Cristián Labbé Galilea·Sábado,
10 de noviembre de 2018
 
Confieso que no siempre los temas del día a día, por llamativos que parezcan, dominan nuestras conversaciones… La idea ha sido examinar la contingencia desde una perspectiva histórica, tratando de inferir sus efectos futuros. Por eso, esta semana traía en materias internacionales… los 100 años del término de la Primera Guerra Mundial (11 de noviembre 1918) que, entre otras cosas, desató la Revolución Rusa (1917); los 29 años de la Caída del Muro de Berlín (9 de noviembre 1989); y en materias nacionales…. había para “un barrido y un fregado”.
No alcancé a decir “agua va” cuando “las misas” apuntaron al cambio de nombre del aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB) al que ahora quieren llamar “Neruda”…. Poco se demoraron mis contertulios en recordar su libro autobiográfico “Confieso que he Vivido” donde el propio poeta reconoce “sus pecados”.
Estábamos en eso cuando uno de los presentes, que se jacta de tener vena de juglar y “de cuyo nombre no quiero acordarme”, nos dejó “con la boca abierta” al recitar en su mejor tono nerudiano los versos que siguen y que tituló satíricamente: “Confieso que he mentido”…
 
Confieso que he mentido…
Confieso que todo lo sabía.
Siempre supe que Lenin y Stalin eran unos patibularios.
Sabía que el socialismo y el comunismo eran sistemas totalitarios.
Que los soviéticos vivían en la esclavitud y la pobreza...lo sabía.
Todo lo sabía.
Sabía que el Partido Comunista, y yo mismo, teníamos que someternos a Moscú.
Que mis amigos Volodia y Corvalán Lepe eran paniguados del Kremlin.
Siempre supe que el comunismo necesitaba un Muro en Berlín para subsistir.
Que la historia la cambiarían para engañar a incautos como tú.
Todo lo sabía.
No me importó, ni menos me impacienté.
Aplaudí la invasión de Checoslovaquia.
Apoyé las locuras y los excesos de Fidel.
Estuve firme junto a la Unidad Popular de Allende.
Todo lo sabía.
¿Por qué mentí?
Bueno… porque todos tenemos debilidades.
Hay que hacer sacrificios para llegar al Nobel y ser… “estrella de los intelectuales”.
Había que pagar las contribuciones de “la Chascona” y “La Sebastiana”
Todo sea por la Patria proletaria y por la vida mundana.
Confieso que todo lo sabía.
Y no me arrepiento de nada.
Lo pasé muy bien, mientras otros del socialismo sufrían el calvario
Confieso que he mentido, y si volviera a nacer lo haría de nuevo.
Privilegios de poeta progresista y de auténtico revolucionario.
He dicho…
Les ahorro a mis eruditos lectores los comentarios que después de estos versos siguieron… ¡las apostillas no se detuvieron… los contertulios no se contuvieron! (salió verso…).
 
 
 
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