Gonzalo Ibáñez Santamaría


La Convención Constituyente ha continuado con su intento de instrumentalizar el tema de los derechos humanos para usarlos como ariete contra la organización de nuestra comunidad. Es así como, para estos efectos, ha formado a su interior una comisión cuyo nombre es muy significativo: “Derechos Humanos. Verdad histórica y bases para la justicia. Reparación y garantías de no repetición”.

¿Verdad histórica? Todos sabemos de qué se trata: condenar sin reservas todo el régimen militar, incluyendo los motivos de su acceso al poder y la política de libertad que él llevó adelante, hoy conocida bajo el nombre de “modelo neoliberal”. ¿Qué tiene que ver eso con la redacción de una nueva constitución? La Convención Constituyente debe, sin duda, tener en cuenta las enseñanzas de nuestra historia, pero no parece ser ella el lugar adecuado para establecer una “verdad histórica” acerca de tal o cual período de esa historia. Pero, es sin duda para allá a donde ella se dirige: que los chilenos tengamos que aceptar sin reservas ni debates la “verdad” que nos venga impuesta desde esta Convención. Y esa verdad tiene dos componentes: en primer lugar, como decíamos, la condena al régimen militar y, en seguida, la apología del régimen marxista dirigido por Salvador Allende. Y ello, hasta hacer que nuestra historia retroceda al momento antes del pronunciamiento militar de septiembre de 1973, y así continuar entonces por la senda marxista que ese pronunciamiento interrumpió. Van llegando a su meta: que se imponga la gran mentira.

La Convención Constituyente se convierte así en un nuevo eslabón de esta cadena cuyo objetivo es el de mistificar la historia de Chile, haciéndonos creer que el pronunciamiento militar fue la obra de un puñado de uniformados ambiciosos de apoderarse del país. Y que su primera víctima fue Salvador Allende, presentado como el más alto ejemplo de nobleza y de virtud. Eso que se denomina el Museo de la Memoria es otro de los eslabones de esa cadena. La cuestión es hacer creer que la historia de Chile comenzó el 11 de septiembre de 1973 y que no ha sido hasta hoy sino una sucesión de violaciones de los derechos humanos. Por supuesto, durante el período del gobierno militar; pero asimismo después de que ese terminó en la medida que en el tiempo se prolongó la gran obra de ese gobierno, aquella calificada como el modelo neo-liberal. Y, en paralelo, que la historia del pueblo mapuche no ha sido sino la historia de violencia, de saqueo y de denigración por parte del estado chileno. Y todo, para convertir a Chile en el estado marxista que en un momento se negó a ser.

Eso es lo que está en juego en esta batalla por la historia y, por eso, la necesidad de defender la historia como sucedió. De lo contrario, la vamos a repetir y aún peor.

.