las cosas empiezan a cambiar… es esa la oportunidad que no hay que dejar pasar, ni tampoco esperar que llegue sola.

Un sabio amigo me dijo: hoy por hoy…  “la tortilla esta para darla vuelta”; por muchos años se creyó que serían los protagonistas (de nuestra sociedad) que vivieron los aciagos días de la década del setenta los que, para hacer justicia, pondrían las cosas en su lugar”. Luego agregó: "Eso no ocurrió; muy por el contrario, los mismos que solicitaron la intervención de ustedes los militares o aquellos que la causaron, hoy se ocultan en las faldas de la justicia y, como el avestruz, esconden la cabeza en una enrarecida y odiosa contingencia política”.(sic)

Cabe entonces preguntarse:

¿No debe responder ante la justicia el señor Teillier, quien goza de buena salud y un mejor sueldo,  de ser responsable directo del asesinato de al menos 18 civiles, militares, carabineros y personal de investigaciones?… ¿los terroristas sí tienen prescripción?

Los diputados Hugo Gutierrez y Camila Vallejos pueden ir a la Araucanía a “proteger” de la justicia a la machi Francisca Linconao… ¿no es eso intervención política ante los tribunales?

Dos de los terroristas asesinos del senador Jaime Guzman después de décadas prófugos de la justicia se “hacen detener” casi simultáneamente a poco de terminar el gobierno de la Bachelet… ¿no estarán buscando una pronta aplicación de la prescripción del crimen?

Las maniobras económicas y financieras realizadas a hurtadillas por los partidos socialistas y comunistas… ¿no ameritan una acción del estado por acciones fraudulentas y/o evasión tributarias?

Mi interlocutor me interrumpió y dijo: “¿no te da la impresión de que ha llegado el momento de hacerles saber a quienes han perseguido odiosa, política y vengativamente a los militares, que algún día… ‘la tortilla se puede dar vuelta’ y que deberán responder por sus inequidades?”.

 

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