Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es lo que, sin duda, se puede comentar al ver la foto de Gabriel Boric, cuando al visitar La Moneda el lunes pasado, se inclinó delante del busto de Allende ubicado en la galería de los presidentes. Porque no se trató de un gesto puramente protocolar, sino de un gesto de complicidad con ese exmandatario y de compromiso para llevar adelante el programa que quedó trunco el 11 de septiembre de 1973. Recordemos que, en 1990, al término del régimen militar, el grupo denominado la Concertación, formado por los partidos socialista, democracia cristiana, radical y PPD, ocupó el gobierno del país y lo hizo criticando a ese régimen con mucha fuerza y tributando homenaje a Allende, pero no hizo ni el menor amago de retomar la política de este último, por lo que ese homenaje quedó en las puras palabras. Al contrario, la Concertación siguió adelante con el grueso de la política del gobierno militar, especialmente en materia económica.

El grupo encabezado por Boric, esto es, el Frente Amplio, ahora unido al P.C., se formó precisamente para denunciar y combatir esta gran contradicción y por eso la reivindicación del período allendista 1970-1973 se constituyó, desde su origen, en una de sus principales banderas de lucha. Es así entonces como, con Boric, Allende vuelve a La Moneda. Lo cual, por cierto, no augura nada bueno para el país. Chile se ve en grave riesgo de ser sacrificado en el altar de una de las ideologías que más daño ha hecho a la humanidad. Desde luego, ese retorno va a poner término al proceso de modernización y de crecimiento que se extendió por 45 años; y va a ser el punto de inicio de un proceso de involución que nos llevará de regreso a los niveles de subdesarrollo en los que nos debatíamos cuando se produjo el pronunciamiento militar.

Para prever el futuro que nos espera basta volver la vista a lo que fueron el socialismo y el comunismo en los países que tuvieron la desdicha de caer bajo su férula durante el siglo pasado y en lo que va corrido de éste. Ese es el destino que nos espera, salvo que salgamos a dar la batalla para impedirlo, lo cual desde luego exige en primer lugar ganar la batalla por la historia y contar la verdad sobre el desastre que fue el régimen 1970-1973. Contar la verdad sobre la legitimidad del pronunciamiento de 1973 y la verdad de cómo el régimen que se creó a partir de él sacó a Chile del subdesarrollo, lo puso a la cabeza del continente y nos procuró a todos un bienestar que nunca antes habíamos conocido.

Es la tarea que tenemos por delante.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

.