Por: Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


“Niño, con las cosas de comer no se juega”.
Viejo dicho de abuela española anónima.


Agosto, verano profundo en el hemisferio norte, ha sido poco placido.

Las noticias se arremolinan en las pantallas de ordenadores, de teléfonos celulares, de la televisión con plasma (o mejor aún, una Smart tv nueva producto del 10% de la cuenta AFP).

Se da cuenta, si uno sabe leer e interpretar correctamente las “hojas de té” una encarnizada lucha entre la verdad y la mentira. Entre el “estado profundo” y la nueva política, que va conformándose lentamente.

Partamos por China.  Innegable es su status de superpotencia. Pero se ha sobregirado en el ultimo par de años. Seguramente por darle poderes especiales de reelección a su líder Xi Jinping, que trajo inmediatamente ecos de los peores excesos de la época de Mao.  Su expansionismo territorial se ha probado solo en un conjunto de islotes en el mar del Sur de China, donde se ha enfrentado a Japón, Filipinas y Vietnam, entre otros. Mas intrusivo a sido su expansionismo tecnológico/empresarial, cargándosele la mano con diversas acusaciones mas o menos fundadas.  Lo cierto es que el gigante de telecomunicaciones Huawei ha ido perdiendo contratos para la red 5g, que ha ido cosechando automáticamente Nokia/Ericsson.  Nadie explica porque las 5g eran malas con una y buenas con otra.

Al mismo tiempo, sus vecinos asiáticos han comenzado a rebelarse contra los planes chinos. India a la vanguardia, pero también otros países del sudeste asiático: Singapur, Malaysia y otros.  Unos lo hacen por presiones de terceros, otros por convencimiento íntimo. China ha ido no solo perdiendo terreno, sino que también credibilidad. En la batalla global de la verdad contra la mentira, China ha salido muy mal parado por su torpe manejo de la pandemia, por lo menos, y por las dudas de una posible guerra bacteriológica.

La lucha por la libertad en Hong Kong ha sido un faro de advertencia para Asia y para el mundo.  En Asia se equipara la libertad con la prosperidad, ya que la penetración de las Pymes es inmensa, y ha dado un sentido practico y tangible al termino.

La verdad se ha tornado muy importante por una serie de razones. La mas importante es que la pandemia ha traído aparejada una realidad de recesión global, producto de un manejo excesivamente cauteloso de la pandemia, y la consiguiente paralización selectiva de partes importantes de la economía del globo.  Pero se ha descubierto del manejo poco profesional de la OMS, ideologizado dirán algunos, que han sido causantes directo del pánico y la mala dictación de políticas públicas.  A esto se añade la imposibilidad de sincronizar las medidas restrictivas que ha implantado cada país de manera individual, pero que solo alcanzan una plena lógica con una articulación al menos de zona geográfica.

Paralelamente, las elites políticas han aprovechado la oportunidad para hacer crecer su control coartando las libertades individuales y retrocediendo a practicas clientelistas que se creían erradicadas o, al menos, bajo control.

Los ciudadanos del mundo comienzan a equiparar la verdad con la libertad.

España es un caso interesante, ya que es el primer país de Europa con un Gobierno donde uno de los socios es un partido de inspiración chavista. Producto de lo anterior, el manejo de la pandemia ha sido, estadísticamente y en la práctica, el peor del viejo continente.  A esto se suma un ataque, sin ningún disimulo, a la Monarquía española, la cual, a los ojos de los ciudadanos ha sido responsable de la estabilidad de España en la época post-Franco.  Así las cosas, se esperan dos o tres semanas muy movidas, donde se pondrá a prueba la continuidad del actual Gobierno.  Cansados están los españoles de las quimeras que vende la izquierda, y lo que desean urgentemente, es asegurar su trabajo y su comida.

Nuevamente, la verdad contra la mentira.

Por último, Estados Unidos.  Se ha entrado a la parte mas intensa de la campaña electoral, la cual estará jalonada con una serie de investigaciones judiciales, como el caso Epstein (que involucra no solo a cierta elite política y social, sino que también a gran parte de Hollywood) y el ObamaGate, el de la trama rusa para las elecciones anteriores, y que parece haber sido una invención conjunta del FBI/partido Demócrata.

El espectáculo esta asegurado, ya que la política allí se ha convertido en un reality show hace muchos años.

Nuevamente la verdad será la protagonista principal: y esto en un país donde aun se le valora en su justa medida.

A Latinoamérica le quedaran las migajas de todo lo anterior.  El mundo que conocíamos lo ha borrado el vendaval del covid-19.  Post pandemia y post recesión, todos habremos retrocedido algunas décadas. No hay vuelta atrás posible ante esta nueva realidad.

La liquidez y el acceso a los mercados financieros internacionales son de primordial importancia: hay que elegir al socio correcto.

Si, en el caso de Chile, sumamos el proceso constitucional altamente ideologizado, estamos en un muy mal pie.  Solo resta esperar que la ciudadanía sepa distinguir entre la verdad y la mentira.

En este caso, la verdad es la Constitución que nos rige y que nos ha llevado a un tangible nivel de prosperidad generalizada y la mentira es lo que propone una clase política en bancarrota moral, de principios y de rendimiento, que promete la abstracción construida sobre nubes de colores, esas nubes que se disuelven no bien se pone el sol y comienza la oscuridad.

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