Gonzalo Ibáñez Santamaría


Comparto este hermoso texto sobre el sentido del dolor aparecido hoy, Viernes Santo, en El Mercurio de Valparaíso. Su autor es Miguel Ángel Vergara V., almirante (r) y, hace algunos años, comandante en jefe de la Armada Nacional. Él es también Bachiller Canónico en Teología por la Universidad Católica de Valparaíso


"Estamos viviendo una especial Semana Santa, por las restricciones impuestas para evitar el riesgo de contagio por el coronavirus. El momento es propicio para una breve reflexión sobre el sufrimiento.

Pocos días después de la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén, la misma multitud que lo aclamaba pediría su crucifixión. Fue traicionado por Judas, negado por Pedro, y finalmente condenado a muerte por el Sanedrín judío. La ejecución de la pena debía ser autorizada por el gobernador romano, Poncio Pilatos, quien, aun consciente de la inocencia del acusado, prefirió literalmente lavarse las manos y satisfacer la voz de la calle.

En la cruz, después de haber sido vejado y azotado, Cristo sufriendo indeciblemente entregó su alma a Dios. Evidenciando su plena condición humana exclamó: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46). Sin embargo, tal como estaba predicho, resucitó al tercer día, con todo el poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18). Este es el fundamento de la fe cristiana, pues nos asegura que también nosotros despertaremos a la vida eterna. Sin la resurrección, vana sería nuestra fe (1Co 15,14).

No deja de ser un misterio que, para redimirnos de nuestros pecados, Dios haya elegido el camino del sufrimiento, que no se lo ahorró ni siquiera a su propio Hijo, la inocencia hecha carne. Quiso enseñarnos que el dolor es consubstancial a la naturaleza humana, pero que debemos confiar en Él, porque nunca nos abandonará.

Los ateos no lo entienden así. Su eterno alegato contra Dios es por qué permite el sufrimiento de los inocentes, si es infinitamente bueno y poderoso. Al respecto, cabría decir que la principal fuente de sufrimiento es el pecado, producto del mal uso que hacemos de nuestra libertad; allí está el germen de toda injusticia, desigualdad y violencia. En el caso de las catástrofes naturales y epidemias como la que ahora nos asola, la fe nos indica que Dios en su infinita bondad y sabiduría sabe sacar bien del mal, aunque por nuestra inmediatez y finitud no siempre lo comprendemos.

Con todo, el escándalo del sufrimiento de los inocentes nos tienta a rebelarnos contra Dios. La propia Biblia nos muestra a un atribulado Job que encara a Dios por considerarlo injusto. Le pide explicaciones, pero nunca lo rechaza ni lo niega. Finalmente, Job es recompensado y vuelve a su feliz vida. Pero no todos tenemos su fe y fortaleza, ni menos podríamos emplazar a Dios a similar resultado.

En definitiva, el sufrimiento y el dolor son parte del insondable misterio de Dios. No podemos evitarlo, pero la fe nos permite encontrarle un sentido. Es precisamente lo que nos muestra Cristo, quien por amor y obediencia al Padre nos redimió en la cruz. Así, corredimiendo con Él, ofreciendo nuestro dolor por amor a los demás, es posible darle un sentido al sufrimiento.

En esta Semana Santa redoblemos nuestra oración para que Dios nos dé fuerzas para amar más, vencer nuestras rebeldías y aceptar su voluntad".

Miguel A. Vergara Villalobos

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/posts/2613661825514396?__tn__=K-R

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