Gonzalo Ibáñez Santamaría


El contundente rechazo que recibió la propuesta de constitución elaborada por la Convención Constituyente no puede sino llenarnos de satisfacción, de orgullo y de, al menos, una relativa tranquilidad. Ese resultado demuestra cómo los chilenos nos liberamos del embrujo de ideologías cargadas de demagogia que, prometiendo el paraíso en la tierra, terminan convirtiendo todo en el peor de los infiernos. Pero, no está permitido dormirse en los laureles. Los derrotados de ayer no descansarán y de nuevo volverán a la carga como si entretanto no hubiera pasado nada.

Por eso, se impone de inmediato una reflexión acerca de cómo fue posible que hayamos llegado al extremo de jugarnos el destino de nuestra patria en una elección enteramente desatinada y desquiciada. La respuesta no es compleja, porque si uno mira con detención lo que sucedió no es difícil advertir la presencia como factor decisivo de aquello que enseña un viejo refrán de nuestra cultura: “los países que olvidan su historia están condenados a repetirla”. De hecho, el triunfo de la opción Apruebo habría conducido al país a repetir hasta el último detalle el régimen marxista dominante en Chile entre 1970 y 1973. Y eso, porque simplemente hemos olvidado la historia que nos condujo a ese régimen y la historia de cómo nos liberamos de él.

Por lo tanto, si queremos evitar una recaída en la terrible crisis de la cual ahora comenzamos a salir, hemos de repasar nuestra historia. Por todas partes en el mundo político, de un color o de otro, se repite como una verdad absoluta que, en 1973, en Chile la ambición de algunos militares puso término a la democracia y que lo que vino después, por una parte, fue una despiadada dictadura y, por la otra, un combate por recuperar esa democracia, lo que habría sucedido en 1990 por medio del plebiscito de 1988. Todo lo cual implicaba que el régimen marxista encabezado por Salvador Allende era sustantivamente bueno y que su interrupción había sido injusta. Por lo que la conclusión lógica era la de que un verdadero retorno a la democracia exigía volver al día anterior al del pronunciamiento militar. Como ello no sucedió enteramente en 1990, había que trabajar para lograrlo. Fue la idea que de a poco se convirtió en dominante hasta explotar en octubre de 2019 y, después, con el triunfo del Frente Amplio. Y culminó con la decisión de escribir una nueva constitución que consagrara el cambio. Es lo que acabamos de detener, pero no tengamos la menor duda de que nos encontraremos pronto en una crisis semejante si no reconocemos desde luego cómo aquella intervención militar vino exigida para salvar al país de caer en la dominación comunista. Los chilenos hemos de saber que un régimen como el que se quiso entonces instaurar entre nosotros no es de ninguna manera aceptable y que cualquier intento de repetirlo incurre en la misma ilegitimidad en que incurrieron Allende y su régimen.

Por ahí comienza la defensa de nuestro país de cara al intento de someterlo de nuevo a experimentos similares.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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