Gonzalo Ibáñez Santamaría


Frente a la seguidilla de atentados y actos de violencia que durante la semana pasada sacudieron al país, nuestras actuales autoridades reaccionaron como si fueran parte de esos gobiernos que ellos mismos han calificado siempre como “retrógrados”. La Ministro del Interior, por ejemplo, considera “hechos gravísimos” a los incidentes ocurridos fuera del Instituto Nacional y, desde ya, anuncia querellas contra los que resulten responsables. El mismo Boric declaró, de cara a la violencia en alrededores de liceos, que “Quienes insistan en esa vía se equivocan”. Pero, la guinda de la torta la constituyeron las declaraciones de la alcaldesa comunista de Santiago, Irasi Hassler quien condena que “un grupo pequeño, pero muy violento empañe” el regreso a clases. “Acá no hay ninguna reivindicación”, agrega dejando claro así que lo único que motiva al violentismo es practicar la violencia.

Pero ¿no estuvieron estos mismos personajes siempre detrás de esos violentistas cuando practicaron la peor de las violencias a partir de octubre de 2019? Les faltaban palabras y gestos para alabarlos e incitarlos a continuar con su violencia. Y, después, cuando algunos de ellos fueron detenidos por Carabineros y sometidos a proceso, comenzaron una campaña para exigir amnistía e indulto.

Sin embargo, ahora los condenan y anuncian procesos contra todos ellos. ¿Podremos creer a estas autoridades actuales de gobierno? Mi parecer es que de ninguna manera. Lo súbito del cambio llama a sospechas. En este sentido, aparece muy claro que la motivación que hay detrás no es una sincera preocupación por el orden y por la paz pública sino la urgente necesidad de rescatar la opción Apruebo en el plebiscito del 4 de septiembre próximo.

La ciudadanía ya está agotada por la violencia y por el temor a la delincuencia. Todos estamos esperando “cuándo nos va a tocar el próximo portonazo” o ser víctimas de un asalto a plena luz del día. No se trata de hechos delictivos violentes aislados y esporádicos, sino de situaciones que ya se están volviendo comunes en nuestra vida en sociedad. ¿Hasta cuándo las soportaremos? Y ¿cómo haremos para erradicarlas de manera definitiva? ¿Qué hacer para volver a la paz, al orden y a la tranquilidad que han caracterizado a nuestra patria durante décadas y hasta hace un par de años atrás?

En la lucha contra la delincuencia y la violencia, el papel del gobierno es fundamental. Su primera y principal misión es precisamente la de construir las condiciones que nos permitan erradicarlas en forma definitiva. Y la primera de esas condiciones es la de contar con fuerzas policiales suficientemente preparadas y equipadas para dar esa lucha.

¿Podremos confiar en un gobierno que, hasta el día anterior a asumir, denigraba abiertamente a nuestros Carabineros como si hubieran sido ellos los maleantes y consideraba a éstos como las víctimas? No podemos. No son quienes nos gobiernan las personas capaces de enfrentar este problema y doblegarlo. Por eso, el primer paso en el combate contra la delincuencia y la violencia es el de contar con gobernantes que nos den confianza. No como los de hoy. Y, para eso, antes que nada y sobre todo, hemos de votar Rechazo.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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