Gonzalo Rojas Sánchez


Una mala noticia se ha producido esta semana. El Senado Universitario de la Universidad de Chile ha aprobado que en los Consejos de Facultad haya un voto ponderado del 12.5%, tanto para los estudiantes, como para los funcionarios.

En las tres dimensiones implicadas en una cuestión como ésta, la doctrinal, la prudencial y la histórica, no puede pasar sin crítica el grave error que se ha cometido. 

Desde un punto de vista doctrinario, ¿cabe alguna duda que sólo deben participar en la toma de decisiones quienes tengan la competencia para hacerlo? Los asuntos universitarios son de una complejidad tal que exigen una especial cualificación, que los alumnos, por definición, no tienen. Aunque sean elegidos por sus compañeros, simplemente, no tienen competencia.

En la dimensión prudencial, ¿es tan difícil vislumbrar que la inclusión de los alumnos con un muy limitado número de votos incentivará la petición y presión por conseguir importantes porcentajes de participación en todas las restantes universidades? ¿Cómo se podría evitar esa reacción en cadena dada la obvia dinámica de estos procesos?

Y, en esta perspectiva, ¿no resulta más que ingenuo no considerar la posibilidad de que los partidos y movimientos políticos vuelvan a mirar a la universidad como un botín a conquistar?

Finalmente, un poco de historia, sí de ésa que hoy no parece ser la maestra de la vida. Las universidades ya vivieron un desastroso periodo de democratismo asambleístico entre 1967 y 1973, dañando su vida académica, su convivencia interna, su servicio a Chile. En vez de comunidad, tuvimos discordia; en vez de participación, tuvimos conflicto; en vez de excelencia, tuvimos mediocridad (en una facultad, mediante el voto estudiantil y administrativo combinados, se cambió hasta el contenido de los exámenes de grado).

De esta decisión solo pueden esperarse nuevos quebrantos para las universidades chilenas.

Fuente: https://viva-chile.cl/2025/05/de-nuevo-el-cogobierno/

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